Ésta es una obra de las de toda la vida, de las que me imagino en un Estudio 1. Tan sólo con los primeros segundos de la representación me viene a la memoria esta imagen frente a la tele, arropada por el abrigo de la mesa camilla.. El escenario es una casa lujosa, los personajes son elegantes, visten trajes de época, brillos, luces y lujo. Pero la historia es bastante más elaborada, realista que las de esas típicas comedias.
El argumento sonaba bien y aunque el Teatro Canal tiene muchas sombras, más que luces, se merecía esta nueva oportunidad.
La historia se estructura en tres actos. Éstos cuentan diferentes momentos con la originalidad ya vista en alguna otra obra, como Traición: conocemos el final pronto, con lo que cuando nos cuentan lo ocurrido prestamos más atención a lo que lo desencadena que al desenlace.
La historia empieza con una fiesta. Una rica familia celebra el 21 cumpleaños de una de sus hijas. Todo es alegría y felicidad, la Gran Guerra acaba de terminar y se vive la euforia de la paz en una pequeña ciudad inglesa. Todo son planes de futuro, ya acabó la batalla, el temor a morir en el frente, el trabajo voluntario en los hospitales para salvar a los heridos. La diversión lo inunda todo en la fiesta de cumpleaños. Son seis hijos, unos tienen planes de montar un negocio, o casarse, enamorarse del hombre de los sueños, convertirse en escritora, o luchar por los ideales socialistas. Es la primera vez que se reúnen todos tras el fin de la guerra y el mundo está en sus manos.
Pero un salto en el tiempo de 19 años nos muestra a la familia nuevamente reunida en un ambiente muy distinto. Estamos a las puertas de la Segunda Guerra Mundial. Los colores de la fiesta anterior se han vuelto grises, las risas tornaron seriedad, miedo, hastío. La vida ha pasado y tantos sueños y planes se han quedado en eso, propósitos nunca conseguidos. Y esa desesperanza les vuelve crueles. Todos son infelices, malviven, uno no consiguió que su negocio funcionara, ha arruinado a su familia y se ha arruinado la vida bebiendo, no quiere a su mujer, otros no obtuvieron el reconocimiento buscado, la futura escritora sólo redacta artículos absurdos para revistas que ella nunca leería, la idealista sigue siendo una profesora soltera, sus ideales no cambiaron nada, la conquistadora se casó con un hombre que la maltrata, al que teme. La pequeña murió. Sólo el hijo mayor que nada deseó, únicamente una vida tranquila, es el que menos siente el fracaso. Pero se enfrenta cada día al odio de su madre por no haber sido ambicioso. La familia se ha arruinado, su empresa, sus haciendas ya no valen nada, el dinero heredado se malgastó en las empresas fallidas de su hijo favorito, ahora un borracho. Sólo el marido de una de las hijas, un maltratador, ha triunfado en los negocios, pero odia a toda la familia por el desprecio con que fue tratado cuando era pobre. Ahora es el momento de su venganza, la repulsa hacia todos, la negación de ayuda. Sufren juntos, se hacen daño pero no saben expresar de otra manera la desazón en que viven. Culpan a la madre de sus fracasos, ella les odia y rechaza por ello. Entre tanto sufrimiento parece que sólo el hijo mayor, el que a nada aspiró, es el único que ha entendido que en nuestra existencia van unidos el dolor y la alegría, indivisibles como la vida misma.
Para acabar asistimos al final de la fiesta del 21 cumpleaños, cuando, en la intimidad de la familia, todos cuentan lo que quieren ser, todos pronostican su futuro y el de los otros. Ya sabemos qué va a pasar, reconocemos quiénes están ciegos y creen en un mundo que nunca llegará. También aquellos más ingenuos, pero capaces de adivinar el dolor y la miseria que les espera. La pequeña, la más llena de vida no cumplirá muchos más años, morirá joven, pero es la que mejor ve lo que traerá el tiempo a cada uno, pero ella sólo ansía vivir.
¡Buena crítica!
ResponderEliminarMe parece interesante la idea de mostrar en primer lugar el final, para que, como tú dices, el espectador se fije en los detalles que han llevado a ese desenlace. A reconocer las causas y las semillas. Me parece que se pinta un futuro demasiado negro, eso sí, para enfatizar el resultado.
Quizás por todo esto lo vea demasiado evidente. A mí me suelen gustar las obras un poco más sutiles. Pero parece que ha sido entretenida.