viernes, 31 de mayo de 2013

LA FUNCIÓN POR HACER

Hoy me espera una difícil tarea. La obra vista es de ésas que captan toda tu atención y te entusiasman pero no sabes por dónde empezar a contarlas, de ésas que te dejan sin palabras a la salida del teatro.

Seis personajes en busca de autor fue escrita por Pirandello en 1921 y casi cien años después Miguel del Arco la adaptó creando La función por hacer. Con esta representación su director saltó a la fama. Tanto es así que ha sido repuesta en la sala pequeña del Abadía.


Dos personajes llenan el escenario con sus besos y juegos, desprenden pasión, atracción. Él es un artista y ella su musa. En un momento de calma el chico muestra a su pareja el retrato que ha pintado de ella. Su cara de asombro y horror es difícil de ocultar cuando se ve "troceada" en un lienzo. Él intenta averiguar su opinión, ella intenta que no se note su decepción pero tras las preguntas de él acaba desesperada gritando lo horrible que le parece la pintura. 



Ambos se sumergen en una imposible discusión sobre el sentido del arte, intentan aclarar qué es mejor, la figuración o la expresión del interior. La conversación va subiendo de tono pero algo viene a interrumpirla. Cuatro personajes piden que se les preste atención desde una esquina de la sala. Vienen a cuestionar el sentido de lo que allí se está representando frente a la historia que ellos quieren contar. Los actores intentan echarles y continuar con su función pero no lo consiguen. Los recién llegados confiesan ser personajes, creados para formar parte de una historia, definidos para ser interpretados por actores, pero nunca pudieron llevar a cabo su cometido. Su autor nunca les usó para ninguna de sus obras y ahora buscan su lugar y vienen a ocupar ese escenario lleno de público. Los personajes quieren una oportunidad de ser escuchados, de salir de su encierro.

Los actores defienden su posición, defienden que los espectadores vinieron a verles actuar a ellos y nada les usurpará su lugar.

La ambición del actor por escribir una buena historia acaba haciendo que éste ceda y quiera escuchar lo que vienen a contarle. Mientras, su compañera ironiza sobre qué es aquello tan importante que debe de ser contado allí.
Los personajes empiezan a mostrarse al público. El portavoz del grupo es un hombre serio con gran capacidad de transmitir sus sentimientos y convencer a cualquiera. Su mujer es una señora triste y apagada que lleva a un retoño entre sus brazos. Un joven musculoso es hermano del portavoz, se siente violento ante la situación,  le cuesta expresar sus sentimientos y se mofa con risa amarga de todos sus compañeros. La joven, la mujer de éste último, es una chica en apariencia alegre y despreocupada.
La historia que nos cuentan es sobrecogedora, a pesar de las risas que consiguen arrancarnos. El matrimonio mayor perdió a su hijo y la madre no ha conseguido superar ese trauma. El esposo invitó a su hermano y su mujer a pasar una temporada en la casa de ellos con el fin de buscar alguna distracción a su alrededor. Sin embargo, acabó liándose con su cuñada, mientras su mujer vagaba como alma en pena. La relación extraconyugal  ha llegado a tal punto que los amantes han tenido un hijo juntos. 


Ése es el pequeño que la esposa pasea entre sus brazos durante toda la obra. El marido arrepentido pretende cortar con la joven y a cambio le ofrece dinero. En este momento entra la esposa en la habitación y descubre que entre su esposo y la joven hay más que amistad. Un grito de dolor sale de su pecho. El cuarto personaje recorre los rincones de la sala acusando a todos por lo ocurrido.

 Para contar esta historia los personajes relatarán el día fatídico en que todo se desveló, interpretarán sus papeles, o más aún, los vivirán, ya que se trata de ellos mismos. Cada uno siente lo ocurrido de muy distinta manera, mientras que la joven es feliz por volver a vivir su historia de amor con su amante, él se siente sucio y engañado por la joven engatusadora. La esposa se confiesa incapaz de volver a pasar por ese dolor agudo que le partió el alma.

Mientras tanto, los actores empiezan a disfrutar con la historia y pretenden interpretar la vida de los personajes. Pero estos cuatro no entienden cómo se puede pretender actuar, crear una ilusión frente a su realidad.
La conversación enfrenta a los dos equipos, unos consideran que el teatro es la palabra, otros que la realidad no necesita de ellas.



A la vez que los personajes cuentan su historia se enfrentan a su realidad, reflexionan sobre sus vidas. La velocidad del diálogo hace que sea complicado seguir tantas ideas que lanzan. Entre otras, nos hablan de los actos de los que nos arrepentimos, de la careta de dignidad con la que nos disfrazamos para aparentar lo que no somos, del ser despreciable que nos ocupa por dentro y del que muchas veces nos avergonzamos. También nos preguntan quiénes somos, si nos reconocemos en nosotros mismos hace diez años, o si somos los mismos cuando nos relacionamos con diferentes personas.
Estos personajes viven encerrados en una única historia, una vida que repiten y que es su única realidad.

Volviendo a la historia, tras el grito de dolor de la esposa, el marido de la joven y hermano del otro hombre, acude y encuentra al bebé. Lo coge en sus brazos y sale de allí, lo acuna para que se calme pero no consigue parar su lloro. La mujer que perdió al pequeño intenta quitárselo pero él es un ser enajenado, incapaz de razonar, encerrado en el dolor que le provocaron su mujer y su hermano. No sabe tratar a las personas, sólo conoce la violencia como forma de expresión. Así que para callar al pequeño, acaba con su vida y a continuación lo abraza en silencio. 



Todos llegan a la habitación, intentan evitar lo que ya ha ocurrido, pero el joven saca una pistola y apunta a todos, finalmente se pega un tiro.

Los actores están desesperados por todo lo ocurrido en el escenario, piden calma al público. Las luces caen y cuando el escenario se ilumina los actores están solos en escena. No quedan restos de los personajes, sólo la mancha de sangre. Y sin más, la pareja comienza a pensar cómo sacar partido a la estupenda historia que han contemplado.

El escenario está vacío, sólo un banco hará las veces de cama o asiento, para las interpretaciones de personajes y actores. Realmente el escenario está ocupado por todo el público, los actores atraviesan los pasillos, se meten entre la gente, como parte de la escena que somos. 

¿Y qué nos quieren decir Luigi Pirandello y Miguel del Arco con esta historia? Pues diría que nos plantean qué es el teatro, una ilusión o una realidad. Nos pregunta qué vamos buscando, realidad o ficción, o si pretendemos encontrar una solución a nuestras vidas o al contrario, olvidar quienes somos y sentirnos ocupados con una historia ajena a nosotros.

La obra resulta compleja porque juega con nosotros, nos pregunta e incita a contestar. Sin ninguna duda este trabajo no podría haber sido llevado a cabo si el equipo de actores no hubiera entendido plenamente lo que interpretaba. Sin ello no nos habrían sabido transmitir el mensaje de una forma tan embaucadora. 

3 comentarios:

  1. ¡Jajajaja! ¡Pero qué horroroso es el cuadro que pinta de ella! ¿Te imaginas que yo escribo un cuento de ti y te saco hecha un adefesio?

    Me parece una historia muy buena, original y profunda, que en el fondo muestra lo que ya dijo Calderón de la Barca: La vida es sueño y los sueños, sueños son. Me ha gustado tu reflexión final sobre lo que querían decir Pirandello y del Arco.

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  2. Qué bien! Fue una crítica muy difícil de escribir porque la obra en sí hacía reflexionar y encontrar mil posibles interpretaciones.

    Sobre la pintura, fue muy gracioso, una parte del público no veía el cuadro y hubo gente que se levantó y atravesó el teatro para poder verlo.

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  3. Jo, pues vaya susto para los actores, no?

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