Marga y Juan Andrés cenan tranquilamente en el salón de su casa. De repente suena un teléfono y empiezan a buscar por todos lados su origen, ya que ellos no tienen instalado ninguno en casa. El marido lo encuentra y descuelga, atendiendo una extraña llamada que pide hablar con el señor Schmitt. Tras colgar después de una airada conversación pregunta a su mujer qué hace un teléfono en su casa. Ella contesta que no tiene nada que ver y automáticamente se percata de que el salón está totalmente cambiado y ninguno de sus objetos se encuentran allí.
Los dos quedan estupefactos y no se explican lo que está ocurriendo. Deciden llamar a la policía utilizando el extraño teléfono aparecido, pero al marcar el 112 hablan con la protectora de animales que se niega a facilitarles en número de la policía de... Andorra!!!! Una nueva llamada a información para averiguar el nuevo numero de la policía les lleva a una conversación con otro extraño personaje que solo colabora a aumentar el caos del matrimonio.
Cuando intentan salir de casa descubren que su llave no abre la puerta y están encerrados. Están viviendo una pesadilla para la que no encuentran ninguna explicación.
De pronto se abre la puerta desde fuera, el portero viene acompañado de un policía. Éste quiere comprobar si las personas que están allí son los dueños de la casa o la han allanado.
Pregunta por sus identidades y estos contestan inocentemente con la verdad. Rápidamente el policía les apunta con una pistola y les amenaza diciendo lo mal que se las gastan con los ladrones allí en... Andorra!!!
Así que instintivamente los dos responden afirmando que son los señores Schmitt. El policía no quedándose tranquilo intenta pillarles y les hace más preguntas, como sus nombres. La indignación de Juan Andrés es tremenda, sin embargo Marga opta por seguirle la corriente y simular que es quién esperan que sea.
El interrogatorio a los personajes es muy ágil y divertido, las continuas meteduras de pata de Juan Andrés son salvadas por su mujer que consigue reencaminar el dialogo.
Finalmente el policía se va de la casa después de anunciar que serán investigados y que tienen que permanecer dentro de la vivienda.
Tan pronto éste sale el matrimonio pacta hacerse pasar por los Schmitt, llamarse por sus nuevos nombres, Enrique y Mónica, y adoptar su nuevo roll, al menos hasta que puedan salir de allí. Ella le insiste en que deben de ser peces, que se dejan llevar por la corriente y no salmones que intentan luchar contra ella. Cada vez que él duda y la mira, ella mueve la mano como un pez en el agua.
Al amanecer del día siguiente llaman a la puerta y aparece un psiquiatra que viene a evaluar el estado psíquico de la pareja. Juan Andrés ha pasado la noche levantado revisando papeles e indagando en su nueva identidad. Ha descubierto que hay ciertas similitudes entre el tal Enrique Schmitt y él, Juan Andrés Carnero. Desayunan lo mismo, ambos son médicos aunque él es oftalmólogo y en su nueva identidad es dermatólogo. El psiquiatra con sus preguntas consigue sacar de sus casillas a Enrique-Juan Andrés, que dice todo tipo de barbaridades, como que ametrallaría a todos sus pacientes con esos granos sebosos, o que le va el porno y los rabos.
Su mujer está horrorizada de escuchar tantas barbaridades y decide retirarse. La siguiente prueba para evaluar el estado del médico es coger una pelota que el psiquiatra le lanzará. Él se obsesiona con la prueba, discute con el lanzador, se burla de él cuando la coge... Entra al trapo de todo lo que el experto le pide. Las nuevas preguntas sobre sus datos personales las "resuelve" con la ayuda de su mujer y del DNI de Enrique Shcmitt que misteriosamente ha aparecido en el bolsillo de su abrigo.
El policía vuelve a aparecer para explicar el avance que han tenido en la investigación, les comunica que han encontrado a su hijo, Carlos. La estupefacción se muestra en sus caras y nuevamente las preguntas del policía muestran que no tienen ni idea. La edad del ¿niño?¿hombre? oscila entre 12 y 20, que son las respuestas de los supuestos ambos progenitores.
Cuando el hijo entra en la casa, se trata de un hombre negro!!! Mónica se lanza sobre él, le besa le abraza, es feliz de volver a verle y le dice que la reconozca como madre y le dará lo que él quiera. Entonces Carlos la llamará mamá. A continuación le pide que también salude a su padre que no ha mostrado ninguna efusividad, pero el hijo contesta que ya no es su padre. El policía intenta detener a Juan Andrés y éste se indigna por su ignorancia y explica la diferencia entre "no es mi padre" y "ya no es mi padre". El debate léxico da para mucho y al fin Carlos admite que es su padre. El policía se lleva a Carlos para interrogarle a solas y en ese momento Juan Andrés aprovecha para felicitar a Marga por su gran actuación. Pero Marga ya no es su Marga sino Mónica, la otra, la suplantada. Mónica no sabe de qué le habla Enrique, Juan Andrés no entiende qué le pasa a Marga... Ahora Juan Andrés se siente totalmente pedido y solo.
Juan Andrés desiste, acepta que ya no es el que creía ser y a partir de ahora será Enrique.
Días después el matrimonio Schmitt se dispone a cenar tranquilamente con su hijo Carlitos. Enrique quiere saber que piensa su familia de él. Con tono irónico hace comentarios a sus compañeros de cena. Su mujer le comenta que es una persona luchadora, admirable, trabajadora. Sin embargo su hijo le habla sinceramente, le explica el ser despreciable que es. A Juan Andrés no le queda nada más por lo que luchar, escribe una nota, se retira a su habitación y se pega un tiro para acabar con el horror en el que está encerrado. Su pregunta es la última oportunidad para intentar adaptarse a ese mundo que no siente y que no quiere, en la nota dejó escrito que él era salmón.
La historia habla de cuál es nuestra posición ante la vida, si somos como los peces que se dejan llevar por la corriente y hacemos aquello que se espera de nosotros o nos arriesgamos a luchar aunque sus consecuencias puedan ser la soledad y el rechazo.
La obra está llena de simbolismo, muchos pequeños detalles cuentan y complementan la historia de diferentes maneras. Cada día que pasa cambia la posición de la puerta de la entrada de la casa, avanza, se desplaza de izquierda a derecha, son pasos que sus mentes van asumiendo, aceptando y transformándoles, en algunos casos sí, en otros no.
El humor absurdo no es tal humor, no es simple, Ionesco es elaborado, rebuscado, roza la crueldad de Artaud. La historia cala de forma mucho más profunda porque después de reírnos sentimos la atrocidad que hemos cometido, abandonando al indefenso, al ser que se vio solo. Pero no somos bárbaros, simplemente tenemos miedo de vernos como él, señalados, acusados, abandonados.