Ha pasado mucho tiempo desde mi última visita al Teatro Español. Me siento desleal al volver a este escenario, donde ya no está Mario Gas dirigiendo, programando y eligiendo nuevas obras. La vida sigue y hay que conocer a sus nuevos habitantes.
Esta obra no me atrajo por su argumento, me pareció un tema bastante manido (una especie de The way we were), sin embargo sus actores sí me parecieron destacables: José Mª Pou y Nathalie Poza.
Vuelvo a mi asiento de siempre, el teatro está lleno pero mi fila ha sido respetada, creo que es la única zona del teatro no ocupada.
Cuando el telón se levanta aparece ante nuestros ojos un pequeño apartamento. Kyra acaba de llegar a casa, con las prisas deja la puerta abierta y un joven se cuela en la estancia. Al verse ambos, y tras el susto inicial, se funden en un tierno abrazo. Eddie es un chaval que pasa por una edad difícil y viene a contar sus problemas a Kyra y encontrar un apoyo en ella. El joven sabe a donde acude, ella vivió varios años con su familia y les conoce bien. Con la llegada del joven vuelven recuerdos que creía desterradas de su vida. Eddie cuenta que su madre murió hace un año y desde entonces su padre no abandona la casa de campo a la que se trasladaron cuando Alice enfermó. La diferencia de edad entre padre e hijo y la distinta forma de entender la vida hace casi imposible que se traten de una forma aceptable. En el fondo, con su visita el joven intenta reavivar la historia de amor que hubo entre ambos, y con ello suavizar el amargo carácter de su padre.
Tras su insistencia, Kyra le dice que lo único que echa de menos son los largos y gustosos desayunos, dejando bien claro que lo pasado pasado está y no volverá. Pero el pasado ha vuelto para plantarse delante de sus narices de la forma más inesperada.
Unas horas después de la visita de Eddie el timbre del portal comienza a sonar insistentemente. Y detrás, pulsándolo frenéticamente está Tom, el padre de Eddie. Tom ha decidido salir de su encierro y presentarse en casa de la mujer a la que amó y perdió hace años. No se han vuelto a ver desde entonces y el final de su historia no fue agradable. Aunque la primera reacción de la mujer es la de no abrir, acaba dejándole pasar.
Su saludo no se parece en nada al abrazo que dio a su hijo, la historia no es la misma.
La conversación que mantienen está cargada de tensión y reproches, ambos intentan aclarar los momentos que no entendieron, justificar sus reacciones y salir ilesos de la condena del otro, aunque eso ya es imposible. Así como es imposible recuperar lo que vivieron, hacer como si no hubieran pasado los cuatro últimos años, desde que ella se fue de la casa sin una explicación.
La conversación nos desvela la dura historia de amor e infidelidad ya pasada, y el presente al que se ha aferrado cada uno. Su forma de entender el mundo les hace difícil entenderse, aceptar que ambas realidades son válidas.
Hace doce años ya que Kyra buscaba trabajo y recaló en un restaurante de Alice y Tom. Una chica despierta y alegre que rápidamente gustó a Alice y fue contratada. Kyra y Tom se enamoraron y vivieron un romance a espaldas de la esposa engañada. Según su modo de entender, Kyra nunca sintió que engañara a su amiga y patrona, ya que ella vivía un amor a escondidas, solo compartido con la persona a la que quería. Tom también la quería locamente y escondía su culpa bajo capas de conformidad. Sólo un requisito puso Kyra para mantener la relación, que Alice nunca se enterara. Si llegara ese fatídico momento, ella dejaría la casa y a la familia. Como podemos imaginar, esto ocurrió, Alice descubrió unas cartas en las que la chica declaraba todo su amor. Como había prometido, Kyra dejó la casa y nunca más volvió. Los motivos eran varios, no quería destruir una familia aparentemente feliz, pero también había perdido la confianza en el hombre al que amaba, al que pidió que su mujer nunca supiera lo que había entre ellos o todo acabaría.
Contada así, la obra suena muy típica, hay que tener en cuenta que la historia se va descubriendo poco a poco, con saltos en el tiempo, bromas, recuerdos.
Lo que pasó después no pertenece a los recuerdos en común, sino a las vidas surgidas tras la ruptura. Cada uno ha tenido que soportar su calvario, vivir su soledad y crear una nueva situación soportable, todo esto tras seis años de relación oculta.
Poco tiempo después de la ruptura Alice enfermó, le detectaron un cáncer con el que vivió tres años. Ha pasado ya un año desde su muerte, pero el dolor no se ha ido mitigando con el tiempo. La sensación de culpa acompaña cada día a Tom que nunca obtuvo el perdón de su mujer. Hizo todo lo posible por hacerla feliz pero comprobó que la felicidad no se consigue a golpe de talonario. Alice usó la culpa como arma contra su marido, con su muerte dejó abierta una herida incurable.
Tom se esconde tras su máscara de empresario con éxito en los negocios, habla de sus logros, su cadena de restaurantes, las inversiones hechas. Pero no es capaz de entender todo lo que ha perdido: una mujer a la que quiso pero hizo infeliz, una joven a la que amó y sigue amando locamente pero no entiende, un hijo con el que paga todas sus frustraciones.
Cuando dejó la casa Kyra acabó sus estudios de maestra y ahora trabaja en uno de los barrios más marginales de Londres. Los problemas con los que se enfrenta cada día son más reales que los que nunca Tom pudo imaginar. Pero ella también se esconde tras ellos, simula tener una vida plena cuando reside en un cuchitril sin calefacción, vive para sus alumnos, no tiene más alicientes. Ésa es su condena, así evita su culpa, castigándose día a día, o al menos eso es lo que siente Tom. Él intenta ayudarla a su manera, pagarle una calefacción nueva, suministrarle los mejores quesos del país sin entender que una vida modesta puede ser suficiente.
Durante la noche charlan, se besan y sienten la pasión y creen poder recuperar el amor que vivieron, pero sus posiciones se han extremado. Ni si quiera son capaces de comprender lo que mueve al otro a vivir tal y como lo hace. Entre recriminaciones ambos acaban confesando que se siguen amando, pero a su vez reconocen que no están preparados para ceder. Aunque Tom iba a dormir con ella, en mitad de la noche Alice le pide que se vaya.
Antes de partir, Tom le pide que algún día vaya a comer a alguno de sus restaurantes, que intentará hacerle sentir como en su casa. Parece que ha comprendido que la vida que Kyra se ha construido es la mejor que podría imaginar.
A la mañana siguiente Eddie vuelve a aparecer por la casa de Kyra, trae el desayuno más maravilloso que ella podría imaginar. Intenta recuperar el mejor recuerdo que ella tiene de la vida que compartió con su familia. Quizá sea sólo eso, guardar en la memoria lo bueno que hubo, pero no intentar recuperar aquello que pasó hace demasiado tiempo.
La obra no destaca por su originalidad, pero sí por el estupendo reparto. Nunca vi a José Mª Pou actuar tan bien, de una forma tan creíble y compenetrada con el personaje. Nathalie Poza interpreta su personaje muy bien, realmente en ellos reside la calidad de la obra. Para hacer la situación más creíble, durante la charla Kyra prepara la cena, corta cebolla, la fríe, cuece la pasta.
Pasamos con ellos menos de veinticuatro horas, encerrados en esta casa acogedora o cuchitril, según se mire. Sentimos que hemos abierto un agujero en la pared y desde allí observamos lo que ocurre en el apartamento, y revivimos con ellos su historia. Con ellos nos sentimos cómodos, violentos, tristes, la mejor forma de comprobar que hemos disfrutado con la representación.
Por eso a veces los actores jóvenes eligen otras arriesgadas, y los actores conocidos otras más convencionales. Porque los actores jóvenes tienen que deslumbrar y mostrar todo su potencial; para los que ya están consagrados con una función corriente les basta.
ResponderEliminarHa debido ser un gustazo ver actuar a Jose María Pou en directo. No conozco a Natalia Poza.
Con esa obra me pregunto, ¿por qué tiene que ocurrir la representación en Londres? Es una historia que bien podría haber sido adaptada a la España moderna. Me resulta raro que los nombres de los personajes sean Eddie, Kyra, Alice, Tom. De alguna manera hace que te separes de la historia.
Según entiendo de tu crítica, la clave de la obra está en la separación entre los dos amantes, pero ya una vez pasados los años. Quizás sea el aspecto más original y también el más difícil de desarrollar.
En fin, ¡buena crítica como siempre!