El corazón en un puño. Éste es el estado en el que a una se le queda dicho órgano tras ver esta obra. No hay otra posibilidad y si así fuera es que se es de hielo. Todo lo que pasa esta noche colabora para que éste sea el resultado. Me encanta descubrir, además, que un joven autor casi desconocido consigue provocar un efecto tan sorprendente en una sala llena de público. No siempre tenemos que recurrir a escritores consagrados o clásicos para que nos ericen la piel con una obra.
La historia es tan dura como la vida misma, aunque por suerte muchos estamos a salvo de este tipo de vidas. Rodo y Dani son amigos de toda la vida. Desde pequeños cada uno ha cuidado del otro a su manera y ese cariño es ahora parte de su fuerza pero también de su condena. Además son compañeros en el coche policía que patrullan. Pero sus vidas han tomado diferentes derroteros. Mientras que Dani está felizmente casado y tiene dos hijos, Rodo vive sólo y hunde sus penas en alcohol hasta el punto de tener un grave problema con la bebida. La amistad lleva a Dani a no darse por vencido y día tras día convence a Rodo para que vaya a dormir a su casa y así no dejarle solo. Dani quiere transmitir a su amigo lo afortunado que es de tener una familia y pretende que éste tome su mismo camino.
La situación de ambos en el trabajo no es precisamente buena y es que Dani es un bocazas y ha conseguido que el comisario no soporte a la pareja y por tanto les tenga relegados al puesto más bajo sin posibilidad de ascenso.
Dani y Rodo se presentan ante nosotros, su público, nos saludan y vienen dispuestos a contarnos la historia ocurrida durante las últimas semanas que les ha cambiado la vida. Nos exponen los hechos, se corrigen, discuten sobre lo que cada uno entiende que realmente ocurrió, esconden datos que les ponen en evidencia, farfullan, se encaran, pero sobre todo prevalece la irrompible amistad que les une. Estos son los hechos que vienen a contarnos.
Dani, en su afán por salvar a su compañero, invita cada noche a alguna amiga con la esperanza de que el encuentro acabe en boda. Pero las amigas que trae suelen ser prostitutas, mujeres que conoce de patrullar en la calle. Dani les tiene un tremendo respeto e intenta echarles una mano cada vez que puede. Pero Rodo no tiene en mente rehacer su vida con una mujer de la calle. El problema es que Dani no acepta un no por respuesta a un plan que él tenía tan bien trazado. Una noche, tras la desastrosa cena, Dani tiene que llevar a la chica a su casa porque Rodo bebió demasiado para coger el coche. Después de que Dani pase por la habitación de la prostituta y sea recompensado por sus intentos de mejorarle la vida, vuelve a su casa con su familia. Pero en el camino se encuentra con el proxeneta de la chica que le da una paliza por meterse en su territorio. La lucha entre los dos hace que ambos salgan heridos y guarden su rencor hasta el siguiente encuentro. De vuelta a casa Dani se dirigirá a su mujer con gritos como única forma de liberarse de toda la furia que guarda contra su amigo, contra la puta con la que se ha acostado y contra el proxeneta que le dio la paliza. Dani está herido por dentro y por fuera, siente dolor y rabia y una furia que le hace experimentar cierto placer en las heridas que sufre, como condena por todo lo que ha hecho.
Días después, estando ambos policías en el salón de la casa, reciben varios disparos en las ventanas de la habitación. El resultado es fatídico: los cristales caen sobre la familia y uno de ellos hiere gravemente al hijo de dos años. Aquí las versiones son distintas, mientras que Rodo entiende los nervios que sufre la madre, para Dani su mujer estaba histérica y acaba abofeteándola. Aunque piensan que lo mejor es esperar a que una ambulancia recoja al pequeño, Dani decide llevarlo en el coche de policía, lo que le acaba provocando lesiones mayores y que llegue a entrar en estado crítico.
A partir de aquí Dani no vuelve a recuperar la cordura, y sus días y sus noches se convierten en una obsesión por encontrar al que ha estado a punto de acabar con su hijo. Sus métodos policiales no estaban excesivamente dentro de la ley y esto unido a su locura temporal hacen de él un ser enajenado. Deja de realizar su trabajo, persigue todo coche similar al que conducía el que tiroteó su casa, provoca accidentes y muertes, mata al hermano menor del proxeneta que le dio una paliza. Un error tras otro llevan a Dani a continuas investigaciones, a encerrarse más en su misión a buscar como un depredador su presa. Y Rodo, como fiel compañero, es arrastrado con él.
Dani siempre quiso hacer de sus hijos seres fuertes, les adora pero no les permite la más mínima muestra de flaqueza, quiere convertirse en su ídolo y su protector pero con cada acción más se aleja de ellos. Sin embargo, Rodo, el ser perdido y condenado encuentra en la familia de Dani un motivo para luchar, para superarse y ser mejor. Y la mujer de Dani que tanto le quiso ya sólo ve en su marido un ser egoísta y mentiroso que no sabe cuidar de su familia, y en Rodo encuentra la protección y compresión que había perdido.
Cuando por fin Dani tiene al proxeneta a tiro, elige matarle aún sabiendo que esto le separará para siempre de su familia. No es capaz de luchar contra ese destino, el que se ha buscado. Su motivo de vivir es su familia, pero también su condena, ya que él acabará con cualquiera que les haga daño.
En un último encuentro, Dani entiende que perdió su lugar en la vida y que ahora lo ocupa su amigo. Tranquilo por haber conseguido todos sus propósitos, se despide de su amigo y acaba con su vida.
Ahora Rodo también es capaz de comprender porqué a su amigo no le esperaba otro destino que acabar con el que hirió a su hijo. Ahora él tiene una familia y haría lo mismo que hizo su amigo.
Esta historia que así contada parece bastante dura, puede convertirse en un relato más de policías o llegar a ser una de las piezas mejor llevadas de la cartelera de los últimos años. Y como se puede deducir de la crítica, el resultado es la segunda opción. Si el texto es bueno, los actores consiguen darle una vida y una credibilidad excelentes.
La obra nos habla de las vidas condenadas, de la incapacidad de salirse del papel que nos toca vivir. Los personajes arrastran toda la basura que ven en la calles y son incapaces de separar sus vidas personales de estas visiones.
A partir de dos únicos actores, vivimos toda una historia llena de personajes, de momentos difíciles, tensión y frustración. Con un escenario casi vacío, les acompañamos a todos los lugares que recorren en estas últimas semanas. Nos prestamos a su diálogo y a su juego, no somos capaces de juzgar a unos personajes que viven situaciones tan difíciles. Y cuando la obra se acaba, nos sentimos tan tristes como si un amigo hubiera muerto y no hemos sido capaces de ayudarle a salir. Creo que los actores también acaban con esta sensación de llevarse algo del personaje con ellos de vuelta a casa.
Es una de las mejores críticas tuyas que he leído, y eso se debe a que has puesto la emoción que sentiste en lo que has escrito. Es un motor poderoso, la emoción, y cuesta encauzarlo para que lo escrito sea coherente. Pero en este caso te ha quedado muy bien, felicidades.
ResponderEliminarHay una cosa que mencionas con la que no estoy del todo de acuerdo. El efecto de sobrecoger a la audiencia no es mágico. Hay frías técnicas y métodos para lograrlo. La dificultad reside en no caer en la lágrima fácil, en no usar trucos para lograrlo, en no utilizar clichés de alcance generalista. En que la historia que emociona lleve algo más que el interés por provocar emoción. Si en este caso has logrado encontrar esa fina línea, estupendo.
Me alegro de que hayas disfrutado viendo la obra y escribiendo la crítica. ¡Lurdes ha vuelto, tiemblen las salas!