sábado, 12 de diciembre de 2020

CLARO BOBA! PROHIBIDO EL HUMOR

 Hace mucho tiempo que me recomendaron esta obra, meses, o podría decir que fue en un pasado que suena muy lejano. Y por suerte en la vuelta a la vida cultural ahí está, esperando a su público, al más irreverente. Sí, irreverente, porque su cometido es cuestionar cómo hemos eliminado, denostado algo que es tan importante en nuestra esencia y en nuestra salud: el humor. 

Entramos a la sala, respetamos al máximo las medidas, nos sentamos... y sin embargo no paran de regañarnos! nos mandan callar todo el tiempo, y si reincidimos nos disparan un chorro de agua! los actores en la parte baja fiscalizan cada uno de nuestros movimientos. nosotros hacemos caso como buenos borregos. 



Comienza la obra, vamos a visitar un museo creado el siglo pasado, el XXI (ahora estamos en el s. XXII) que recoge todos los sketchs molestos, desagradables y faltones que dieron lugar a muchos indignados. Por este motivo el humor quedó prohibido y relegado a unas salas de un museo, como hecho histórico a recordar pero nunca repetir. 



El recorrido por el museo recupera y nos muestra los gags que ridiculizan a personajes de la actualidad del s. XXI, a grupos sociales, ciertas razas y géneros. Una entrevista de trabajo entre una histérica mujer de recursos humanos y un joven titulado habla de la precariedad y la desigualdad laboral de género... un ilusionista hará trucos de calidad mediocre, escondiéndolos como "mentaliiiismo", los restos de un presidente de EE UU que se convirtió en su propia pantomima al no querer abandonar la Casa Blanca tras perder, aparecerán por allí... las diferencias entre Madrid y Barcelona representadas en sus equipos de futbol, la rivalidad entre las infantas Leonor y Sofía, candidatas a heredar el trono real, bromas sobre sus antepasados... Todos nos suenan dentro nuestro día a día actual, pero también nos retumba en la cabeza esos mensajes de indignación por sobrepasar algunas líneas rojas. A veces el humor se mete con aquellos que no nos caen bien, pero en otras nos atacan de lleno y nos pasamos al bando de los despechados, los que abanderan el respeto como justificación para poner límites a la libertad y la opinión. 



El humor no tiene que indicar la falta de respeto, incluso a veces es la mejor herramienta para  explicarnos, para partir desde un punto común de entendimiento. ¿Esto quiere decir que todo vale? ¿Los indignaditos nunca tienen razón? Pues no me decanto por ningún extremo. Hay temas, tipos de humor y formas de contarlo. A mí no me vale todo porque no es un tema fácil para generalizar. Desde luego  debería de haber muchos menos dolidos y furiosos, pero hay cosas de mal gusto que no admitiría. 



En cualquier caso la obra abre un debate en nuestras cabezas, nos obliga a cuestionarnos si nos pasamos criticando todo aquello que no nos gusta sin mirarnos a nosotros mismos. 

Interesante obra acompañada todo el tiempo de humor y dos grandes actores (y muy canallas). A pesar del covid consiguen adaptar la representación  para que el público siga formando parte de la actuación, cediéndoles protagonismo. 

Una suerte poder volver a disfurtarlo.