viernes, 24 de mayo de 2013

VIENTO ES DICHA DE AMOR

Voy a empezar por el final para no llevar a nadie a engaño: la obra es espantosa. A partir de aquí, que cada uno decida si quiere seguir leyendo, o aún más, si quiere pasarse por el teatro de la Zarzuela alguno de los últimos cuatro días que la obra se representará. Estáis avisados. 
Podría haber intentado suavizar mi opinión con frases como "a mí no me ha gustado mucho...", o "hay partes que sobran según mi punto de vista...". Pero esta vez creo que no me equivoco, tanto es así que cuando cayó el telón algunas personas del público gritaron "¡Sinvergüenzas, esto es un fiasco!" y más de la mitad de las butacas quedaron vacías inmediatamente. No es que yo defienda este comportamiento, al contrario, pienso que todas las obras tienen partes destacables y, en último caso, la culpa no suele ser de los actores. En esta obra destacaría la lírica; y nuevamente veo que no la dejo en buen lugar, ya que es complicado que yo disfrute con las partes cantadas de una representación. Bastante malo tiene que haber sido el resto. 

Dicho esto, paso a contar muy rápidamente el argumento. Viento... nos cuenta cómo es el amor, desenfrenado, ciego, no correspondido, doloroso, loco. Todos estos sentimientos entran en una sola palabra y nuestros personajes serán víctimas de todos ellos. Céfiro ama a Liríope, Fedra ama a Céfiro, Antenor ama a Fedra. Cada personaje sufre de una amor no correspondido y a su vez desconoce que otro muere por él. Todos los personajes pertenecen a la mitología, así que sus historias pueden resultarnos conocidas. Céfiro es el dios del viento y Liríope es una ninfa consagrada al culto del amor. La obra comienza cuando Céfiro destruye el templo de Liríope, o mejor dicho, la historia comienza en un balneario donde una supuesta clienta pide a las masajistas que le cuenten historias. Éstas le cantaran y contaran el amor de Céfiro y Liríope a la clienta, que realmente es el personaje del amor. 
La obra transcurre en continuos desencuentros que podrían ser atractivos si se entendieran. Las ninfas que acompañan a Liríope la protegen y rodean con su baile, mientras que los faunos de Céfiro se acercarán a ellas para pillar cacho, y lo consiguen. Amor reprende a Céfiro por el daño causado a Liríope, ésta intenta acabar con su vida cuando conoce su destino, él la salva del suicidio y la rapta hasta que consigue su amor... Si esta historia es típica y aburrida, la otra no lo es menos. Artenón persigue a a Fedra por todo el escenario a una velocidad de tortuga durante el primer acto. En el segundo le declara su amor y ésta cae rendida a sus pies y olvida a Céfiro, aquél por el que bebía los vientos. Para celebrarlo se desnudan y refrotan en una especie de lago que ocupa el centro del escenario. Olvidé decir que Céfiro y Liríope hicieron lo mismo aunque es más destacable el caso de Artenón, interpretado por Alberto San Juan, y eso cuenta. 
 Por si esto fuera poco, hay una tercera pareja, los bufones que se comportan con instintos mucho más animales con lo que las letras de sus canciones son más graciosas.

La obra fue escrita en el s. XVIII pero la adaptación que vemos conserva bien poco de aquella. El texto ha sido sustituido íntegramente por poemas de los últimos cinco siglos. Mucha metáfora e invento y muy poca claridad es lo que hay aquí. 
Otra de las novedades que incorporan es la forma de contar la historia. Los actores interpretan ligeramente lo que su alter ego cantante nos cuenta. Así que un personaje es el conjunto de un actor y un cantante de opera. Para reforzar la acción un coro de ninfas y/o faunos representan simultáneamente los hechos. Así que la historia nos llega por tres sitios. Y no olvidemos que estamos en un balneario, lo que se refleja en el coro, señoras y señores en traje de baño con hamacas y esterillas que se pasean por la escena. 



Lo único que podríamos salvar es la estética de la obra, pero tampoco diría yo tanto. La coreografía es algo ortopédica en ciertos momentos, se producen muchos cambios a pesar de lo poco que hay que contar. Sería preferible recortar la obra a la mitad y quedarse con lo más interesante. 

Al final de la representación muchos actores y bailarines se desnudan en una especie de orgía final. Por un momento pensé que estaba viendo Zigurat 2.

1 comentario:

  1. Pues es una pena que una zarzuela moderna, con lo clásico que es el género, no haya resultado. Parece por el vídeo y tu descripción que se ha puesto mucho empeño en la coreografía y elenco. Pero los intentos arriesgados no siempre funcionan. Por eso son arriesgados. Mal de todas maneras que parte del público abucheara. No aplaudir ya es castigo suficiente, y más respetuoso.

    Me ha gustado cómo has empezado la crítica, aunque el segundo párrafo, describiendo las reacciones finales, es demasiado prematuro.

    Por cierto, he corregido el vídeo y añadido un enlace a la magnífica Zigurat.

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