martes, 12 de junio de 2012

FOLLIES


Hoy la obra era un musical con mayúsculas, nada que ver con las comedias/musicales, como en la última ocasión. No es que mi gusto haya dado un giro de ciento ochenta grados, tampoco es que esté agotada de ver obras reivindicativas, dramas sociales y económicos, o autores americanos de la primera mitad del s. XX. El motivo de haberla elegido es que siempre hay excepciones y entre tanto musical corrientucho, alguno tiene que ser bueno. Éste viene avalado por el Teatro Español, es decir, por Mario Gas, lo dirige él mismo, y tiene un gran reparto de actrices y actores difícil de encontrar, y menos en una única obra. Y aunque esto no sea muy relevante, todos los días cuelgan el cartel de "No hay localidades".

El musical es típicamente americano, la idea es original de allí, y así también son la película y las mil representaciones que se han llevado a escena. El texto no ha sido adaptado, por lo que la historia tiene lugar en un teatro en Nueva York y los personajes vienen de ciudades y estados del mismo país. 

Un teatro viejo cuenta sus últimas horas antes de su derrumbe. Allí se construirá un aparcamiento. Son los años 70, una nueva era en la que los teatros de varietés ya perdieron su lugar. Pero vinculados a este teatro hubo muchas artistas en los años 40. Su antiguo director decide organizar una fiesta con todos los que vivieron sus momentos de gloria, todas las cantantes que soñaron con saltar desde su escenario a la fama. Asistimos al reencuentro de esta gran familia, muchos no habían tenido contacto desde hace 30 años. Algunos se quieren, otros se odian, y otros recuerdan viejas historias olvidadas. 



Entre todas las vidas que nos cuentan, unas toman especial protagonismo, las de dos parejas que en su tiempo fueron muy amigos. Ninguno de los cuatro es feliz, ninguno se siente querido, piensan que han desperdiciado su vida con la persona inadecuada. Una de las mujeres, Sally, estuvo locamente enamorada de Ben, el actual marido de su amiga. Hace 30 años él decidió quedarse con la otra, con Philips. Pero ahora tiene que reconocer que nunca la quiso, porque nunca quiso realmente a nadie, sólo se quiso a él. Así que pasa su tiempo alternando con las mujeres que se prestan a su juego. Por otro lado su mujer también liga con jovencitos. Sally charla con Ben y revive su amor, le convence de éste y él incluso está dispuesto a dejarlo todo por sentirse querido pero finalmente entiende que lo único que quiere alimentar es su ego y da marcha atrás, reconoce que no la quiere. Ella herida vuelve con su marido, sabiendo que la quiere y que un amor que pasó hace décadas no puede revivir, porque tuvo su oportunidad y no la aprovechó. La mujer de Ben, Philips sabe que él no podría estar lejos de ella porque tantos años juntos les ha hecho entenderse y quererse a su manera. 
La historia está contada de forma amena, ya que junto a los ancianos reunidos para la fiesta, jóvenes actores representan las historias que vivieron los jóvenes. Y sólo en el momento que se enfrentan a la verdad, los actores del mismo personaje se miran a los ojos y se preguntan por lo que han hecho con sus vidas, por la decisión que tomaron y les condicionó para siempre. Este recurso hace que la historia quede más poética, dentro de su simplicidad.
  
Además los viejos actores representan números de aquella época, hacen coreografías, se lucen como lo habrían hecho hace años. Las canciones son de todo tipo, cómicas, románticas, desesperadas, muchas canciones, demasiadas para mí. Pero es que para esto hemos venido. 


En conjunto diría que lo he pasado bien disfrutando de un musical pero que hasta la próxima vez que repita, pasará bastante tiempo. Lo que realmente no acaba de llenarme de este género es que la historia suele ser simplona, poco trabajada o ñoña, y es que cuando se va a ver un musical se piensa en disfrutar de las canciones, bailes, cabaret y el argumento sólo intenta conectar las piezas sin mayor importancia. Claro que cuando yo voy al teatro voy pensando en escuchar historias interesantes.

1 comentario:

  1. Bueno, pero entonces... ¿esta historia era ñoña o no? No me queda claro. Los musicales no me atraen nada y este, por lo que comentas, tiene toda la parafernalia de un musical americano. Qué raro que Mario Gas se haya metido a hacerlo, aunque tampoco me extraña, pues una persona inquieta debe buscar siempre nuevas formas de expresión.

    Me ha gustado lo que has comentado del recurso de mirarse a los ojos a través del tiempo y de la edad, la juventud y la senectud, y preguntarse o hacerse reproches. Poético a fuerza de realista. Bien por recalcarlo.

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