domingo, 19 de octubre de 2014

LA DISCRETA ENAMORADA

"Donde fueres, haz lo que vieres", así que en Almagro se va al teatro. La variedad aquí es mucho menos de lo que estamos acostumbrados, y eso teniendo en cuenta que Almagro cuenta con uno de los más importantes festivales de teatro, conserva en activo uno de los últimos corrales de comedias, y entre sus tesoros tiene el museo nacional del teatro. Pero las compañías aquí son pocas y los días que se puede disfrutar de una misma representación, muy escasos. 



 Hoy era el gran Lope de Vega el que amenizaba la noche con La Discreta Enamorada. Según me ilustró Isma, discreta se refiere a inteligente, no al hecho de pasar desapercibido. 
La joven Fenisa está enamorada en secreto del galán Lucindo, pero éste sólo tiene ojos para la desvergonzada Gerarda. Loca de amor, la joven deja caer un pañuelo al pasar frente al caballero para forzar la conversación con él. Ésta será la primera argucia de muchas que Fenisa irá hilando para enmarañar a todos los personajes y jugar con ellos hasta ver cumplido su objetivo: casarse con Lucindo.

Así, cuando Bernardo, padre de Lucindo, pide la mano de Fenisa, ésta acepta segura de que en el plazo de tiempo hasta la boda conseguirá que su amor caiga rendido a sus pies. Con el mejor estilo de Lope, y con Fenisa como gran maestra de ceremonias, la historia está montada. Fenisa confiesa a su supuesto prometido que su hijo la agasaja continuamente, con el fin de que este mensaje llegue al hijo y empiece a interesarse por ella. Éste, que parece no ser muy espabilado, capta el recado con la ayuda de su lacayo que le hace entrever que la chica le quiere. 



Una vez sembrada la duda, conseguida la atención, ella confesará su amor al joven. Pero este muere de celos por la que fue su amada, Gerarda. Siguiendo éste nuevamente los consejos de su fiel criado, descubre que son sólo celos lo que siente por ella, ya que ésta le engaña con otro pero sólo con el fin de provocarle. Tan pronto como Gerarda vuelve con Lucindo el amor se desinfla, desaparece. Para desvelar tales sentimientos idearon una terrible argucia: el criado se vistió de mujer y se hizo pasar por una tal Eugenia para pone celosa a Gerarda, y así la supuesta Eugenia pasará a ser un personaje más del enredo.
Por otro lado la relación entre padre e hijo empeora cuando el primero ve cómo el interés de su hijo va aumentando por su prometida. Para evitar problemas, Fenisa inventa que Lucindo va detrás de su madre, cosa que encanta al viejo Bernardo que interpreta que el amor no tiene edad y le hace rejuvenecer. Tras muchos otros enredos, la historia tiene que acabar como viene siendo normal: ambos hombres son llamados de noche a compartir alcoba con la mujer que quieren y así Lucindo y Fenisa sellarán su amor. En otra habitación el viejo y engañado Bernardo se verá irremediablemente unido y prometido a la madre de Fenisa.



Las historias de Lope suelen acabar siempre bien para todos los personajes. Los protagonistas consiguen el amor, sus acompañantes encuentran una "solución" que les place, los malos acaban convirtiéndose o son condenados, todo transmite felicidad. 

La obra habla sobre la capacidad de una mujer para tomar las riendas de su vida, que tanto gusta a Lope. Sin ser un gran elenco de actores (estoy comparándoles con la CNTC) consiguen dar un sello particular a su obra, sus personajes son divertidos, exagerados y cómicos, dentro de lo que corresponde. 

Es estupendo ver este tipo de representaciones por los pueblos de nuestra geografía, haciendo un gran esfuerzo por llegar a todo el público. 


domingo, 12 de octubre de 2014

LLUVIA CONSTANTE

El corazón en un puño. Éste es el estado en el que a una se le queda dicho órgano tras ver esta obra. No hay otra posibilidad y si así fuera es que se es de hielo. Todo lo que pasa esta noche colabora para que éste sea el resultado. Me encanta descubrir, además, que un joven autor casi desconocido consigue provocar un efecto tan sorprendente en una sala llena de público. No siempre tenemos que recurrir a escritores consagrados o clásicos para que nos ericen la piel con una obra.

La historia es tan dura como la vida misma, aunque por suerte muchos estamos a salvo de este tipo de vidas. Rodo y Dani son amigos de toda la vida. Desde pequeños cada uno ha cuidado del otro a su manera y ese cariño es ahora parte de su fuerza pero también de su condena. Además son compañeros en el coche policía  que patrullan. Pero sus vidas han tomado diferentes derroteros. Mientras que Dani está felizmente casado y tiene dos hijos, Rodo vive sólo y hunde sus penas en alcohol hasta el punto de tener un grave problema con la bebida. La amistad lleva a Dani a no darse por vencido y día tras día convence a Rodo para que vaya a dormir a su casa y así no dejarle solo. Dani quiere transmitir a su amigo lo afortunado que es de tener una familia y pretende que éste tome su mismo camino.
La situación de ambos en el trabajo no es precisamente buena y es que Dani es un bocazas y ha conseguido que el comisario no soporte a la pareja y por tanto les tenga relegados al puesto más bajo sin posibilidad de ascenso.

Dani y Rodo se presentan ante nosotros, su público, nos saludan y vienen dispuestos a contarnos la historia ocurrida durante las últimas semanas que les ha cambiado la vida. Nos exponen los hechos, se corrigen, discuten sobre lo que cada uno entiende que realmente ocurrió, esconden datos que les ponen en evidencia, farfullan, se encaran, pero sobre todo prevalece la irrompible amistad que les une. Estos son los hechos que vienen a contarnos.

Dani, en su afán por salvar a su compañero, invita cada noche a alguna amiga con la esperanza de que el encuentro acabe en boda. Pero las amigas que trae suelen ser prostitutas, mujeres que conoce de patrullar en la calle. Dani les tiene un tremendo respeto e intenta echarles una mano cada vez que puede. Pero Rodo no tiene en mente rehacer su vida con una mujer de la calle. El problema es que Dani no acepta un no por respuesta a un plan que él tenía tan bien trazado. Una noche, tras la desastrosa cena, Dani tiene que llevar a la chica a su casa porque Rodo bebió demasiado para coger el coche. Después de que Dani pase por la habitación de la prostituta y sea recompensado por sus intentos de mejorarle la vida, vuelve a su casa con su familia. Pero en el camino se encuentra con el proxeneta de la chica que le da una paliza por meterse en su territorio. La lucha entre los dos hace que ambos salgan heridos y guarden su rencor hasta el siguiente encuentro. De vuelta a casa Dani se dirigirá a su mujer con gritos como única forma de liberarse de toda la furia que guarda contra su amigo, contra la puta con la que se ha acostado y contra el proxeneta que le dio la paliza. Dani está herido por dentro y por fuera, siente dolor y rabia y una furia que le hace experimentar cierto placer en las heridas que sufre, como condena por todo lo que ha hecho.


Días después, estando ambos policías en el salón de la casa, reciben varios disparos en las ventanas de la habitación. El resultado es fatídico: los cristales caen sobre la familia y uno de ellos hiere gravemente al hijo de dos años. Aquí las versiones son distintas, mientras que Rodo entiende los nervios que sufre la madre, para Dani su mujer estaba histérica y acaba abofeteándola. Aunque piensan que lo mejor es esperar a que una ambulancia recoja al pequeño, Dani decide llevarlo en el coche de policía, lo que le acaba provocando lesiones mayores y que llegue a entrar en estado crítico.

A partir de aquí Dani no vuelve a recuperar la cordura, y sus días y sus noches se convierten en una obsesión por encontrar al que ha estado a punto de acabar con su hijo. Sus métodos policiales no estaban excesivamente dentro de la ley y esto unido a su locura temporal hacen de él un ser enajenado. Deja de realizar su trabajo, persigue todo coche similar al que conducía el que tiroteó su casa, provoca accidentes y muertes, mata al hermano menor del proxeneta que le dio una paliza. Un error tras otro llevan a Dani a continuas investigaciones, a encerrarse más en su misión a buscar como un depredador su presa. Y Rodo, como fiel compañero, es arrastrado con él.


Dani siempre quiso hacer de sus hijos seres fuertes, les adora pero no les permite la más mínima muestra de flaqueza, quiere convertirse en su ídolo y su protector pero con cada acción más se aleja de ellos. Sin embargo, Rodo, el ser perdido y condenado encuentra en la familia de Dani un motivo para luchar, para superarse y ser mejor. Y la mujer de Dani que tanto le quiso ya sólo ve en su marido un ser egoísta y mentiroso que no sabe cuidar de su familia, y en Rodo encuentra la protección y compresión que había perdido.

Cuando por fin Dani tiene al proxeneta a tiro, elige matarle aún sabiendo que esto le separará para siempre de su familia. No es capaz de luchar contra ese destino, el que se ha buscado. Su motivo de vivir es su familia, pero también su condena, ya que él acabará con cualquiera que les haga daño.
En un último encuentro, Dani entiende que perdió su lugar en la vida y que ahora lo ocupa su amigo. Tranquilo por haber conseguido todos sus propósitos, se despide de su amigo y acaba con su vida.
Ahora Rodo también es capaz de comprender porqué a su amigo no le esperaba otro destino que acabar con el que hirió a su hijo. Ahora él tiene una familia y haría lo mismo que hizo su amigo.

Esta historia que así contada parece bastante dura, puede convertirse en un relato más de policías o llegar a ser una de las piezas mejor llevadas de la cartelera de los últimos años. Y como se puede deducir de la crítica, el resultado es la segunda opción. Si el texto es bueno, los actores consiguen darle una vida y una credibilidad excelentes.

La obra nos habla de las vidas condenadas, de la incapacidad de salirse del papel que nos toca vivir. Los personajes arrastran toda la basura que ven en la calles y son incapaces de separar sus vidas personales de estas visiones.

A partir de dos únicos actores, vivimos toda una historia llena de personajes, de momentos difíciles, tensión y frustración. Con un escenario casi vacío, les acompañamos a todos los lugares que recorren en estas últimas semanas. Nos prestamos a su diálogo y a su juego, no somos capaces de juzgar a unos personajes que viven situaciones tan difíciles. Y cuando la obra se acaba, nos sentimos tan tristes como si un amigo hubiera muerto y no hemos sido capaces de ayudarle a salir. Creo que los actores también acaban con esta sensación de llevarse algo del personaje con ellos de vuelta a casa.