Ir al teatro María Guerrero siempre es un placer, especialmente pisar su sala pequeña, ese espacio donde la cercanía te ayuda a comprender mucho mejor a los actores y todo el trabajo que hay detrás. En esta sala de cuatro filas cualquier butaca que elijamos es buena para disfrutar al máximo de la representación. Además, las temáticas y argumentos, el desarrollo de las obras y el elenco de actores nunca defraudan.
La obra de teatro de hoy “Espejo de Víctima” se desarrolla a través de dos historias independientes. Ambas van a tener mucho en común más allá del nexo lógico por estar unidas en un único espectáculo.
La primera pieza cuenta un encuentro entre una periodista y un político de bastante relevancia. Ella trabaja en una revista de mujeres que dedica un artículo a hombres con poder, lo que le lleva a citarse con él para una entrevista. Él está a punto de ser ascendido a candidato de su partido, se encuentra nervioso y exultante a la vez, continuamente mostrando su posición superior frente a ella, que actúa con mayor inseguridad.
Él se expresa con unas frases muy ensayadas, sabe de la importancia de cada una de sus palabras y tiene muy claro la imagen que quiere dar.
Ella comienza haciendo preguntas sobre su juventud, ya que el artículo quiere indagar en la persona para entender al personaje y al político en qué se ha convertido. Así descubre que pasó de estudiar en un colegio privado a un colegio inglés, que desprecia ligeramente la muerte por ser un final que no tiene más repercusión sobre la persona fallecida, que busca obsesivamente el orden y la simetría, que cree que la memoria colectiva no debería de olvidar aunque la individual lo necesita como mecanismo de defensa, todos son detalles que parecen no tener ninguna importancia más allá de una vida cualquiera de un joven que he llegado a un puesto relevante en política. La actitud de él ante cada pregunta y cada afirmación es la de un conquistador, un hombre que le gusta escucharse y gustar.
Y cuando la conversación parece muy previsible algo se rompe, todo salta por los aires: ella saca una foto de él junto a sus compañeros del equipo de fútbol del colegio privado. Él, a pesar de sus ensayadas poses para resistir en situaciones tensas, deja entrever que está turbado. Ella le bombardea con preguntas y comentarios sobre esa época, mientras que él intenta salir airoso del golpe manteniendo la compostura y preguntando repetidamente de donde ha salido esa foto. Ella cambia su tono y comienza a hablar de él como de alguien conocido, él esconde algo en su pasado que podría hundirle, una historia turbia que ha intentado ocultar desde hace muchos años.
Esta historia olvidada por la memoria colectiva es la de una chica asimétrica con un muñón por brazo que estaba locamente enamorada de él y cuenta la de veces que éste la llevó detrás de las gradas para hacerle todo lo que él quería, pegarle, vejarla, y aquella vez que incluso invitó a sus compañeros del equipo de fútbol para que miraran. Esa pobre chica tullida era la hermana de la periodista, que acabó sus días tirándose por una ventana. Él se defiende argumentando que no tuvo la culpa pero acaba confesando que realmente sufrió mucho por lo que pasó, que le marcó para toda la vida. A pesar de todo siente que ya pagó por ello, tuvo que recibir un tratamiento en el colegio inglés por lo ocurrido. Él se reconoció como un monstruo por lo que hizo pero a sus ojos ya es una persona íntegra porque se rehabilitó, y ahora no le debe nada a nadie.
Ella sigue culpándole de lo ocurrido pero él descubre un atisbo de duda en ella y pregunta por su relación con su hermana. Ella entonces confiesa todo el odio que lleva años guardando dentro, ha sido siempre la hermana de la pobre lisiada por lo que se ha sentido abandonada y olvidada por toda su familia. Y aunque creyó que tras el suicidio ocuparía el puesto que siempre le correspondió, se dio cuenta de que ella nunca ostentaría esa posición, ésta siempre quedaría para su pobre hermana tullida muerta. Ambas fueron víctimas, animales heridos que no pudieron hacer frente a sus vidas.
La hermana a pesar de llevar años esperando encontrarse con el que cree asesino de su hermana mayor, acaba confesando la realidad: ella deseó la muerte de su hermana hasta tal punto que cuando la vio tirarse por la ventana esperó veinte minutos hasta saber que estaba muerta para avisar desesperadamente a su familia.
¿Ser una víctima te hace menos culpable de acciones repugnantes? Cuando somos víctimas todo el mundo nos puede entender, se pueden poner de nuestro lado, nos sentimos arropados y no tenemos necesidad de justificar nuestras acciones. Pero, ¡ay! si nos convertimos en verdugos, nuestros actos serán juzgados y condenados, dejaremos de tener el beneplácito de la sociedad.
Él fue un monstruo lo reconoció y purgó sus penas pero ella es tan monstruo como él y aún se niega a aceptarlo.
Por fin llega la llamada en la que le nombran candidato para las elecciones y él es feliz. Sin embargo sobre él se cierne la sombra de lo que ha hecho, de lo que ha sido.
La segunda historia es algo similar a la primera y desarrolla un poco más la idea de la culpa y del victimismo y la imagen de la sociedad sobre estos temas. Aquí nuevamente una chica lisiada está en una sala y es abordada por un hombre que viene a verla.
Éste quiere hablar con ella, someterla a una especie de entrevista para poder conocer realmente a la mujer que tiene delante. Como ella no es muy partidaria de esta conversación, el hombre hace sutiles comentarios para provocarla y que surja el debate entre ellos. De su charla sabremos que ella sufrió un atentado que le ha dejado sin una pierna y un ojo. Estos daños le darían un cierto estatus como víctima en la sociedad, que le permitiría vivir tranquila en su papel de pobre animal herido. Sin embargo ella no está dispuesta a aceptar esa imagen que se quiere vender de ella y por oponerse a esto es odiada por una gran parte de la población que le insulta y acosa en redes sociales.
La chica es descarada, soberbia y no calla cuando quiere expresar algo, guste a quién guste. Por estos motivos ha encontrado a tantos enemigos en una sociedad arcaica que solo pretende hacerse unos héroes a su medida sin preocuparse de lo que éstos sientan.
Frente a las ayudas recibidas como víctima del terrorismo y a las fotos que se hizo junto a todos los políticos, ella también ha querido mostrar su cuerpo desnudo lisiado en revistas y cobrar por ello. Y eso, la sociedad no está dispuesta a aceptarlo .
El hombre esperaba encontrar una mujer dolida y resentida con el mundo que ha encontrado esa forma de actuar como una única manera de demostrar su odio, pero al hablar con ella descubre un ser inteligente y consciente de sus pasos y de su vida y orgulloso de lo que es. Y esto desencadena un terrible odio del hombre hacia la mujer.
Nuevamente no nos encontramos ante un interlocutor pasivo y externo a toda la situación sino un hombre implicado en la vida de la mujer y sus palabras son demoledoras: “he venido a matarte”.
Este hombre desagradable y algo retorcido esconde una relación con la mujer que ni ella mismo puede recordar. El día del atentado él había quedado con su novia, se dirigía al lugar acordado pero llegaba con algo de retraso tras haber tomado unas cañas con sus colegas. Cuando se encontraba a dos manzanas del lugar fijado una fuerte explosión hizo estallar todo el edificio. Él corrió hacia la zona 0 buscando el cuerpo de su novia, la encontró, su pelo rizado pelirrojo le ayudó a localizarla. La cogió en brazos y entre todo el caos buscó un taxi que la llevara al hospital. Al poco se dio cuenta de que la chica rescatada no era su novia y volvió corriendo hasta el lugar del atentado. Por fin la encontró allí, había muerto un rato antes desangrada.
Lo único que podría salvar a este pobre desgraciado de su tortura diaria sería sentir que el esfuerzo hecho y la persona a la que devolvió la vida valía la pena. Pero la mujer que se encuentra es una vergüenza para la sociedad, una carroña que sería mejor que desapareciera. Él ha sido el culpable de que ella esté viva así que debe de enmendar su error y sintiéndose dueño de su vida decide acabar con ella. Pero en lo más profundo no quiere hacerlo y le pide que se retracte, que confiese su locura, su odio, su condición de víctima. Ella no se doblega, no está dispuesta a bajar la cabeza para negar quién es. Así dejamos a los dos, con una pistola entre las manos y forcejeando por ver qué fuerza se impondrá y vencerá en esta lucha sin sentido.
Los actores son inmejorables, sus interpretaciones no dejan ningún lugar a duda, reconocemos a la perfección los personajes ante los que nos encontramos. Los actores representan papeles muy diferentes en las dos obras. Parece imposible cómo son capaces de entrar y salir de roles tan marcados y contrapuestos. Esta es la magia del teatro, la de dar toda la vida y emoción sin movernos de una sala.
Es teatro puro, sin atrezzo, sin escenario, vestuario, solo interpretación pura, dialogo puro.