Se me ocurren diversas maneras para comenzar esta crítica y como sé que te gusta leerme, las contaré todas. Podría empezar recordando que esta obra pertenece a mi más tierna infancia, un libro con este título estaba en la colección SALVAT con la que tanto me gustaba jugar. Debo de decir que nunca lo leí.
Otra forma de empezar sería introducir el género de esta obra, el teatro del absurdo. El concepto es claro, vamos a ver hechos absurdos y cómicos, detrás de esta clasificación no se esconde nada extraño, no hay dobles sentidos. Este teatro se crea en mitad del s. XX para cuestionar la sociedad y el hombre a través de la incoherencia, el disparate y lo ilógico.
Por último quiero hablar de mi butaca en el Karpas Teatro, en la primera fila! No tiene un mérito especial tratándose de una sala de cinco filas. Pero es que los actores estaban sentados a dos cuartas de mí! Claro que en estas salas te arriesgas a sufrir los efectos secundarios de la cercanía, pequeños escupitajos, salpicaduras de sudor y lo que ellos quieran, como una "ozonopinación".
Paso a contar la obra, o al menos intentaré que lo aquí descrito se asemeje al argumento visto.
Clotilde y Mariana, tía y sobrina de la familia Briones, entran en un cine de barrio huyendo de Ezequiel y Fernando, tío y sobrino de la familia Ojeda. Mariana ama y detesta a Fernando a partes iguales, entre uno y otro sentimiento pueden pasar décimas de segundo, lo que desconcierta continuamente a Fernando. Mariana dice que algo cambia en él, adora su halo de misterio, pero cuando éste lo pierde no consiente ni una mirada suya. Tío y sobrino entran en el cine siguiendo a la pareja de mujeres. Cuando Mariana ve al joven cae nuevamente prendada de amor, pero instantes después sale corriendo de lugar sin una explicación.
El segundo acto transcurre en la casa de Mariana. Aquí descubrimos a los extraños personajes que integran su familia. Su padre, Edgardo, lleva veintiún años en cama, a vivir en ésta se condenó cuando tras enviudar fue rechazado por la hermana de su mujer, Clotilde. No se levanta de la cama pero todos los sábados hace viajes en tren a San Sebastián. Su criado Fermín simula el recorrido, silba al llegar a las estaciones del camino, anuncia los productos típicos de la región... Fermín es el criado de la casa, siente que la locura de todos le está afectando y pretende dejar a la familia lo antes posible. Para ello forma a un sustituto que alucina con todo lo que allí pasa.
La hermana del padre, Micaela, presiente todas las semanas que el sábado vendrán los ladrones, motivo por el cual su hermano Edgrado no debería salir de viaje en tren.
Mariana es la más normal de la familia, aparte de su extraño comportamiento hacia el hombre que ama y un pequeño detalle: cuando habla no para de mover las manos, haciendo una especie de traducción simultanea en lenguaje de signos.
Mariana y Clotilde huyeron del cine y llegan a casa. Fernando no desiste y corre tras ellas. Ezequiel, que tiene un affaire con Clotilde también aparece por la casa. Pero ambos son atacados por los perros de Micaela, Caín y Abel. Después de algún que otro mordisco, ambos pasan al salón de la casa donde se reune toda la familia. Fernando ha vuelto a recuperar su encantador misterio pero el pobre no sabe qué pensar entre tanto loco en la familia Briones. Además algunas objetos que allí encuentra le hacen comportarse de forma extraña, lo que encanta más a Mariana. Ella le promete que irá a la casa de él esa noche, pero segundos después cambia de opinión. Él está desesperado y necesita aclarar los misterios que no le dejan vivir así que duerme a su novia con cloroformo y se la lleva. Mientras tanto, Clotilde investiga por su lado lo que tío y sobrino ocultan. Consigue robar una libreta a Ezequiel en la que relata cómo cometió los asesinatos de Felisa, Ana, y muchas otras. De repente descubre lo que está pasando, pero le entra pavor cuando se entera de que Fernando se ha llevado a Mariana contra su voluntad hacia lo que parece ser la casa de los horrores.
El último acto tiene lugar en la casa de los Ojeda, donde viven el tío, el sobrino y un extraño criado. Hasta allí ha llegado Fernando cargando con el cuerpo de Mariana. Cuando ésta se despierta tiene una extraña sensación, reconoce objetos de la casa, ubicaciones de muebles escondidos y habitaciones. Fernando está desconcertado, más aún cuando le muestra un retrato de ella que llevaba veinte años escondido en un desván. Además hay armarios que se abren y cierran solos, hoyos hechos en el jardín por Fernando, en escondites por la casa encuentran cuchillos y prendas de mujer manchadas de sangre... Todo apunta a que ambos hombres asesinan y entierran a jóvenes en el jardín.
Ése es el teatro de enredo que tanto gustaba durante la dictadura, ése en el que todos los personajes acaban juntos y revueltos en un lío que parece imposible de aclarar. Y como siempre, se resuelve con final rocambolesco y feliz, lo cuento.
En el armario estaba escondida la hermana de Mariana, desaparecida hace tres años, que ha venido a la casa a ver a su marido, un policía que investiga las desapariciones que están teniendo lugar en la casa. Junto al supuesto retrato de Mariana hay un vestido que ella se pone para sorprender a todos y resolver el jaleo. Cuando aparece vestida, es Micaela, la hermana del padre la que se vuelve más loca, grita y pide perdón por el error cometido.
El padre debe contar lo que lleva callando tantos años. Hace mucho las familias Ojeda y Briones fueron muy amigas. Tanto que la pareja Briones, Edgardo y Eloisa, junto con Micaela, fueron a vivir a la casa de los Ojeda.
Micaela había perdido la cabeza, que ya es decir, y presintió que Eloísa y el señor Ojeda mantenían un lío. Movida por su locura apuñaló a la pobre Eloísa que fue enterrada bajo el almendro del jardín. Los Briones que quedaban vivos se fueron de la casa y sus recuerdos fueron escondidos en un baúl en el desván. Nunca más se habló del tema para proteger a Micaela. Pero Fernando siempre sintió la presencia de Eloísa en la casa y al ver a su hija creyó conocerla de toda la vida y se enamoró. Necesitaba traerla a la casa para encontrar qué la ataba a ella de una forma tan fuerte. Y así fue. El enredo queda descubierto. Sólo faltaría aclarar que Ezequiel se dedicaba a matar gatas para sus investigaciones, y a todas ponía nombre de mujer antes de sacrificarlas.
La obra es entretenida y graciosa. Aunque el argumento es desenfadado parece ser que esconde una fuerte crítica a la época que vivían, partiendo de personajes banales. En ese tiempo era importante superar la censura y usaban el humor para esconder mensajes acusadores.
Los actores hacen un gran esfuerzo por llegar al público, son expresivos y divertidos, muy necesario en este tipo de teatro. Claro que no son grandes profesionales y las comparaciones no les favorecen. Pero hay que valorar la energía y empeño que ponen en sus papeles, lo que hace casi olvidar que no estamos ante una gran compañía.
Me gusta leerte, pero me gusta leerte entera; el tono de tu voz, tus sonrisas a medias, tus ojillos brillando, tu olor a patio andaluz. Me gusta que me hables a mí en tus críticas, pero también me gustaría que le hablaras a más gente, para que otros compartieran lo que tú ves.
ResponderEliminar¡Pero los libros son para leer! ¿Cómo es que jugabas con las ediciones Salvat? Tsk tsk...
Me ha gustado tu descripción de la obra, para variar un teatro absurdo, sin más intención que el de pasarlo bien y sorprenderte. Puede ser liberador también, y el humor no es tan obvio como en las piezas abiertamente cómicas. El absurdo requiere que estemos despiertos para que nos sorprenda.
Muy interesante de leer, como siempre. Preciosa.