viernes, 19 de febrero de 2021

CÁDIZ

Hoy tocaba dar un apoyo a esos teatros privados que no cuentan con las subvenciones públicas y que ya hace años inventaron una nueva manera de subsistir a través de la multi-cartelera. 

El teatro Lara es un viejo conocido, creo que es el primer teatro que visité en Madrid así que su recuerdo siempre me acompaña. 

Además nos arriesgábamos con una obra de humor. Hacer llorar, tocar la fibra, empatizar con el espectador a través de sus problemas y preocupaciones  puede a veces ser relativamente fácil, pero el humor es de mil colores y encontrar el que gusta a todos los habitantes de una sala no debe de ser nada fácil. 

Cádiz es una obra de tres personajes contada en cuatro escenas. Ellos son tres viejos amigos, cuarentones ya, con caracteres y vidas muy distintos. A pesar de ello la amistad no se ha resentido. Eugenio es un señor serio y aburrido, siempre emprendiendo acciones responsables y preparado para lanzar palabras de reproche a sus amigos. Está casado y tiene una hija de seis años. Su mujer lleva meses fuera de España y él se encarga de todo. 


Miguel es un adolescente en un cuerpo de 40 años. Sigue viviendo con sus padres, tiene un trabajo precario y no cambia nada en su vida. Su mayor objetivo en la vida es juntarse con sus dos amigos y pasar las horas juntos bebiendo. Adrián ha descubierto a los 40 que quiere tener 20, y cuando le ha tocado la lotería sus primeras acciones han sido: dejar a su mujer, echarse una novia de 22, ponerse implantes en el pelo y comprarse una moto. 

Esta explosiva mezcla es la que componen los tres amigos, que se encontrarán en cuatro ocasiones a lo largo de tres años. 

En la primera cita surgen rencillas entre los tres por el trato distinto que se da entre ellos. Eugenio se siente desplazado cuando organizan actividades divertidas. Además, la exmujer de Adrián le quiere contratar como abogado en la separación de su matrimonio. Adrián lo ve como una deslealtad y éste arremete acusándole de infiel, la charla desembocará en una pelea y ambos acabarán en el hospital. 

Un año después los tres amigos vuelven a quedar. En este tiempo muchas cosas han cambiado. Eugenio se ha separado de su mujer, se ha quedado con la custodia de su hija y ha empezado a salir con la ex mujer de Adrián, de la que se ha enamorado. Adrián ha abandonado la vida promiscua (después de ser abandonado por la veinteañera) y ahora es un ser místico y purificado. Y Miguel sigue exactamente igual. La cena en casa de Adrián intenta reconciliar la amistad perdida. Eugenio se presenta esquivo y desconfiado, no sabe el motivo de la invitación. Tras varios roces Adrián comparte con sus amigos que hace días se encontró a su ex, tomaron café y acabaron acostándose. Eugenio visiblemente fuera de sí abandona la casa destrozado.  Entonces Adrián confiesa a Miguel que todo es una invención porque se había enterado de la relación que mantenían ambos. Eugenio vuelve al rato a partirle la cara a Adrián. 



El tercer encuentro será un año después. En el hospital Miguel conoció a una enfermera y se va a ir a vivir con ella. Con la excusa de la mudanza, éste queda con sus amigos y a pesar del malestar de Eugenio, los tres vuelven a compartir un día juntos. Si las citas anteriores acabaron mal, esta no tiene una pinta mejor. Miguel ha perdido su alegría natural, está nervioso, asustado. Acaba confesando a los amigos que su novia está embarazada. Es más, él lo ha descubierto al encontrar un test de embarazo. Eugenio, ser más maduro y avispado se percata de que este test no es de ella sino de su hermana, con la que Adrián ha tenido algún affair. Miguel recobra su habitual felicidad mientras que Adrián se hunde en la miseria. No puede creer que vaya a ser padre!! Pero en un acto de madurez (por fin), decide tomar en serio la relación y tener ese hijo. 



Con este acto de aceptarse, madurar y avanzar, los tres amigos retoman la amistad, siendo los mimos que hace años, cuando pasaron unas felices vacaciones  en Cádiz. Y qué mejor manera de celebrarlo que cantando una canción de Perales (su ídolo) y tumbándose a tomar el sol en las doradas playas de Caños de Meca. 


La obra es divertida, algunos gags son más esperables, otros sacan la risa a través del diálogo y la sorpresa. La historia contiene algunos giros originales, que son para mí los mejores momentos, los que no se esperan y te arrancan la carcajada. Los actores son muy buenos, con registros muy diferentes y todos interpretan sus personajes de maravilla. 

Es una obra entretenida, sin grandes pretensiones, más que las de hacernos reír y disfrutar, que no es poco. Y esto lo consiguen muy bien.