Hoy volvíamos al teatro después de unos meses sin pisarlo, nuestros facilitadores han sido los baby sitters Caro y Luis, junto a sus peques. Aprovechamos para escaparnos e ir a ver una obra al teatro Pavón. Había poca oferta interesante, un clásico, un dialogo con pinta muy sesuda y una obra con un título abierto y sugerente. Elegimos la última opción.
Kamikaze cogió la dirección del teatro Pavón hace ya algún tiempo, cuando la CNTC volvió a su casa en el teatro de la Comedia. Ir a ver a Kamikaze suele ser un valor seguro, aunque hoy no eran sus actores de cabecera los que interpretaban ni tampoco su director Miguel del Arco el que llevaba la batuta de la obra. A cambio teníamos a Pablo Messiez, gran señor del teatro de los últimos años y original de uno de los países donde más se ama la interpretación, Argentina.
Al entrar a la sala ya hay actores moviéndose por el escenario, una gran zapatería de señoras de los años 50. Héctor es su dueño, un señor de bien, serio y formal, que junto con Memé, su empleada, atienden a la clientela. La vida va pasando normalmente hasta que un día, cuando Héctor está a punto de cerrar, un extraño hombre se cuela en su tienda con la excusa de la lluvia. A pesar de todos los intentos por echarle, éste consigue incluso que le deje unos zapatos de mujer de su numero al estar los suyos mojados. Cuando el zapatero está a punto de ver colmada su paciencia, el extraño hombre le hace revelaciones sobre su juventud que sólo él conoce: el momento en que se despidió por última vez de su abuela, cuando ella ya no sabía ni quién era su nieto, o las últimas palabras que dedicó a su abuelo. Todo esto le turba y a la mañana siguiente se lo cuenta a Memé. Ésta la quita importancia y le relata una melancólica historia de su madre que escribía un diario contando su otra vida como bailarina, en la que recorría el mundo de espectáculo en espectáculo. Finalmente le dice que no sueñe las vidas que no quiera vivir.
Al igual que las noches traen extraños personajes los días pasan casi sin ser percibidos, el tiempo presente se ha convertido en un raro compañero para el zapatero. Y con la noche aparece en la tienda esta vez una mujer embarazada descalza pidiendo unos zapatos. Pocos segundos después le confiesa que es su madre aunque nunca lo reconoció en vida, tampoco él hizo preguntas ni quiso averiguar más. La señora explica que tuvo que entregarlo a su hermana y aparentar ser solo la tía del hijo que tuvo. Otros personajes van apareciendo por escena, unos novios a los que cuesta entender porque ella sufre una extraña enfermedad (llamada habitualmente enfermedad de Rita Hayworth) por la que tiene miedo a las palabras y sólo puede usar aquellas que no evolucionen con cambios bruscos. La novia hace revelaciones que son casi incomprensibles y no conseguimos vislumbrar qué es lo que aportan a la historia del zapatero.
Éste desesperado pide que Memé le acompañe durante la noche para que los fantasmas no le visiten, pero nada transcurre como esperaban, el tiempo pasa muy rápido, la situación entre ambos se vuelve tensa…El último personaje por visitar al zapatero es su hija, la que sobrevivió después de dos descendientes fallecidas poco después de nacer. Ella le reclama a su padre que no fuera sincero con ella, que no le contara quién era su abuela, que le negara la verdad, que todo lo intentara pero que nunca lo consiguiera.
Ante todas estas confesiones y reclamaciones, Héctor está aturdido. No solo le piden explicaciones por el pasado, también por lo que aún no sabía ni que iba a ocurrir. Cuando habla con Memé intentando que ésta ponga algo de cordura en todo lo que le está pasando, descubre que ella, como un personaje más de la noche, le cuenta que ellos se casarán y tendrán esas tres hijas de la que sólo vivirá la menor.
Todos vinieron a hacer de Héctor una mejor persona, a relatarle sus fallos del pasado pero también los que cometerá en un futuro, aparecen para darle esa oportunidad de corregir sus errores, le ayudan a entenderse, perdonarse y acercarse a los suyos. Quizá lo que ofrecen a Héctor es algo que muchos añorarán en su vida.
La historia aunque es original e interesante, tiene personajes que no se llegan a comprender, momentos que quedan fuera del relato. Una idea con muchas posibilidades pero que en algunos momentos hace que perdamos el hilo conductor y el interés.