domingo, 7 de septiembre de 2014

LARGO VIAJE DEL DÍA HACIA LA NOCHE

Estamos ante la obra cumbre de Eugène O'neill, ese autor que nos hizo sentirnos en la entrada de la caravana en Una luna para los desdichados. Si aquel día este hombre consiguió encogernos el corazón y hacer que los sueños de sus personajes fueran los nuestros, hoy el resultado podría ser muy superior, al tratarse de su texto de más renombre.
No siendo bastante con esto, los protagonistas son Mario Gas y Vicky Peña, la estupenda pareja del teatro. Como vuelta al mundillo de la farándula no está nada mal.

La obra se desarrolla en un solo día, durante las horas que avanzan hacia la noche.
El matrimonio Tyrone charla en el salón de casa durante los primeros momentos de la mañana. Sus palabras y gestos muestran el gran cariño que se tienen todos los miembros de la familia. Sin embargo, poco después del comienzo asistiremos a discusiones entre algunos de ellos que tienen lugar a escondidas del resto. Tan pronto como la madre se retira, el padre discute con los hijos por los comentarios que éstos han hecho relativos a la enfermedad de Edmund, el hijo menor. Éste parece haber contraído la tuberculosis, en caso de confirmarse quieren ocultárselo a la madre debido al delicado estado de salud de ésta.

Poco a poco vamos averiguando más de esta cándida familia que con cada conversación muestra todo lo que realmente esconde. Así sabremos que Jamie, el hijo mayor, es un borracho vividor y despreocupado, que no tiene oficio y se dedica a sacarle unos cuartos al padre y gastarlos en whisky. Edmund, el hijo menor que se encuentra enfermo, es un poeta macabro que ha trabajado para conocer el coste de la vida, pero parece haber caído en desgracia por la enfermedad. Mary es la madre de ambos que acaba de salir de un sanatorio donde están tratando su adicción a la morfina. James es el marido de Mary y padre de Jamie y Edmund, un actor que ha conseguido enriquecerse con su trabajo, un ser tacaño que durante toda su vida ha antepuesto su dinero y su futuro al de toda su familia, y en cierto modo es causante de todas las desgracias, aunque lo niegue. Pero aquí todos son culpables de sus fracasos y sin embargo ninguno acepta su responsabilidad, sólo sabe señalar al resto.

En los momentos de tanto dolor se dicen cosas que quizá no se sientan, o quizá es al revés y se dice lo que se siente pero siempre se ha intentado negar.


Mary se arrepiente de haber acompañado a su marido en las giras por hoteles de mala muerte, en especial cuando dejó a sus hijos con los abuelos y Jamie, el hijo mayor, acabó con la vida del pequeño Eugène. Ella juró que no tendría más hijos pero cedió ante su marido y nació Edmund. Tras dar a luz al hijo menor sufrió fuertes dolores, y James la llevó a un matasanos de dudosa fama, para no gastar mucho, que como única solución le recetó morfina para soportar el sufrimiento. Desde entonces y a pesar de haber recorrido muchos sanatorios,  Mary no ha vuelto a ser la misma, no puede prescindir de la droga y cada vez necesita dosis mayores. Ante cualquier contratiempo opta por el camino más fácil para olvidar. Tanto olvida que con la morfina sólo recuerda sus días en el convento cuando iba para monja y sus clases de piano. Cuando la receta le ha sido negada ha intentado suicidarse, pasando sus historias a formar parte de las habladurías del pueblo.


Jamie es un fracasado que ha intentado arrastrar con él a su hermano menor. Le quiere y odia a partes iguales porque le admira pero también le muestra continuamente que no ha sabido hacer nada con su vida. En secreto también desea que su madre no se cure de la adicción y así no ser el único desecho de la familia. Las discusiones con su padre son continuas, ya que éste le recuerda a cada momento que es un parásito.

Edmund respeta a su padre a pesar de saber que éste es culpable de sus desgracias y sus decisiones le pueden costar la vida. Su enfermedad se ha agravado por no ser tratada a tiempo y su padre prefiere llevarle a un sanatorio público para reducir los gastos, pero todos saben que así las posibilidades de superar la enfermedad disminuyen.

James trabajó muy duro desde pequeño, cada dolar que ganó fue con el sudor de su frente y no está dispuesto a perder ahora lo conseguido. En cada decisión que toma se esconde detrás su tacañería, que justifica diciendo que no quiere acabar en un asilo. Pero el dinero que ahorra lo gasta en alcohol o lo invierte en negocios que cada vez le lucran más y le separan más de los suyos.


El día que acompañamos a la familia Tyrone es aquel en que conocen que Edmund padece tuberculosis. Su madre es incapaz de afrontar la realidad y la niega, escondiéndola tras sus dosis de morfina para olvidar. Jamie gastará los pocos dólares que ha conseguido entre alcohol y putas. Y su padre, incapaz de ver más allá de él mismo, justifica la elección del sanatorio público a la vez que discute con Edmund por no apagar las luces de la casa.
Todos huyen para evitar dar la cara y enfrentarse a la realidad, son seres tremendamente infelices.

El relato cuenta la vida de una familia americana de clase media-alta a principios del siglo XX, estando basada en la vida de su autor. Parece que en los Estados Unidos no gustó que se retratara a una familia bien, rodeada de problemas tan reales como el alcoholismo o la adicción a las drogas, además del egoísmo y la ruptura de la familia.

Los actores hacen grandes interpretaciones de sus personajes pero algo no cuaja del todo, sobre todo si se compara con las representaciones de otras obras del autor. La falta de genialidad de la representación debe de estar en la dirección, ya que tratándose de O'neill no debe de ser un problema del texto. En cualquier caso se disfruta de buen teatro y grandes actores. Aunque también se echa de menos algo más animado.