sábado, 23 de marzo de 2019

ESPEJO DE VÍCTIMA

Ir al teatro María Guerrero siempre es un placer, especialmente pisar su sala pequeña, ese espacio donde la cercanía te ayuda a comprender mucho mejor a los actores y todo el trabajo que hay detrás. En esta sala de cuatro filas cualquier butaca que elijamos es buena para disfrutar al máximo de la representación. Además, las temáticas y argumentos, el desarrollo de las obras y el elenco de actores nunca defraudan. 



La obra de teatro de hoy “Espejo de Víctima” se desarrolla a través de dos historias independientes. Ambas van a tener mucho en común más allá del nexo lógico por estar unidas en un único espectáculo. 


La primera pieza cuenta un encuentro entre una periodista y un político de bastante relevancia. Ella trabaja en una revista de mujeres que dedica un artículo a hombres con poder, lo que le lleva a citarse con él para una entrevista. Él está a punto de ser ascendido a candidato de su partido, se encuentra nervioso y exultante a la vez, continuamente mostrando su posición superior frente a ella, que actúa con mayor inseguridad. 
Él se expresa con unas frases muy ensayadas, sabe de la importancia de cada una de sus palabras y tiene muy claro la imagen que quiere dar. 

Ella comienza haciendo preguntas sobre su juventud, ya que el artículo quiere indagar en la persona para entender al personaje y al político en qué se ha convertido. Así descubre que pasó de estudiar en un colegio privado a un colegio inglés, que desprecia ligeramente la muerte por ser un final que no tiene más repercusión sobre la persona fallecida, que busca obsesivamente el orden y la simetría, que cree que la memoria colectiva no debería de olvidar aunque la individual lo necesita como mecanismo de defensa, todos son detalles que parecen no tener ninguna importancia más allá de una vida cualquiera de un joven que he llegado a un puesto relevante en política. La actitud de él ante cada pregunta y cada afirmación es la de un conquistador, un hombre que le gusta escucharse y gustar. 



Y cuando la conversación parece muy previsible algo se rompe, todo salta por los aires: ella saca una foto de él junto a sus compañeros del equipo de fútbol del colegio privado. Él, a pesar de sus ensayadas poses para resistir en situaciones tensas, deja entrever que está turbado. Ella le bombardea con preguntas y comentarios sobre esa época, mientras que él intenta salir airoso del golpe manteniendo la compostura y preguntando repetidamente de donde ha salido esa foto. Ella cambia su tono y comienza a hablar de él como de alguien conocido, él esconde algo en su pasado que podría hundirle, una historia turbia que ha intentado ocultar desde hace muchos años. 

Esta historia olvidada por la memoria colectiva es la de una chica asimétrica con un muñón por brazo que estaba locamente enamorada de él y cuenta la de veces que éste la llevó detrás de las gradas para hacerle todo lo que él quería, pegarle, vejarla, y aquella vez que incluso invitó a sus compañeros del equipo de fútbol para que miraran. Esa pobre chica tullida era la hermana de la periodista, que acabó sus días tirándose por una ventana. Él se defiende argumentando que no tuvo la culpa pero acaba confesando que realmente sufrió mucho por lo que pasó, que le marcó para toda la vida. A pesar de todo siente que ya pagó por ello, tuvo que recibir un tratamiento en el colegio inglés por lo ocurrido. Él se reconoció como un monstruo por lo que hizo pero a sus ojos ya es una persona íntegra porque se rehabilitó, y ahora no le debe nada a nadie. 



Ella sigue culpándole de lo ocurrido pero él descubre un atisbo de duda en ella y pregunta por su relación con su hermana. Ella entonces confiesa todo el odio que lleva años guardando dentro, ha sido siempre la hermana de la pobre lisiada por lo que se ha sentido abandonada y olvidada por toda su familia. Y aunque creyó que tras el suicidio ocuparía el puesto que siempre le correspondió, se dio cuenta de que ella nunca ostentaría esa posición, ésta siempre quedaría para su pobre hermana tullida muerta. Ambas fueron víctimas, animales heridos que no pudieron hacer frente a sus vidas. 
La hermana a pesar de llevar años esperando encontrarse con el que cree asesino de su hermana mayor, acaba confesando la realidad: ella deseó la muerte de su hermana hasta tal punto que cuando la vio tirarse por la ventana esperó veinte minutos hasta saber que estaba muerta para avisar desesperadamente a su familia. 
¿Ser una víctima te hace menos culpable de acciones repugnantes? Cuando somos víctimas todo el mundo nos puede entender, se pueden poner de nuestro lado, nos sentimos arropados y no tenemos necesidad de justificar nuestras acciones. Pero, ¡ay! si nos convertimos en verdugos, nuestros actos serán juzgados y condenados, dejaremos de tener el beneplácito de la sociedad. 


Él fue un monstruo lo reconoció y purgó sus penas pero ella es tan monstruo como él y aún se niega a aceptarlo. 

Por fin llega la llamada en la que le nombran candidato para las elecciones y él es feliz. Sin embargo sobre él se cierne la sombra de lo que ha hecho, de lo que ha sido. 

La segunda historia es algo similar a la primera y desarrolla un poco más la idea de la culpa y del victimismo y la imagen de la sociedad sobre estos temas. Aquí nuevamente una chica lisiada está en una sala y es abordada por un hombre que viene a verla. 

Éste quiere hablar con ella, someterla a una especie de entrevista para poder conocer realmente a la mujer que tiene delante. Como ella no es muy partidaria de esta conversación, el hombre hace sutiles comentarios para provocarla y que surja el debate entre ellos. De su charla sabremos que ella sufrió un atentado que le ha dejado sin una pierna y un ojo. Estos daños le darían un cierto estatus como víctima en la sociedad, que le permitiría vivir tranquila en su papel de pobre animal herido. Sin embargo ella no está dispuesta a aceptar esa imagen que se quiere vender de ella y por oponerse a esto es odiada por una gran parte de la población que le insulta y acosa en redes sociales. 
La chica es descarada, soberbia y no calla cuando quiere expresar algo, guste a quién guste. Por estos motivos ha encontrado a tantos enemigos en una sociedad arcaica que solo pretende hacerse unos héroes a su medida sin preocuparse de lo que éstos sientan. 




Frente a las ayudas recibidas como víctima del terrorismo y a las fotos que se hizo junto a todos los políticos, ella también ha querido mostrar su cuerpo desnudo lisiado en revistas y cobrar por ello. Y eso, la sociedad no está dispuesta a aceptarlo .

El hombre esperaba encontrar una mujer dolida y resentida con el mundo que ha encontrado esa forma de actuar como una única manera de demostrar su odio, pero al hablar con ella descubre un ser inteligente y consciente de sus pasos y de su vida y orgulloso de lo que es. Y esto desencadena un terrible odio del hombre hacia la mujer. 

Nuevamente no nos encontramos ante un interlocutor pasivo y externo a toda la situación sino un hombre implicado en la vida de la mujer y sus palabras son demoledoras: “he venido a matarte”. 


Este hombre desagradable y algo retorcido esconde una relación con la mujer que ni ella mismo puede recordar. El día del atentado él había quedado con su novia, se dirigía al lugar acordado pero llegaba con algo de retraso tras haber tomado unas cañas con sus colegas. Cuando se encontraba a dos manzanas del lugar fijado una fuerte explosión hizo estallar todo el edificio. Él corrió hacia la zona 0 buscando el cuerpo de su novia, la encontró, su pelo rizado pelirrojo le ayudó a localizarla. La cogió en brazos y entre todo el caos buscó un taxi que la llevara al hospital. Al poco se dio cuenta de que la chica rescatada no era su novia y volvió corriendo hasta el lugar del atentado. Por fin la encontró allí, había muerto un rato antes desangrada. 


Lo único que podría salvar a este pobre desgraciado de su tortura diaria sería sentir que el esfuerzo hecho y la persona a la que devolvió la vida valía la pena. Pero la mujer que se encuentra es una vergüenza para la sociedad, una carroña que sería mejor que desapareciera. Él ha sido el culpable de que ella esté viva así que debe de enmendar su error y sintiéndose dueño de su vida decide acabar con ella. Pero en lo más profundo no quiere hacerlo y le pide que se retracte, que confiese su locura, su odio, su condición de víctima. Ella no se doblega, no está dispuesta a bajar la cabeza para negar quién es. Así dejamos a los dos, con una pistola entre las manos y forcejeando por ver qué fuerza se impondrá y vencerá en esta lucha sin sentido. 


Los actores son inmejorables, sus interpretaciones no dejan ningún lugar a duda, reconocemos a la perfección los personajes ante los que nos encontramos. Los actores representan papeles muy diferentes en las dos obras. Parece imposible cómo son capaces de entrar y salir de roles tan marcados y contrapuestos. Esta es la magia del teatro, la de dar toda la vida y emoción sin movernos de una sala. 
Es teatro puro, sin atrezzo, sin escenario, vestuario, solo interpretación pura, dialogo puro.


domingo, 10 de marzo de 2019

AGRUPACIÓN SEÑOR SERRANO - KINGDOM

Me encantan estos días llenos de improvisación, en que surgen los planes con total sencillez, sin ninguna necesidad de planificación previa. Así ha sido hoy. Gracias a la recomendación de Charo, entró en la lista de deseos una obra a la que por otro lado era muy difícil llegar por los caminos normales (revista de teatro, reseñas en internet). Y así era por su extraño título y por los pocos días que iba a estar en cartel. Sin embargo todo se puso a favor, y una hora antes del comienzo de la representación encontré las dos últimas entradas libres y compañía para ir a verla.

La obra era bastante curiosa, como casi todas las programadas en el Teatro Canal durante el tiempo que Alex Rigola lo ha dirigido. Su programación es muy transgresora, y en particular esta obra tira por tierra todas las normas y convencionalismos del teatro clásico. Aquí no veremos a actores interpretando a personajes, ni tan si quiera como en la función ILUSIONES. Los actores nos van a contar una historia real de nuestro pasado y presente. Tampoco vamos a tener un escenario al uso, éste se irá construyendo en cada escena dando una sensación efímera. Todo está vivo y todo es cambiante, asistimos a la genuina, a una única representación, irrepetible.


La historia nos va a hablar del plátano como elemento central. Así dicho se puede pensar en muchas posibilidades y llama a la imaginación. Empezando por la historia más clásica viajaremos con la Biblia al momento de nuestra creación, el de Adán y Eva. En los textos se habla del árbol del bien y del mal, que es el árbol que daría el conocimiento a Adán y Eva en caso de probar su fruto, y a su vez serían expulsados del paraíso como castigo por la desobediencia. Y con una canción muy “cañera” cantada por un chino conoceremos esta historia de este árbol de vida y de expulsión. Y por si éste fuera poco comienzo, aquí empiezan las disquisiciones alrededor del plátano. Porque el “arbe de bien et male” fue mal traducido, ya que "male" significa manzana y de ahí la confusión en la que nos ha tenido sumida la religión durante tantos siglos. El árbol realmente era un platanero, el “arbe di paradisi”, como le llamó después el gran inventor de la taxonomía. El plátano es el fruto que nos llevó a la perdición.



El plátano era un fruto totalmente desconocido, que se encontraba en la selva de Costa Rica. Hasta allí llegó Minor Cooper Keith para construir el tranvía que atravesara la selva. En vista de la tremenda dificultad de su misión, se le ocurrió reconvertir su negocio a la exportación de un fruto sólo existente allí, el plátano, y para ello utilizaría el ferrocarril para llevarlos desde la selva a puerto. Así en 1877 se descubre el plátano como fruta maravillosa y se funda la National Fruit Company y su consumo se extiende por toda la tierra. En 1920 es la fruta más consumida del mundo, o al menos eso es lo que nos cuentan. 

Aquí podemos decir que asistimos a la primera gran empresa de la globalización y el consumismo al ser capaces de crear una necesidad de la nada, de algo de lo que no se tenía ni constancia. Además fruta tremendamente peculiar, no tiene semillas así que se reproduce por esquejes, lo que quiere decir que es una planta en continuo peligro de extinción y sin embargo es la base de la alimentación de muchos pueblos.  

Esa fruta maravillosa que en esa época había conseguido colonizar enormes tierras por todo el mundo, grandes áreas de cultivo se rindieron a sus pies, se acabará convirtiendo en una ruina: surge un parásito que ataca al platanero y mata a la planta. No había forma de hacer frente a esta plaga, así que el mundo sufre y se lamenta por la pérdida de este fruto de los dioses. Llega la crisis del 29 en EEUU y el hombre se siente cerca de su fin.


En ese momento aparece como salvador de la sociedad casi extinta King Kong, el gran Kong. Este ser revitalizará y dará fuerza al hombre, volverá a traer la confianza al macho, que se siente viril, capaz de todo. Y el plátano será el símbolo de esta recuperación. El hombre se ve como un reflejo de King Kong y para imitarlo y sentirse como él hace sus bailes y demonstraciones de fuerza. Y el plátano fálico lo representa todo.

El paso del tiempo nos lo cuentan a través de las portadas de revistas icono de la época, como el TIME con el personaje del año. 

Cuando la obra está a punto de acabar, se muestra al hombre como un imitador de king kong, que basa su ser en demostraciones de fuerza, en su baile. Y el plátano fálico lo representa todo. 

En la época actual hemos convertido el plátano en lo que queramos, el plátano hipster, el plátano mujer, el plátano gay, el plátano consentido, el plátano explotador... lo hemos transformado en la etiqueta que más nos guste, ya no somos seres individuales que decidimos libremente, sólo somos las etiquetas que nos pongamos y nos asignen. No hay que forjarse una personalidad, sólo hay que elegir la etiqueta. 

La obra acaba con la aparición de un grupo de tíos muy cachas que imitando a un líder harán un baile para demostrar su fuerza y hombría basado en su ídolo, King Kong. 



Todo esto contado así parece una historia difícil de llevar al teatro. de todas las posibles opciones para su representación, han elegido quizá la más complicada. En el escenario hay tres enormes mesas con elementos, plátanos por supuesto, pero también revistas, papeles, fajos de billetes, fruta,  maquetas de trenes, cabañas, tierra, plantas, instrumentos de música, teclados, batería, guitarra, sintetizadores, y también cámaras. Y con todo esto irán montando la obra sobre la marcha. Las cámaras servirán para poner el foco sobre lo que nos quieren explicar en cada momento, de forma que irán grabando y proyectarán en la pantalla del fondo. Así veremos las manzanas del árbol del Edén, la maqueta del tren y el poblado centroamericano, la expedición por la selva entre plantas de plástico, los fajos de billetes, las revistas TIME, los recortes de periódicos con el crack del 29. 


Y el último eslabón que permite la genialidad de esta obra son los actores, cinco personas que nos van a acompañar. Uno de ellos es el narrador, una especie de telepredicador, que repite como un mantra "¡estamos bien!" y nos cuenta las maravillas del plátano. Habla de las quejas continuas de esta sociedad que no tienen ninguna razón, porque ¡estamos bien!
Otro de los personajes es un chico chino que cuenta sus historias cantando, en una música marchosa y discotequera. Nos mete en ese ritmo marchoso, nos lleva a esa inhibición del individuo hasta llegar al fin común, donde se controlan nuestras necesidades y consumos. 



Obra muy interesante y divertida pero con un mensaje atroz que en el momento no cala porque estás rodeado de esa locura. pero cuando dejas la sala y el ruido para y no ves a esos hombres con cuerpos esculturales, todo vuelve a su lugar y aquí surgen las preguntas que nos plantean cuánto de verdad hay en la vida que vivimos, hasta qué punto se ejerce ese control sobre nosotros. 

viernes, 1 de marzo de 2019

MOBY DICK

Hoy he aprovechado una noche libre para volver a pisar el teatro. Ha sido algo inesperado así que no tenía muy claro a dónde acudir. Una recomendación de Ismael, que también es un buen "teatrero", me ha hecho decantarme por una obra que él vio hace poco, Moby Dick.

El actor principal es Josep María Pou, grande entre los grandes, que suele elegir muy bien sus personajes, seres atormentados con mucha fuerza.

Pero hoy cometí dos fallos, el primero fue elegir una obra de mucho texto para un día en que me encontraba muy cansada. Aunque intentaba estar concentrada me costaba mucho mantener la atención, la mente salía volando fácilmente fuera del teatro y desconectaba de la representación. Quizá una obra más dinámica sea una mejor opción para días entre semana como este. Mi segundo fallo fue que no supe elegir bien el asiento. El teatro la Latina no es de mis comunes, así que opté sin mucho criterio por un asiento en la zona más barata. El tipo de sala no permitía que las voces de los actores resonaran y se difundieran por igual en todo el espacio y a veces no se entendía lo que decían.

Josep María Pou viene acompañado de dos actores, este no es un monólogo suyo al uso, aunque no es relevante que en este caso adopten este formato.

Pou es Ahab, el capitán de un barco ballenero, el Pequod. Es un ser tirano, autoritario, blasfemo, soberbio, vengativo, egoísta, vanidoso, y un ser déspota con sus trabajadores. En su mente solo hay un objetivo: atrapar a la ballena blanca Moby Dick. A este fin lo supedita todo, su vida y la de los que le acompañan. Ahab actúa movido por la venganza, no es capaz de recapacitar y olvidar, aceptar lo ocurrido, su deseo de vencer a toda costa le vuelve ciego, egoísta y loco.

Todos estos calificativos que he atribuido a Ahab son la descripción que hacen tanto él de sí mismo y como su tripulación.Y todos coinciden. Sin embargo sus marineros le respetan, en parte por miedo y en parte porque creen en él. En el barco viajan cuarenta marineros que desconocen que acompañan a Ahab en su aventura, estos creen que van a cazar ballenas por los lejanos océanos. Pero no es así, Ahab esconde su miserable plan, oculta su sentimiento de odio y venganza porque sabe que es la única manera de que le acompañen.

Ahab no quiere a nadie, ni a él mismo, sólo desea vengarse, acabar con el animal que le arrebató su pierna hace muchos años y le dejó tullido para el resto de su vida. Él no lo ha olvidado y su único objetivo desde entonces es encontrar y acabar con Moby Dick. De tanto creerse su historia siente que su victoria sobre el leviatán será la de toda la humanidad, se siente un libertador con derecho a decidir en la vida de los demás.

Ahab nos habla desde la experiencia, en su larga vida ha visto mucho mundo y esto le da una sabiduría y una capacidad de percepción sublime que le impide disfrutar de las cosas sencillas como la alegría.

De la ballena hay algo que le aterra especialmente y es su blancura, ese color que se refleja en tantos elementos como la luna, el agua, el cielo, los albatros, los tiburones, los albinos. Él ha desarrollado esa capacidad de ver más allá que el resto de humanos, y sufre un sentimiento de atracción por aquello que le da miedo, es incapaz de alejarse de lo que sabe que irremediablemente le llevará a la fatalidad.

De su tripulación conoceremos a dos marineros, uno de ellos es Ismael, el narrador original de la obra escrita. Es un experto navegante valiente pero también una persona con cordura para saber que esa aventura en la que les ha embarcado Ahab les llevará a un trágico final a todos. El otro es Pip el cobarde, un ser asustadizo que ayuda a su capitán en todo lo que puede, no sabe plantarle cara. A su vez es el único personaje que consigue arrancar del capitán gestos de ternura. El capitán ve sufrir a Pip y está a punto de caer al mar y morir, y a pesar de todo sigue arriesgándose por su capitán, entonces Ahab le acoge junto a él, le protege y nunca dejará que se separe. 






Sin embargo Ismael lucha por salir vivo de est
a aventura, seguro del triste final que les espera, e intenta convencer al capitán. Debido a su insistencia se gana las amenazas de muerte de Ahab y que le encañone con su arma. La locura y obsesión están por encima de cualquier persona. Como dice Ahab, el no está loco, él es la locura enloquecida.

Ahab se ha hecho construir un enorme arpón y con él pretende acabar con la gran ballena blanca. No basta con que el mamífero muera, él necesita ser el protagonista de su fin. Busca el enfrentamiento cuerpo a cuerpo con el animal, da igual que sean hombre contra ballena. Aunque cuente con su tripulación para ayudarle, Ahab desea ser la persona que acabe con su vida.

La vida en el mar es dura y cuando encuentran un cachalote en la que creen ver a Moby Dick se lanzan a su caza. Cinco marineros morirán en su intento por matarla. Finalmente será vencida y entonces descubrirán su error. Herman Melville aprovecha para incluir aquí un tratado sobre como desmembrar y diseccionar al cachalote para aprovechar todo su cuerpo en alimentar a personas y barco.

La obra es una continua lucha por bajar a los infiernos. Así cuando Ismael pide a Ahab parar con el fin de arreglar las máquinas, éste se niega rotundamente, no quiere ceder ni un día en su búsqueda desesperada. También un arponero amigo le solicita ayuda para buscar a su hijo desaparecido que iba en una barca y cayó al mar. Éste se niega diciendo que el chaval ya estará en el fondo del mar.

El mar es un sitio entre la vida y la muerte, su calma, sus cantos de sirenas les trasladan a ese lugar indefinible, ese paraíso en vida. El capitán reflexiona durante su largo viaje, nos expresa lo que siente por el mar, su eterno compañero.

¡Rugid y remad! grita desde la cubierta para que nadie pare. Por fin avistan a Moby Dick, su blancura, las heridas que le acompañan no dejan lugar a duda.
Empieza la lucha que durará tres días. En el primero persiguen a la ballena para darle caza pero una de sus más fieles marineros, el que llevaba un ataúd para morir en el mar, es enganchado por la cuerda del arpón y lanzado al mar. El segundo día y como en una premonición Moby Dick lanzará el cuerpo de vuelta al barco aterrándolos a todos. Cuando el Pequod persigue a la ballena ésta desaparece y vuelve a surgir detrás del ballenero. Ahora son ellos los perseguidos...
La lucha final será encarnizada, Ahab disparará su arpón, pero el leviatán acabará destruyendo y hundiendo el barco y comiéndose al capitán. Solo Ismael sobrevivirá metido en el ataúd flotante. Él será el único testigo que nos pueda contar lo que allí se vivió.

La ballena aparece ante nosotros como una gran sábana blanca que engulle todo el escenario, barco, marineros, capitán.

El escenario es la proa del barco y delante veremos las olas y el mar, sencillo y de una gran belleza.

En el personaje de Ahab subyacen todas esas mentes autoritarias capaces de llevar a la perdición a personas, a pueblos, persiguiendo una idea loca, suicida, prevaleciendo su opinión sobre cualquier juicio moderado, lo que es un fiel reflejo de la sociedad en la que vivimos.