El actor principal es Josep María Pou, grande entre los grandes, que suele elegir muy bien sus personajes, seres atormentados con mucha fuerza.
Pero hoy cometí dos fallos, el primero fue elegir una obra de mucho texto para un día en que me encontraba muy cansada. Aunque intentaba estar concentrada me costaba mucho mantener la atención, la mente salía volando fácilmente fuera del teatro y desconectaba de la representación. Quizá una obra más dinámica sea una mejor opción para días entre semana como este. Mi segundo fallo fue que no supe elegir bien el asiento. El teatro la Latina no es de mis comunes, así que opté sin mucho criterio por un asiento en la zona más barata. El tipo de sala no permitía que las voces de los actores resonaran y se difundieran por igual en todo el espacio y a veces no se entendía lo que decían.
Josep María Pou viene acompañado de dos actores, este no es un monólogo suyo al uso, aunque no es relevante que en este caso adopten este formato.
Pou es Ahab, el capitán de un barco ballenero, el Pequod. Es un ser tirano, autoritario, blasfemo, soberbio, vengativo, egoísta, vanidoso, y un ser déspota con sus trabajadores. En su mente solo hay un objetivo: atrapar a la ballena blanca Moby Dick. A este fin lo supedita todo, su vida y la de los que le acompañan. Ahab actúa movido por la venganza, no es capaz de recapacitar y olvidar, aceptar lo ocurrido, su deseo de vencer a toda costa le vuelve ciego, egoísta y loco.
Todos estos calificativos que he atribuido a Ahab son la descripción que hacen tanto él de sí mismo y como su tripulación.Y todos coinciden. Sin embargo sus marineros le respetan, en parte por miedo y en parte porque creen en él. En el barco viajan cuarenta marineros que desconocen que acompañan a Ahab en su aventura, estos creen que van a cazar ballenas por los lejanos océanos. Pero no es así, Ahab esconde su miserable plan, oculta su sentimiento de odio y venganza porque sabe que es la única manera de que le acompañen.
Ahab no quiere a nadie, ni a él mismo, sólo desea vengarse, acabar con el animal que le arrebató su pierna hace muchos años y le dejó tullido para el resto de su vida. Él no lo ha olvidado y su único objetivo desde entonces es encontrar y acabar con Moby Dick. De tanto creerse su historia siente que su victoria sobre el leviatán será la de toda la humanidad, se siente un libertador con derecho a decidir en la vida de los demás.
Ahab nos habla desde la experiencia, en su larga vida ha visto mucho mundo y esto le da una sabiduría y una capacidad de percepción sublime que le impide disfrutar de las cosas sencillas como la alegría.
De la ballena hay algo que le aterra especialmente y es su blancura, ese color que se refleja en tantos elementos como la luna, el agua, el cielo, los albatros, los tiburones, los albinos. Él ha desarrollado esa capacidad de ver más allá que el resto de humanos, y sufre un sentimiento de atracción por aquello que le da miedo, es incapaz de alejarse de lo que sabe que irremediablemente le llevará a la fatalidad.
De su tripulación conoceremos a dos marineros, uno de ellos es Ismael, el narrador original de la obra escrita. Es un experto navegante valiente pero también una persona con cordura para saber que esa aventura en la que les ha embarcado Ahab les llevará a un trágico final a todos. El otro es Pip el cobarde, un ser asustadizo que ayuda a su capitán en todo lo que puede, no sabe plantarle cara. A su vez es el único personaje que consigue arrancar del capitán gestos de ternura. El capitán ve sufrir a Pip y está a punto de caer al mar y morir, y a pesar de todo sigue arriesgándose por su capitán, entonces Ahab le acoge junto a él, le protege y nunca dejará que se separe.
a aventura, seguro del triste final que les espera, e intenta convencer al capitán. Debido a su insistencia se gana las amenazas de muerte de Ahab y que le encañone con su arma. La locura y obsesión están por encima de cualquier persona. Como dice Ahab, el no está loco, él es la locura enloquecida.
Ahab se ha hecho construir un enorme arpón y con él pretende acabar con la gran ballena blanca. No basta con que el mamífero muera, él necesita ser el protagonista de su fin. Busca el enfrentamiento cuerpo a cuerpo con el animal, da igual que sean hombre contra ballena. Aunque cuente con su tripulación para ayudarle, Ahab desea ser la persona que acabe con su vida.
La vida en el mar es dura y cuando encuentran un cachalote en la que creen ver a Moby Dick se lanzan a su caza. Cinco marineros morirán en su intento por matarla. Finalmente será vencida y entonces descubrirán su error. Herman Melville aprovecha para incluir aquí un tratado sobre como desmembrar y diseccionar al cachalote para aprovechar todo su cuerpo en alimentar a personas y barco.
La obra es una continua lucha por bajar a los infiernos. Así cuando Ismael pide a Ahab parar con el fin de arreglar las máquinas, éste se niega rotundamente, no quiere ceder ni un día en su búsqueda desesperada. También un arponero amigo le solicita ayuda para buscar a su hijo desaparecido que iba en una barca y cayó al mar. Éste se niega diciendo que el chaval ya estará en el fondo del mar.
El mar es un sitio entre la vida y la muerte, su calma, sus cantos de sirenas les trasladan a ese lugar indefinible, ese paraíso en vida. El capitán reflexiona durante su largo viaje, nos expresa lo que siente por el mar, su eterno compañero.
¡Rugid y remad! grita desde la cubierta para que nadie pare. Por fin avistan a Moby Dick, su blancura, las heridas que le acompañan no dejan lugar a duda.
Empieza la lucha que durará tres días. En el primero persiguen a la ballena para darle caza pero una de sus más fieles marineros, el que llevaba un ataúd para morir en el mar, es enganchado por la cuerda del arpón y lanzado al mar. El segundo día y como en una premonición Moby Dick lanzará el cuerpo de vuelta al barco aterrándolos a todos. Cuando el Pequod persigue a la ballena ésta desaparece y vuelve a surgir detrás del ballenero. Ahora son ellos los perseguidos...
La lucha final será encarnizada, Ahab disparará su arpón, pero el leviatán acabará destruyendo y hundiendo el barco y comiéndose al capitán. Solo Ismael sobrevivirá metido en el ataúd flotante. Él será el único testigo que nos pueda contar lo que allí se vivió.
La ballena aparece ante nosotros como una gran sábana blanca que engulle todo el escenario, barco, marineros, capitán.
El escenario es la proa del barco y delante veremos las olas y el mar, sencillo y de una gran belleza.
En el personaje de Ahab subyacen todas esas mentes autoritarias capaces de llevar a la perdición a personas, a pueblos, persiguiendo una idea loca, suicida, prevaleciendo su opinión sobre cualquier juicio moderado, lo que es un fiel reflejo de la sociedad en la que vivimos.
Muy interesante la reseña.
ResponderEliminarJosep María Pou es un monstruo. A pesar de llevar casi todo el peso de la obra, el escenario se le queda pequeño. Me alegro de que te gustara. Tampoco me gustó la configuración del teatro...