domingo, 13 de octubre de 2019

RICARDO III

Todo apuntaba a que no íbamos a ver una obra convencional y ortodoxa, una adaptación fiel a un texto de William Shakespeare. Algunas referencias hablaban de atemporalidad con guiños a situaciones actuales. El Ricardo III que hemos visto más allá del clásico permite entrever las referencias a la historia reciente, que bajo mi opinión no hace otra cosa que aumentar la validez de la representación.

Comenzamos asistiendo a las reflexiones de un dictador en el que yo creo recordar a Stalin. Explica el papel de la sociedad como una profunda incoherencia, que se sostiene como ejemplo del absurdo del ser humano. La sociedad se crea con el objetivo de un fin común mejor, pero sus integrantes solo buscan el bien individual y la mantienen simulando un falso altruismo.

Hechas las referencias al siglo XX y su similitud con el mundo real, pasamos a ver Ricardo III. 
En el reino de Ricardo las guerras han sido durante los últimos tiempos el estado natural. Todo es más fácil cuando las familias de York y Lancaster luchan defendiendo unos colores y el bando contrario es fácilmente identificable. Pero una vez llegada la paz el enemigo no es tan visible y en todos los lugares puede encontrarse.

El rey Eduardo, de la familia York, pide la paz y el trabajo en equipo para resolver los conflictos del pasado. Sin embargo acaban de salir a la luz unos papeles que implican a su hermano Jorge en negocios turbios, su inicial, J., está en las anotaciones. Para limpiar la imagen Eduardo manda encarcelarle en la torre del Palacio. Él, el rey, está enfermo y su mujer Isabel, una plebeya, teme por su futuro, ya que se ha acostumbrado a ocupar el buen cargo de reina.  



La reina Margarita es la representante viva de mayor grado de la casa de Lancaster, su bando es el perdedor, frente al de Eduardo padre, ya difunto. Margarita perdió a su marido Enrique VI y a su hijo, e Isabel también pertenecía a sus filas, la que está ahora casada con el rey Ricardo, del bando contrario. Margarita aparece para maldecir a toda la familia, premoniza que no tendrán descanso, todos caerán igual que los suyos perecieron.



Todos los personajes que vamos conociendo se mueven por su afán de poder, su lucha por conservarlo por encima de cualquier persona y cualquier situación y por la avaricia. Pero por encima de todas ellas destaca el personaje de Ricardo III, el tercer hermano del rey Eduardo. Aquel que pese a quién pese busca ostentar el poder sin mirar si los perjudicados son de su familia o no. Cuenta con un arma muy poderosa, su capacidad de convencer y envaucar aunque todo sea una pura falsedad. A pesar de ser un jorobado, un tullido, hazmerreir de todos, consigue tornar la risa que provoca en horror. 




En el lecho de muerte del hijo de la reina Margarita, Ricardo convence con artimañas a su mujer Ana para que se case con él, así consigue afianzar su Reino uniendo a parte de las tropas del enemigo. Cuando Ana deja de interesarle acaba con su vida, pero antes Ana le dirá lo desdichada que ha sido desde que se unió a él. Ella pronunciará las palabras "mañana en la batalla piensa en mí y caiga tu espada sin filo", haciendo referencia a todos los muertos que fue dejando por el camino y que siempre le acompañarán y atormentarán. Ricardo III ordena el asesinato de su hermano Jorge, que fue encerrado en la torre por aparecer en los papeles, cuando el rey iba a indultarlo. Ricardo siembra la desdicha y el horror por donde quiera que va, colabora en la muerte de su hermano el rey. Acaba con primeros ministros, caballeros y señores en cuanto dejan de serle útiles para sus fines. 

Su última demencia será solicitar a Isabel casarse con su hija, una niña, para así asegurarse el trono, tras haber acabado con su hermano mayor, que se convirtió en heredero debido al fallecimiento del rey Eduardo. 



Ricardo III parapetado de su muleta recorre el escenario haciendo de maestro de ceremonias, acompañado de un micrófono con el que dará su show, el papel que viene representando años. Ese tullido vive en una continua guerra y no quiere apearse de ella, fuera de la contienda no sabe actuar, la lucha pierde su sentido. 



Sus acciones solo consiguen que todos acaben uniéndose contra él, la batalla vuelve a empezar, pero esta vez hasta sus más fieles le acaban abandonando al ver que en Ricardo nunca tendrán a un líder sino a un ser enfermo y soberbio a partes iguales. 

Cuando todos van hacia él, enemigos y fantasmas del pasado, Ricardo proclama la más famosa frase: "Mi reino por un caballo". Sólo desea continuar la lucha. En esa batalla, la de Bosworth, caerá. 

Esta representación de Ricardo III hace referencias continuas a tantos dictadores que han sido los tristes protagonistas del siglo XX. Incluso Franco en su lecho de muerte hace un cameo, como marido de Ana y rey de la casa de Lancaster.
No hay atrezzo del siglo XVII, no hay escenario, no hay referencias a la época victoriana porque todo sigue vigente, es más vigente que nunca. 

El miedo como única forma de imponerse, la soberbia, la maldad más pura, nos llevan acompañando toda la historia y sin embargo cada cierto tiempo nos tienen que recordar cómo tergiversan nuestra verdad para hacerse con el poder y tenernos de su lado.

Obra muy interesante para reflexionar y buscar las similitudes con las noticias de nuestro día a día. 






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