viernes, 15 de noviembre de 2013

DUET FOR ONE

En la sala Guindalera hoy podíamos deleitarnos con una de las mejores familias del teatro, los Pastor. Dos tercios de sus integrantes se iban a poner ante nuestros ojos, para hacernos disfrutar como siempre y como nadie del buen teatro.

Duet for one no se podría clasificar como una obra sencilla. Basada completamente en el texto, sin atrezzo o agentes externos que den pie a la actuación, todo el peso recae sobre los actores, en una obra sin descanso. Por eso cuando quiero ver buen y puro teatro me acerco a su sala.


Juan Pastor es el doctor Feldman, Ana Pastor es la señora Abraham, esposa del conocido pianista Leiberman. Solos en escena, nos contarán de qué trata la vida, cómo superar las dificultades y cómo entender nuestras limitaciones.

Ella ha ido a la consulta del conocido doctor aconsejada por su marido. Aún es muy joven pero una dolencia crónica grave la ha obligado a abandonar su pasión y profesión, concertista de violonchelo, y ha quedado postergada en una silla de ruedas. Padece esclerosis múltiple, una enfermedad degenerativa y sin cura que le ha hecho renunciar a sus sueños y a su futuro.


El diálogo entre ambos nos enseñará la debilidad del ser humano, la capacidad de ocultar sus verdaderos sentimientos bajo muchas capas, de crear y creer engaños como medio de subsistencia. Cada pregunta enerva más a la joven que siente como el mundo inventado se resquebraja y pierde su función de protección.

El psiquiatra indaga en la relación con su marido, basada esencialmente en la música que les unió y que ahora que se ha vuelto inexistente y les separa. Analiza la relación con sus padres: su madre renunció a su carrera como pianista para acompañar a su marido, y ese sacrificio se ve reflejado en ella, que lucha también sin medida. La lucha de la señora Abraham, Stephanie, también es la de una hija que pierde a su madre y se debe de enfrentar a un padre de mente estrecha para convertirse en lo que quiere ser, una gran violonchelista. Su vida hasta aquí ha sido una lucha continua por alcanzar sus metas, y con 36 años enferma de la peor manera posible, ya que sabe que nunca volverá a tocar su instrumento.

Y así sus distintos intentos por mostrarse fuerte son desmontados una y otra vez por un doctor que sufre el despecho de su paciente hacia el tratamiento. Ante confesiones sobre suicidio, humillaciones y desprecios que ella misma se infringe, el señor Fieldman acaba desvelando lo que realmente piensa de esa niña asustada y cobarde que ve en su paciente. Y le indica el auténtico camino de la vida, que es vivirla, enfrentarse a cada problema que nos encontramos para resolverlo y ser mejores personas. Con estas palabras, con esta verdad frente a ella, Stephanie no tiene más recursos para ocultarse, para esconderse detrás de su máscara.

Así que en la última sesión psiquiátrica, Stephanie confiesa que no volverá a su consulta porque no hay solución posible para ella. Porque su vida no está del lado de la realidad, sino del de la magia de su música y una vez ésta ha desaparecido no hay forma de volver al mundo real, el que dejó siendo una niña.


La sencillez y dureza con la que ambos actores nos van enfrentando a la vida es magistral, supongo que este mérito debería de ser repartido entre autor, director y actores. Destaco al autor porque escribió esta obra hace pocos más de 30 años, pero ésta conserva un toque clásico muy especial.

La historia está basada en la vida de Jacqueline du Pré, esposa de Daniel Baremboin, el famoso pianista. Como nuestra protagonista Jacqueline, vivió para el violonchelo y murió de esclerosis múltiple.

Y ahora, después de esta estupenda obra, sólo pondría una objeción. Parece que la sala Guindalera está empeñada en especializarse en casos raros, enfermedades de dificil tratamiento y con una afección importante en la psicología de los personajes (Molly Sweeney, La máquina de abrazar).

Sobre los actores hay poco más que decir, sólo añadiría que María Pastor me ha gustado aún más si cabe que en otras representaciones.


1 comentario:

  1. Parece una buena obra. A lo mejor habría que aclarar, al principio en el segundo párrafo, que es la sala la que tiene esas características de manera general, porque no queda muy claro. Por lo demás está muy bien comentada, con imágenes que ayudan a hacerse una idea de la representación.

    Es curioso que una sala se dedique a explorar obras psicológicas, más de los laberintos de la mente que de las acciones. Es muy interesante. Por tus comentarios entiendo que disfrutaste mucho.

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