jueves, 12 de diciembre de 2019

INVENCIBLE

Fue una rápida elección, un deseo de buscar un plan, una excusa sin más complicación, algo que abriera las ganas de quedar y que nos permitiera tachar alguna obra de la cartelera. Charo la había sopesado en algún momento, especialmente por ver a la Verdú, y a mí tampoco me parecía mal plan. Me sentí un poco estafada cuando fui consciente de que el precio publicitado era la mitad del real, pero no era el momento de volver al principio ya que estaba acordado el espectáculo.


Este modelo de obra con actores famosos representando un conflicto entre dos parejas es algo típico, no suele estar en teatros públicos y sí en esos privados de la Gran Vía. Hoy es el Alcázar, teatro al que habré venido no más de cinco veces en mi vida y del que nunca he conseguido salir con la sensación de haberme saciado con la obra. Hoy no quiero ser agorera pero tampoco las tengo todas conmigo.




La obra empieza y dos grandes actores aparecen: Maribel Verdú y Jordi Bosch. Con su diálogo nos sitúan en la historia. Son Emilia y Julio, una pareja con dos hijos pequeños que acaban de mudarse a un pueblo alejado de la ciudad donde los precios son más asequibles, aunque ellos lo venden como una oportunidad de acercarse al mundo real. Son de mentalidad bastante moderna, cultos, acomodados y de izquierdas, especialmente se podría decir que la de ella roza el comunismo. Con cualquier mínimo comentario, sensación o gesto, ella se lanza a hacer campaña contra la sociedad de consumo, la pertenencia de los bienes, las clases....

Emilia es artista y vende cuadros por elevadas sumas de dinero. Julio perdió el trabajo durante la crisis y ahora se dedica a temas menores mientras espera que su madre fallezca y así heredar su ilícita fortuna.



Para integrarse mejor en el barrio han invitado a cenar a sus vecinos. Quieren conocer de primera mano las clases obreras para sentirse a su lado y apoyarles en la lucha. 

Esperando a sus vecinos se asoman a la calle y descubren que todos los balcones están cubiertos con banderas de España, suponen que se debe a un partido de futbol que en esos momentos está jugando la selección. Sin embargo ellos llaman al futbol "el opio del pueblo".

Aparece la vecina, Laura, que se ha acercado sola mientras su marido acaba de ver el partido. Julio se come a la vecina con la mirada, es una chica alegre, simpática, ligera de ropa y algo chabacana, justo lo contrario de su esposa. Emilia se da cuenta y le critica su comportamiento, se enciende por la falta de respeto del vecino que llega tarde con la excusa del futbol. Cuando éste llega sólo trae cervezas, sin tener en cuenta que en la casa de los huéspedes no se bebe alcohol. 
La conversación toma unos derroteros algo incomodos, desagradables. El invitado, Pablo, no para de hablar sin fijarse en que su conversación no interesa ni agrada a los dueños de la casa, su mujer sigue sus comentarios y los ríe con gracia.



Pablo agasaja a su mujer "por lo buena que está", tratándola como a una muñeca de exposición, a la que prácticamente no escucha. Mientras los huéspedes no salen de su asombro, no paran de limpiar lo que estos ensucian, colocar lo que descolocan... Los invitados hacen comentarios a los cuadros de la casa, asumen que han sido pintados por la hija pequeña. Cuando Emilia responde que es la autora, Pablo confiesa que él también pinta y corre a su casa a por los cuadros para conocer la opinión de la experta. 
Algunos son desnudos de su mujer a la que idolatra, otros son cuadros de su adorado gato, Invencible, el mismo que se mete en el jardín de los nuevos vecinos a destrozar las plantas y mearse por todos sitios. A la petición de su opinión , Emilia contesta abiertamente todo lo que piensa, sin paños calientes ni tapujos, directamente, como ella es. El vecino y su mujer muy dolidos abandonan la casa.

Días después Emilia y Julio disfruta de un rato de tranquilidad y risas, el motivo principal son sus vecinos. Se mofan de sus comentarios, su simplicidad, su falta de elegancia, todo les vale, porque tienen alguien de quién reírse juntos y así esconder sus desacuerdos y miserias. 

Mientras en la casa de los vecinos están viviendo un momento difícil: su adorado gato ha desaparecido. 

La pareja snob conversa animadamente ayudados por el vino hasta que el marido se ve obligado a hacer una confesión: él ha matado al gato, Invencible. Su mujer reacciona como si tuviera ante ella a un héroe. Julio pasa del miedo al orgullo cuando su mujer reconoce su hazaña. 

Pero en la casa de los vecinos todo está yendo de mal en peor. A la desaparición de la mascota, se ha unido una confesión con graves consecuencias: Laura declara a su marido que le ha sido infiel con el nuevo vecino. Tras años de matrimonio insulso, pequeños desprecios , falta de preocupación, ella ha tenido un affair con Julio y ha descubierto que no es feliz en su relación y quiere dejarlo. Su marido está destrozado y corre a la casa de los vecinos para pedir explicaciones. 



Los cuatro se encuentran en una situación bien diferente de la del primer día. La discusión que se establece es un juego de frases en el que la pareja rota supone que la relación extramatrimonial es conocida por Emilia, que piensa siempre que se habla del asesinato del gato, mientras que su marido intenta lidiar con cada frase para que no quede su infidelidad al descubierto. Diálogo entretenido pero muy previsible, sin aportar gran genialidad a la obra. Parece que todo acaba saliendo bien y la ardiente historia queda oculta. 

Finalmente la moderna pareja hereda la esperada fortuna y deciden marcharse de ese odiado barrio que tantos problemas les ha traído con los vecinos. Cuando están realizando la mudanza Laura y Pablo reaparecen por allí a saldar algunas cuentas. Laura quiere confesar su amor por Julio tras aquella relación y mientras Pablo desea que no vuelvan más por allí, ya que han estado a punto de arruinarles la vida. Éste espera que todo les vaya ahora mejor, y una señal de eso es que el gato invencible ha reaparecido! 



En estos momentos Emilia se da cuenta que algo no va bien, en su cabeza el puzle se desencaja y las piezas caen rotas al suelo... una duda se ha sembrado en su cabeza, no consigue esclarecer lo que hay detrás, pero va a hacerlo. 

Y esta obra con algún adorno más es en resumen lo que hemos visto. Es entretenida, dinámica, bien interpretada... Pero no tiene mucho más. No hay ningún momento genial que se pueda recordar especialmente, no son grandes diálogos.... Está claro que hemos ido a ver una comedia, pero este tipo de obras se me sigue quedando corta. 


sábado, 7 de diciembre de 2019

LA ESPUMA DE LOS DÍAS

Nunca fui a ver obras de Boris Vian, no leí nada suyo, casi no le conozco pero hay algo del pasado que ahí se quedó guardado y los recuerdos se repiten, se nos graban a fuego, se confabulan contra nosotros, nos engañan.  Ver que el Teatro Español iba a poner una obra suya era una necesidad orquestada desde el subconsciente, esa parte que no podemos controlar pero que tira de nosotros y que nos lanzaría por un abismo con nuestro beneplácito si así lo quisiera.


La Espuma de los Días es esa obra de la que no sabes lo que esperas, pero sabes que lo que sea lo que sea te va a remover. En el escenario dos mujeres toman el sol en bikini. Una montaña de arena de playa con caracolas, un sofá y una butaca, todo esto ocupa el escenario, todo sin mucho sentido, sin sabe qué nos van a traer.


Chick aparece disfrazado de Mickey y nos habla de cómo es vivir en la ciudad del amor, donde es imposible pagar un hotel o invitar a una comida decente. Chick se encuentra engañado y frustrado, solo hace que malvivir, añora una situación mejor y no soporta tener que conformarse  con las migajas a las que puede acceder un extranjero. Chick conversa con su amigo Colin, un ser muy diferente a él, despreocupado de los problemas materiales y dedicado a analizar cuestiones más elevadas, justificable por su holgada situación económica. Cuando Chick conoce a Alise y se enamora, su amigo Colin desea también encontrar a alguien. Él quiere a una persona que le motive intelectualmente y así descubre a Chloe. Colin se enamora de ella, sus fuertes sentimientos van acompañados de admiración y éstos son mutuos. Se casan. Su vida siempre está acompañada de un crecimiento personal y como pareja gracias a un continuo análisis de las dudas existenciales. 


Colin hablará durante toda la obra de todos aquellos momentos de la vida, el amor, la soledad, la muerte, la religión, la esclavitud del trabajo. Pero raramente nos lo cuenta como un diálogo entre personajes del que extraemos ideas y textos, más bien nos hablan directamente a nosotros con un extraño tono entre pedagógico y destructivo, con un aire de suficiencia de quién ha vivido y meditado sobre todos los temas y ahora solo le queda dar sus conclusiones y llegar a su fin. 



Entre Colin y Chloe hay algo de diálogo pero es mucho más importante cómo sus cuerpos se mueven, interactúan, bailan, giran y se retuercen contándonos el resto de la historia que no está en palabras. 



La belleza de la obra está en muchas partes, pero la genialidad de esta adaptación es la de usar tantos recursos para contarnos una típica historia de amor. 

El tiempo les acompaña, los años les hacen madurar y quererse aún más pero también dudar. Ya los movimientos se templan, no sugieren tanto el enamoramiento alocado sino las luchas internas. Ella quiere saber si él la seguirá queriendo si fuera un ser mutilado, y él no duda, ¡sí!



Y como una premonición, ese momento llega. El cuerpo de Chloe sufre amputaciones, cercenamientos a causa de la enfermedad. Ella cae y él vuelve a levantarla, un saco de huesos que pierde las fuerzas por luchar. Hasta que su llama se extingue. 



Mientras, Chick y Alise luchan por vivir. Él siempre odió su trabajo en un parque de atracciones divirtiendo a los niños. Junto a Alise se siente bien pero nunca vivirá plenamente, a su alrededor todo se extingue. Ve en las ratas el único ser vencedor, que dominará el mundo. Alice deja de admirarle y quererle, para ella Chick se ha convertido en un ser vacío.



Cuando Chloe muere Alice confiesa a Colin su amor por él. Pero Colin solo hace que recrear a la que fue el amor de su vida y le dejó.

Cuerpos desnudos bailan, cantan, recitan, se desgajan, se pierden y se encuentran. El dolor está presente en cada momento, al igual que en la vida real. Obra existencialista que se dedica a romper y acabar con todos los estamentos sociales fijados hasta antes de la Segunda Guerra Mundial. Por eso la obra es irrespetuosa, faltona, destructiva y muy muy sincera, y por esa verdad engancha tanto.

Impresionante música, recreando lo que hacía Boris Vian con sus libros, siempre unidos a composiciones. Belleza máxima en la mezcla de todas las partes. Y esa espuma final que todo lo ocupa, que sube y baja, efímera y bella como la vida.



Del texto habría mucho que decir pero la obra toca tantos temas y va tan rápido que es imposible absorber tanto. Ahora solo deseo coger su libro y destriparlo entero. 


domingo, 24 de noviembre de 2019

CONCOURS EUROPÉEN DE LA CHANSON PHILOSOPHIQUE. THEATRE LAUSANNE

Genial! Mejor dicho, GENIAL!! Siempre me gusta introducir la obra explicando el motivo por el que la elegí, mi estado de ánimo o mis ganas de ir a verla... Lo que me surja. Pero esta vez me apetece empezar por el final, no hay forma más digna de comenzar.
La obra es genial por diferentes motivos, el tema que trata, la puesta en escena, los actores y no actores... Así contado parece lo de siempre, sólo que bien llevado, pero hay mucho más detrás.

Ahora sí, empecemos por el principio. Partiendo de la necesidad de sacar la filosofía y a sus expertos de sus lugares acostumbrados de debate, se propone que sus discursos se abran al pueblo. Esto se materializa en una propuesta hecha a diez filósofos (antropólogos, politólogos...) de diferentes países de la unión europea que tendrán que escribir una canción que será cantada en un concurso muy similar al de Eurovisión, el Concurso Europeo de la Canción Filosófica.

Suena la conocida música de Eurovisión al comenzar la representación. Dos elegantísimos presentadores salen y reciben nuestro cordial aplauso. En el público estamos todos muy entregados a la obra. Nos explican lo que vamos a ver, nos introducen a los músicos que en directo acompañarán a los cantantes, y lo más novedoso, nos presentan al jurado. Estos son auténticos filósofos, profesores, escritores, músicos! Ellos harán su valoración de las canciones, opinando sobre las letras, el contexto, explicando las teorías que sustentan estas reflexiones, más allá de cada canción. Y el público, como en cualquier concurso de actualidad que se precie, también haremos de jurado. La pasión que pongamos en los aplausos será medida y convertida a puntos. 




Vamos a asistir a un juego, participaremos de él, escucharemos reflexiones muy interesantes, todo además muy ameno gracias a las gran capacidad didáctica y de entretenimiento e improvisación que tienen todos en el escenario. 

Como en el concurso de Eurovisión, todo se hace delante de un notario que asegura la limpieza en todos los procesos. Incluso el orden de las intervenciones ha sido sometida a sorteo. 

Comienza Eslovenia con un extraño personaje y una canción con toques burlones, hablando de temas tan serios como la filosofía clásica basada en el principio de Thales que pone como los valores principales ser humano, hombre y griego. Dando el valor a estos tres conceptos está dejando fuer a a una gran parte de la sociedad, y en este concepto hemos basado toda la filosofía. Consideramos inferior al animal, a la mujer, al extranjero. Sin embargo no somos seres si no convivimos con el resto de individuos, si no pensamos. Pide que rompamos, que hay esperanza en el pensamiento. 


Las críticas son buenas, el filósofo y profesor lo ratifica, el músico puntúa negativamente la baja calidad de la puesta en escena, juzgándolo de esperpento...
Votamos y pasamos a la siguiente canción y así hasta diez actuaciones. El dialogo en el jurado es tan fluido que se sigue fácilmente, sus interesantes reflexiones son casi clases magistrales de esa asignatura olvidada hace años, aportan en todo lo que dicen, hacen comentarios jocosos que nos mantienen totalmente concentrados, todos jugamos al juego que nos han propuesto. El público animado aplaude, se ríe, presta atención, lee las traducciones de los textos, cada uno interpretado en su idioma. 

El siguiente país es Francia que con una atrevida propuesta (el traje de la cantante está hecho de bolsas de basura) nos viene a hablar de los excluidos de la sociedad, todos aquellos que no han cumplido las supuestas normas y son rechazados por un sistema cruel: trans, perroflautas. En el debate se habla de Michel Foucault, y de su estudio de los ideales, los términos de consumo, y de esos tipos infames que no lo cumplen. 


Pasamos a Portugal, país especialmente amigo de España en el festival de la canción. El cantante va caracterizado de lobo y viene a contarnos que el pensamiento está en todos los lugares, ríos, montañas, y para tener una visión amplia y completa hay que ir a la naturaleza, hay que volver al origen y escucharla. Y más allá, la vida no se vive sin un fin, hay que vivir con consciencia y darle un sentido. 


Es el turno de Bélgica. El autor de la letra es matemático y usa la paradoja de Zenon de Elea para indagar en la incapacidad de movernos. La cantante representa una estatua griega.

Noruega ocupa ahora el escenario. Su historia es la de los samis, que ven atacada su tierra y sus recursos. Y reflexiona sobre el daño que se hace a los animales, a los espíritus del bosque. 

Italia canta sobre el mundo capitalista que busca convencernos de que debemos ser los mejores, busca la individualidad por encima de la confianza. La incapacidad para expresarnos, la fragilidad de nuestra existencia nos hace vulnerables. Solo la dignidad nos salvará del fin. 


Alemania habla sobre el avance del totalitarismo en Europa indagando en los sueños que teníamos cada uno y en lo que nos hemos convertido. Para ello utiliza una imagen y música cabaretera, al estilo Ute Lemper. Habla de que todos los exterminadores y dictadores tuvieron un tranquilo pasado, así que ninguno estamos a salvo de descubrirnos un día en un extremo de la balanza.




Lituania presenta un texto muy complicado, difícil de seguir incluso por el jurado a pesar de que tenía las letras previamente. Incorpora un sinfín de ideas en la canción, entre ellas el antropoceno, el hecho de que el ser humano está interviniendo en los sistemas físicos de la tierra. Habla de las teorías de la posthumanidad, en las que se indica que las relaciones humanas han cambiado con los avances de la tecnología y esto implica rediseñar los esquemas sociales y éticos. Una mezcla entre matrix y blade runner, un anuncio del cambio de era y del trabajo que tenemos que hacer para encontrarnos otra vez.


España hace algo diferente, presenta un romance clásico, como aquellos escritos entre los siglos XVI y XIX, en el que el Ser y el no ser se encuentran. El ser pide a Almudena que acabe con él. Y no entendí mucho más, aunque por ser la representante española hicimos el mayor alarde de nuestra parcialidad y votamos desenfrenadamente por esta canción. 


Suiza presenta la canción caníbal. En ella cuenta cómo los antiguos caníbales saboreaban a sus presas. En la actualidad las estructuras engullen, acaban con muchas más vidas de las que ni si quiera somos conscientes. Los muertos en el Mediterraneo, aquellos que perecen en guerras en África, otros de los que nunca se escuchará hablar son las víctimas del sistema inhumano que nos fagocita, el capitalismo.

Con cada actuación, siguiendo el esquema de Eurovisión, los presentadores introducen una pequeña biografía del autor y del intérprete. La del primero, el filósofo, es real. La del segundo es una invención muy adaptada a la historia y la situación del país, normalmente divertidas pero a la vez cargadas de mucho mensaje crítico contra el mundo que hemos creado.

El ganador no importa ya, lo principal es todos los mensajes cargados de realidad que nos llevamos a la salida. Y para que sigamos recordándolos tenemos acceso a las canciones en la siguiente web:




Creo que esta obra deberían de ponerla a los estudiantes de la E.S.O, a los aspirantes a político, en la televisión en la hora de máxima audiencia... Seguro que empezamos a cambiar mentalidades y con ellas a mejorar el mundo.

sábado, 23 de noviembre de 2019

OLAS DE SILENCIO

Hay momentos que son para ir al teatro, en los que irremediablemente necesito sanarme viendo una obra. Cuando pasa el tiempo y no piso una sala, vivo intranquila esperando el momento en el que se apagan las luces y todo empiece, sé que algo me falta y necesito volver a las tablas días seguidos, y así curar mi adicción. 

Hoy necesité de teatro. No tenía en mente ninguna obra así que la busqué rápidamente, muchas de las interesantes ya habían empezado cuando vi que necesitaba ir.

Esta obra sonaba medio bien, exactamente sonaba bien y mal. En el lado interesante encontré que se trataba de teatro inmersivo, no sabía de qué iba esto pero me pareció muy apropiado. En el lado descorazonador, que sus actores eran los alumnos del curso de teatro impartido en el centro, es decir, aficionados. He visto grandes obras de escuelas de teatro (mi primer y mejor Hamlet fue interpretado por alumnos de la escuela de interpretación de Málaga) pero aquí sentí que no iban a ser geniales aficionados.

Pero allí estaba ya, sin pensármelo, enganchada al ritual del teatro. 
El folleto es difícil de entender pero hay dos palabras que me hacen confiar: Harold Pinter. Son tantas las obras que he visto, tanto lo que me ha rondado en la cabeza originado por sus argumentos, tan variado, que creo que voy a disfrutarlo. 
Entramos a la sala y nos invitan a ocupar los asientos distribuidos en el escenario, son pocos, sólo 12. El resto del público ocupará las butacas de la grada. Me animo a la primera fila de la grada y como con un resorte salto empoderada a por uno de esos exclusivos asientos. Hoy quiero participar, siento esa fuerza, esa valentía. 

Tan pronto como empieza la obra, de una en una cuatro personas que ocupan asientos se lanzan a correr, gritar, aparentar una locura. Aquí empiezo a asustarme porque dudo si yo también tengo que hacerlo. Pero las cosas empiezan a tomar su curso. Una de las actrices nos interpela, especialmente a mí, me pide que le dé la mano pero acto seguido otro actor se lanza contra ella, instantes después me hacen cambiarme de sitio... Me pregunta si creo en algún Dios, a otros si matarían en su nombre. En estos momentos no lo sabía pero creo que era la única persona entre el publico que no era amiga de los actores. Eso da un punto extra a la actriz que no fue a lo fácil, a buscar la complicidad de un amigo sino la intervención de una extraña. 

Los personajes son histriónicos, la chica, se encuentra dolida y rabiosa e interroga a los otros personajes. Les venda los ojos y les maneja conforme a sus órdenes. Pregunta al chico, González, si le respeta, pregunta que me pide que yo le repita. Éste se ríe cortadamente, no sabe ni qué contestar. No sabe ni qué decir sobre el hijo que engendró en ella hace años. Es una lucha encarnizada de reproches y silencios. Miércoles, que es como se llama la chica, desespera con la apatía y desinterés de él. 



En el segundo acto retiramos las sillas y las pegamos a la pared. Abandonamos ligeramente el centro de la escena. Hemos retrocedido 8 años en la historia. Aquí una chica llamada Urraca  adora la constitución  y repite sus textos, párrafos y capítulos como en el éxtasis de la oración religiosa. Un hombre aparece con un maletín y cuenta que viene a reclamar que se acabe la Navidad, ya que su madre es muy infeliz porque las ventas en su sex-shop bajan mucho en esa época. Aprovecha para explicar que toda su familia se ha dedicado a ese digno negocio, tanto en barra americana como en salas de exhibición y quiere que sus dos hijas continúen la saga. La congresista, Urraca, huele el maletín y ya no es capaz de separarse de él, por la rendija esnifa como una adicta  el material que lleva dentro. Intenta convencerle para que se lo entregue, se lo quita, esconde, roba, todo vale para hacerse con él. 

Los otros actores se han unido como público entre nosotros. Critican la representación, no les está gustando nada. Así que se monta una pequeña trifulca en la que se enfrentan la chica del publico y el actor. Ella dice ser mucho mejor que él representando ese papel y consigue hacerlo. La lucha se resuelve con una votación del publico y aquí llega algo muy curioso: el combate dará lugar a dos posibles finales en función de quién sea el vencedor. Si gana el chico veremos la versión más purista de Harold Pinter (que ya es decir!!) basada íntegramente en sus textos. Sin embargo, si gana ella asistiremos al Pinter más gamberro y abierto. 
Y el ganador es... la chica. Así que  si la obra no era suficientemente libre e interpretable, le vuelven a dar una vuelta de tuerca. 

El tercer acto será un mes antes del segundo, y aquí veremos el momento en que los cuatro personajes se conocen. Miércoles, Urraca, Gonzalez y Pérez. Este último tiene una tienda china y se hace pasar por ciudadano pequinés, aunque no lo sea, invitando a todos a entrar a comprar. Miércoles y González retozan y no hacen caso de las quejas de Pérez por lo sucio que está todo. Urraca llega a la tienda, obsesionada como siempre. Miércoles descubrirá que se ha quedado embarazada de González y lleva dentro un hijo, que es el que le echará en cara ocho años después, como hemos visto en el primer acto. 

Y esta es la historia o lo que yo he podido sintetizar de lo visto. Y una vez contada, decir que la representación va hacia atrás en el tiempo, como en la gran TRAICIÓN de Pinter. 
Para entender algo más habrá que leerse todos los textos originales en los que se basa esta composición: "ashes to ashes", "interview", "one for the road", "Dialogue for three", y "applicant". 

Y una vez acabado, el director y los actores se sientan delante nuestra para que les preguntemos, dialoguemos. Nos explica que la obra de teatro inmersivo no busca tanto la compresión a través del texto, sino conseguir transmitir sensorialmente y buscar el desarrollo cognitivo. Todo esto se consigue estimulando las neuronas espejo en el público y cambiando lo que esperamos que pasará, rompiendo lo previsible para generar esa provocación que toque la sensibilidad del público en todas sus caras. 

Y quizá lo hayan conseguido, porque, como decían, quizá no hayamos entendido las historias, pero si hemos sentido, el objetivo está cumplido. 

viernes, 25 de octubre de 2019

¿QUIÉN ES EL SEÑOR SCHMITT?

Hoy al teatro Español iba con un grupo de amigas no tan asiduas a estos lugares así que elegí unos buenos asientos para dar la mejor imagen del lugar y de la obra y lo más importante: una obra que sería éxito seguro. 

Marga y Juan Andrés cenan tranquilamente en el salón de su casa. De repente suena un teléfono y empiezan a buscar por todos lados su origen, ya que ellos no tienen instalado ninguno en casa. El marido lo encuentra y descuelga, atendiendo una extraña llamada que pide hablar con el señor Schmitt. Tras colgar después de una airada conversación pregunta a su mujer qué hace un teléfono en su casa. Ella contesta que no tiene nada que ver y automáticamente se percata de que el salón está totalmente cambiado y ninguno de sus objetos se encuentran allí. 



Los dos quedan estupefactos y no se explican lo que está ocurriendo. Deciden llamar a la policía utilizando el extraño teléfono aparecido, pero al marcar el 112 hablan con la protectora de animales que se niega a facilitarles en número de la policía de... Andorra!!!! Una nueva llamada a información para averiguar el nuevo numero de la policía les lleva a una conversación con otro extraño personaje que solo colabora a aumentar el caos del matrimonio. 


Cuando intentan salir de casa descubren que su llave no abre la puerta y están encerrados. Están viviendo una pesadilla para la que no encuentran ninguna explicación.
De pronto se abre la puerta desde fuera, el portero viene acompañado de un policía. Éste quiere comprobar si las personas que están allí son los dueños de la casa o la han allanado. 


Pregunta por sus identidades y estos contestan inocentemente con la verdad. Rápidamente el policía les apunta con una pistola y les amenaza diciendo lo mal que se las gastan con los ladrones allí en... Andorra!!!




 Así que instintivamente los dos responden afirmando que son los señores Schmitt. El policía no quedándose tranquilo intenta pillarles y les hace más preguntas, como sus nombres. La indignación de Juan Andrés es tremenda, sin embargo Marga opta por seguirle la corriente y simular que es quién esperan que sea.
El interrogatorio a los personajes es muy ágil y divertido, las continuas meteduras de pata de Juan Andrés son salvadas por su mujer que consigue reencaminar el dialogo. 


Finalmente el policía se va de la casa después de anunciar que serán investigados y que tienen que permanecer dentro de la vivienda. 




Tan pronto éste sale el matrimonio pacta hacerse pasar por los Schmitt, llamarse por sus nuevos nombres, Enrique y Mónica, y adoptar su nuevo roll, al menos hasta que puedan salir de allí. Ella le insiste en que deben de ser peces, que se dejan llevar por la corriente y no salmones que intentan luchar contra ella. Cada vez que él duda y la mira, ella mueve la mano como un pez en el agua. 




Al amanecer del día siguiente llaman a la puerta y aparece un psiquiatra que viene a evaluar el estado psíquico de la pareja. Juan Andrés ha pasado la noche levantado revisando papeles e indagando en su nueva identidad. Ha descubierto que hay ciertas similitudes entre el tal Enrique Schmitt y él, Juan Andrés Carnero. Desayunan lo mismo, ambos son médicos aunque él es oftalmólogo y en su nueva identidad es dermatólogo. El psiquiatra con sus preguntas consigue sacar de sus casillas a Enrique-Juan Andrés, que dice todo tipo de barbaridades, como que ametrallaría a todos sus pacientes con esos granos sebosos, o que le va el porno y los rabos. 



Su mujer está horrorizada de escuchar tantas barbaridades y decide retirarse. La siguiente prueba para evaluar el estado del médico es coger una pelota que el psiquiatra le lanzará. Él se obsesiona con la prueba, discute con el lanzador, se burla de él cuando la coge... Entra al trapo de todo lo que el experto le pide. Las nuevas preguntas sobre sus datos personales las "resuelve" con la ayuda de su mujer y del DNI de Enrique Shcmitt que misteriosamente ha aparecido en el bolsillo de su abrigo.


Cuando se marcha la mujer le echa en cara todas las barbaridades que han salido de su boca, sin embargo él explica que se burlaba del médico, sin entender la magnitud del problema en el que están metidos.

El policía vuelve a aparecer para explicar el avance que han tenido en la investigación, les comunica que han encontrado a su hijo, Carlos. La estupefacción se muestra en sus caras y nuevamente las preguntas del policía muestran que no tienen ni idea. La edad del ¿niño?¿hombre? oscila entre 12 y 20, que son las respuestas de los supuestos ambos progenitores. 





Cuando el hijo entra en la casa, se trata de un hombre negro!!! Mónica se lanza sobre él, le besa le abraza, es feliz de volver a verle y le dice que la reconozca como madre y le dará lo que él quiera. Entonces Carlos la llamará mamá. A continuación le pide que también salude a su padre que no ha mostrado ninguna efusividad, pero el hijo contesta que ya no es su padre. El policía intenta detener a Juan Andrés y éste se indigna por su ignorancia y explica la diferencia entre "no es mi padre" y "ya no es mi padre". El debate léxico da para mucho y al fin Carlos admite que es su padre. El policía se lleva a Carlos para interrogarle a solas y en ese momento Juan Andrés aprovecha para felicitar a Marga por su gran actuación. Pero Marga ya no es su Marga sino Mónica, la otra, la suplantada. Mónica no sabe de qué le habla Enrique, Juan Andrés no entiende qué le pasa a Marga... Ahora Juan Andrés se siente totalmente pedido y solo.  



Juan Andrés se queda a solas y vuelve a aparecer el psiquiatra pidiendo hacerle una prueba más, sencillamente andar en línea recta. Juan Andrés accede para quitárselo de en medio, y al hacerlo el psiquiatra descubre el auténtico problema que tiene Enrique: tiene doble personalidad y camina junto a Juan Andrés. Todo empieza a rechinar, nada encaja... Éste solicita hacer una llamada y marca el número de su consulta para hablar con Juan Andrés. Éste se lo coge. Él empieza a compartir datos de su vida, de su infancia, información que nadie conoce más que él y al otro lado alguien escucha atento. Pero cuando le dice el número de pie éste lo niega, no tiene un 39 sino un 40. 
Juan Andrés desiste, acepta que ya no es el que creía ser y a partir de ahora será Enrique. 

Días después el matrimonio Schmitt se dispone a cenar tranquilamente con su hijo Carlitos. Enrique quiere saber que piensa su familia de él. Con tono irónico hace comentarios a sus compañeros de cena. Su mujer le comenta que es una persona luchadora, admirable, trabajadora. Sin embargo su hijo le habla sinceramente, le explica el ser despreciable que es. A Juan Andrés no le queda nada más por lo que luchar, escribe una nota, se retira a su habitación y se pega un tiro para acabar con el horror en el que está encerrado. Su pregunta es la última oportunidad para intentar adaptarse a ese mundo que no siente y que no quiere, en la nota dejó escrito que él era salmón. 




La historia habla de cuál es nuestra posición ante la vida, si somos como los peces que se dejan llevar por la corriente y hacemos aquello que se espera de nosotros o nos arriesgamos a luchar aunque sus consecuencias puedan ser la soledad y el rechazo. 

La obra está llena de simbolismo, muchos pequeños detalles cuentan y complementan la historia de diferentes maneras. Cada día que pasa cambia la posición de la puerta de la entrada de la casa, avanza, se desplaza de izquierda a derecha, son pasos que sus mentes van asumiendo, aceptando y transformándoles, en algunos casos sí, en otros no. 




El humor absurdo no es tal humor, no es simple, Ionesco es elaborado, rebuscado, roza la crueldad de Artaud. La historia cala de forma mucho más profunda porque después de reírnos sentimos la atrocidad que hemos cometido, abandonando al indefenso, al ser que se vio solo. Pero no somos bárbaros, simplemente tenemos miedo de vernos como él, señalados, acusados, abandonados. 



domingo, 13 de octubre de 2019

RICARDO III

Todo apuntaba a que no íbamos a ver una obra convencional y ortodoxa, una adaptación fiel a un texto de William Shakespeare. Algunas referencias hablaban de atemporalidad con guiños a situaciones actuales. El Ricardo III que hemos visto más allá del clásico permite entrever las referencias a la historia reciente, que bajo mi opinión no hace otra cosa que aumentar la validez de la representación.

Comenzamos asistiendo a las reflexiones de un dictador en el que yo creo recordar a Stalin. Explica el papel de la sociedad como una profunda incoherencia, que se sostiene como ejemplo del absurdo del ser humano. La sociedad se crea con el objetivo de un fin común mejor, pero sus integrantes solo buscan el bien individual y la mantienen simulando un falso altruismo.

Hechas las referencias al siglo XX y su similitud con el mundo real, pasamos a ver Ricardo III. 
En el reino de Ricardo las guerras han sido durante los últimos tiempos el estado natural. Todo es más fácil cuando las familias de York y Lancaster luchan defendiendo unos colores y el bando contrario es fácilmente identificable. Pero una vez llegada la paz el enemigo no es tan visible y en todos los lugares puede encontrarse.

El rey Eduardo, de la familia York, pide la paz y el trabajo en equipo para resolver los conflictos del pasado. Sin embargo acaban de salir a la luz unos papeles que implican a su hermano Jorge en negocios turbios, su inicial, J., está en las anotaciones. Para limpiar la imagen Eduardo manda encarcelarle en la torre del Palacio. Él, el rey, está enfermo y su mujer Isabel, una plebeya, teme por su futuro, ya que se ha acostumbrado a ocupar el buen cargo de reina.  



La reina Margarita es la representante viva de mayor grado de la casa de Lancaster, su bando es el perdedor, frente al de Eduardo padre, ya difunto. Margarita perdió a su marido Enrique VI y a su hijo, e Isabel también pertenecía a sus filas, la que está ahora casada con el rey Ricardo, del bando contrario. Margarita aparece para maldecir a toda la familia, premoniza que no tendrán descanso, todos caerán igual que los suyos perecieron.



Todos los personajes que vamos conociendo se mueven por su afán de poder, su lucha por conservarlo por encima de cualquier persona y cualquier situación y por la avaricia. Pero por encima de todas ellas destaca el personaje de Ricardo III, el tercer hermano del rey Eduardo. Aquel que pese a quién pese busca ostentar el poder sin mirar si los perjudicados son de su familia o no. Cuenta con un arma muy poderosa, su capacidad de convencer y envaucar aunque todo sea una pura falsedad. A pesar de ser un jorobado, un tullido, hazmerreir de todos, consigue tornar la risa que provoca en horror. 




En el lecho de muerte del hijo de la reina Margarita, Ricardo convence con artimañas a su mujer Ana para que se case con él, así consigue afianzar su Reino uniendo a parte de las tropas del enemigo. Cuando Ana deja de interesarle acaba con su vida, pero antes Ana le dirá lo desdichada que ha sido desde que se unió a él. Ella pronunciará las palabras "mañana en la batalla piensa en mí y caiga tu espada sin filo", haciendo referencia a todos los muertos que fue dejando por el camino y que siempre le acompañarán y atormentarán. Ricardo III ordena el asesinato de su hermano Jorge, que fue encerrado en la torre por aparecer en los papeles, cuando el rey iba a indultarlo. Ricardo siembra la desdicha y el horror por donde quiera que va, colabora en la muerte de su hermano el rey. Acaba con primeros ministros, caballeros y señores en cuanto dejan de serle útiles para sus fines. 

Su última demencia será solicitar a Isabel casarse con su hija, una niña, para así asegurarse el trono, tras haber acabado con su hermano mayor, que se convirtió en heredero debido al fallecimiento del rey Eduardo. 



Ricardo III parapetado de su muleta recorre el escenario haciendo de maestro de ceremonias, acompañado de un micrófono con el que dará su show, el papel que viene representando años. Ese tullido vive en una continua guerra y no quiere apearse de ella, fuera de la contienda no sabe actuar, la lucha pierde su sentido. 



Sus acciones solo consiguen que todos acaben uniéndose contra él, la batalla vuelve a empezar, pero esta vez hasta sus más fieles le acaban abandonando al ver que en Ricardo nunca tendrán a un líder sino a un ser enfermo y soberbio a partes iguales. 

Cuando todos van hacia él, enemigos y fantasmas del pasado, Ricardo proclama la más famosa frase: "Mi reino por un caballo". Sólo desea continuar la lucha. En esa batalla, la de Bosworth, caerá. 

Esta representación de Ricardo III hace referencias continuas a tantos dictadores que han sido los tristes protagonistas del siglo XX. Incluso Franco en su lecho de muerte hace un cameo, como marido de Ana y rey de la casa de Lancaster.
No hay atrezzo del siglo XVII, no hay escenario, no hay referencias a la época victoriana porque todo sigue vigente, es más vigente que nunca. 

El miedo como única forma de imponerse, la soberbia, la maldad más pura, nos llevan acompañando toda la historia y sin embargo cada cierto tiempo nos tienen que recordar cómo tergiversan nuestra verdad para hacerse con el poder y tenernos de su lado.

Obra muy interesante para reflexionar y buscar las similitudes con las noticias de nuestro día a día. 






sábado, 21 de septiembre de 2019

EL SIRVIENTE

Volver al teatro español a disfrutar de una obra con un cartel imejorable es un clásico. Aunque soy reacia a acudir a ver las que cuentan historias que en el pasado fueron llevadas al cine con mucho éxito (me parece una perdida de tiempo copiar un guión cinematográfico), esta vez el reparto y la falta de tiempo para ponerme al día y encontrar algo más original, me hicieron decidirme por este teatro. 

El sirviente es la histroria de un joven acomodado y cómodo que vuelve a su ciudad natal, Londres, después de haber estado en primera línea de combate durante la segunda guerra mundial. Ha luchado contra la fuerza militar afrika korps, a las ordenes del mariscal Rommel, y demasiados horrores le han dejado marcado. Ahora en Londres sus contactos le intentan ayudar para que vuelva a recuperar su vida, así que le facilitan una entrevista para trabajar en la City. 

A su llegada le reciben sus personas más queridas, su novia Susan y su gran amigo . Éste último volvió de la guerra un tiempo antes que él y para ayudarle en su reinserción a la vida normal le ha alquilado un apartamento y buscado un sirviente que le ayude con la casa. 

Barret es el mejor en su profesion y así lo demuestran sus credenciales. Por este motivo ha sido elegido para servir al joven Tony. Éste le da instrucciones muy claras de lo que necesita: alguien que decida y resuelva en todas las cuestiones relativas a la casa y que no le moleste. Tony se ha convertido en una persona despreocupada, alcoholizada y vaga así que sin darse cuenta cada vez dejará que su sirviente ocupe más y más espacio en su vida y se haga imprescindible. 

Durante una pequeña enfermedad Tony permanece en casa alargando la convalecencia y dejando que Barret le mime. Esta actitud no gusta en absoluto a su novia que preferiría que saliera de casa a luchar por su futuro. Cualquier decisión pasa por las manos de Barret que aprovechando las circunstancias se toma la libertad de disponer en lugar de transmitirlo a su señor. 
Poco a poco los papeles de ambos van cambiando. Tony empieza a mostrar pavor de molestar a Barret y que este amenace con irse, así que le trata con sumo respecto y miedo, incluso cuando éste se ha propasado en sus tareas.


Barret aprovecha su situación privilegiada para pedir a Tony que su sobrina venga a ayudarle. A Tony no le hace ninguna gracia pero acaba aceptando. La joven Vera se instala en el sótano de la casa días después. Una noche de borrachera Tony y su amigo bajan a la cocina y se encuentran a la chica. Su recato inicial se va convirtiendo en insinuaciones y acercamiento para el que Tony no estaba prevenido y acaba cayendo en las redes de ella. Su tío, que supuestamente estaba fuera disfrutando de su día de libranza, sale de la habitación cuando la chica por fin se queda sola, y le felicita por lo bien que ha salido todo. 

A partir de aquí Tony solo vivirá para estar con la chica, aprovechará cualquier momento de salida de Barret para irse con ella. El resto le da igual, su novia, el trabajo, los amigos... Pero la supuesta sobrina tampoco lo es, ya que realmente es la amante de Barret y todo es una trama montada por éste para poder meterla en la casa.
Un día que Tony ha salido y vuelve a casa inesperadamente con Susan y su amigo, descubre que Barret y la chica estaban divirtiendose en su cuarto. Barret al verse pillado confiesa toda la verdad: su relación con Vera y su conocimiento de que Tony se acuesta también con ella. Y todo esto delante de su novia que abandona la casa llorando acompañada por su amigo. 


Tony se queda totalmente solo, su aspecto y su vida son deplorables, pasa el día bebiendo encerrado en una casa que es un estercolero. Meses después su buen amigo reaparece para pedirle perdón por no haberle ayudado cuando le vio sumido en esa trampa y le explica que lo hizo pensando que así él tendría posibilidades con su ex novia. Pero con el tiempo ha comprobado que ella no puede olvidarle así que vuelve para remediar lo que no hizo bien. De pasada comenta que estuvo buscandole en el bar y allí encontró a Barret. En ese momento Tony vuelve a ver la luz, necesita a su sirviente a su lado. Su amigo no da crédito a lo que oye pero Tony está ciego. Tony queda con Barret y le pide que vuelva a la casa. Éste le explica que más allá de sus atribuciones como sirviente puede generarle otros beneficios y pasa a presentarle a Mabel, que es Vera en un nuevo juego. 

Temporalmente todo vuelve a ser como antes, pero ya con las cartas encima de la mesa la relación de tres empieza a enrarecerse muy rápido.  Barret se mofa de Tony por su inutilidad y dependencia, sabe que es un pelele en sus manos. Incluso un día que este baja a la cocina le insulta, le humilla y ataca llegando casi a asfixiarle. El amigo llega en ese momento y en un intento desesperado intenta llevarse a Tony, librarlo de esa red que le tiene atrapado y que va a acabar con él. Pero Tony ya estaba perdido desde hace mucho, y el único camino que es capaz de hacer es el que le lleva a la habitación donde le esperan Barret y Mabel. 



La obra es un continuo juego de seducción posesión y humillación. Las relaciones personales que al principio eran fácilmente identificables como sanas se van deteriorando, corrompiendo y los personajes eligen esos caminos que les condenan. La manipulación es el arma que utilizan para hacerse con el control y romper con el orden establecido, el de las clases dominantes. El sirviente acaba siendo el amo y señor, imponiendo su decisión ante todo. 

La historia está muy bien contada, consigue meternos en ese ambiente asfixiante en el que nos vamos ahogando poco a poco sin remisión. El escenario en cambio muestra el orden inverso, al comienzo se trata de una casa vacía e inhospita que se va transformando en un hogar gracias a Barret. Pero cada pequeña mejora que hace en la casa sólo sirve para atar y dominar más a Tony y a todos los que nos hundimos con él.