La acción transcurre en veinticuatro horas de tiempo y en un mismo espacio, una pequeña posada. El ambiente es oscuro, algo tétrico y asfixiante.
La historia comienza cuando un hombre joven llega a la posada y pide cama para esa noche. Tras su partida hasta la tarde, las mujeres que regentan el lugar, madre e hija, trazan su plan: durante la noche mataran al huésped para robarle. Por otra parte es un plan bien conocido por ambas ya que lo han ejecutado muchas veces antes.Acabar con sus clientes y quedarse con su dinero es el medio para conseguir su objetivo, salir de allí, abandonar esa tierra lúgubre donde todo es gris, huir hacia un lugar con mar, con colores. Quieren que el sol les bañe el cuerpo y se lleve todos sus problemas, les vuelva seres banales y felices.
El huésped también esconde algo aunque no tan turbio. Él es hijo y hermano de las mujeres de la posada. Hace veinte años se fue del lugar a hacer su vida, dejándolas abandonadas. Parece que el tiempo le ha cambiado mucho ya que no ha sido reconocido. Aprovecha la situación para acercarse a ellas y conocerlas más, saber cómo viven o qué necesitan. Ha vuelto porque siente remordientos de su huida y quiere remediarlo ayudando a su familia. Ahora es un hombre rico y feliz que junto a su mujer ha viajado a su pueblo en Europa, desde su nuevo continente. Para no ser delatado, va a la posada solo dejando a su mujer en otro hotel del pueblo por esa noche. Ella quiere que él exponga a su familia claramente que ha vuelto y quiere ayudarles pero él no hace caso, y sólo piensa en pasar desapercibido.
A su vuelta a la posada por la tarde el joven encuentra frialdad como respuesta a sus intentos de cercanía hacia su hermana, éstos incluso son tomados como un flirteo. Su hermana está cegada por su deseo de huir y no es capaz de ver amistad, atención o cariño en nadie, así que menos reconocería a su hermano. Solo cuando éste le habla de paraísos, otros mundos, o casas junto al mar ella muestra su ilusión. A su vez la posibilidad de estos lugares le hacen volver más sobre su plan. En cambio su madre se acerca a él, y le coge un cierto aprecio que le hace dudar de colaborar en el asesinato que tendrá lugar esa noche. Ella intenta retrasarlo, incluso pretende que el muchacho abandone la posada y así salvar su vida. Pero ya el plan es inevitable, el chico tomó la infusión que le trajo su hermana y ha caído dormido. Su madre, como en un gesto instintivo, lucha para que no le maten, apelando a la paz que sienten los tres juntos mientras que él duerme, como una familia unida. Todo es en vano y el asesinato se comete. El muchacho es lanzado al río donde morirá ahogado.
A la mañana siguiente la tragedia acaba presentándose ante ellas. El pasaporte de su hermano aparece y les aclara su identidad. Frente a esta situación la única salida para una madre que acabó con la vida de su hijo es morir con él, tirarse al río para descansar junto a su cuerpo. Nada puede hacerle cambiar de idea, ni su hija que le suplica que no la abandone. Pero nada surte efecto. Su madre abandona la casa y sigue los pasos que dio la noche anterior cargando con su pequeño.
La hija sola se siente abandonada por todos. Cuando estaba a punto de conseguir su sueño, por el que tanto había luchado, pierde a su madre. Por ella sacrificó su vida pero su madre le ha pagado dejándola sola a su suerte, ha preferido volver con su hijo pródigo, el que la había abandonado. Este sentimiento la atormenta, siente su vida vacía, su hermano le robó sus sueños, su posibilidad de ser feliz y al cabo de los años ha aparecido para volver a quitarle lo poco que tenía. Ella no sabe lo que es amar, es desgraciada y odia al mundo por lo que le han hecho.
Entonces aparece la mujer del hermano buscándole. En un arrebato de odio, su hermana confiesa todo lo ocurrido y sin ninguna piedad, llena de rabia, reniega de todos los sentimientos humanos y dignos. Paga con la pobre inocente todo su odio, intenta que sufra lo que ella ha vivido todos estos años. Como despedida le dice que para poder vivir tendrá que hacerse dura e insensible como una roca, si no es capaz mejor sería morir. Agotada de luchar sin sentido, acabará también con su vida.
Como en todas sus obras, Camus nos deja llenos de desolación, sin esperanza, sin un atisbo de que podamos ser merecedores de una segunda oportunidad. Su mensaje no es sencillo ni digerible en ninguna de sus obras (Calígula, El mito de Sísifo, el Extranjero... sigo?). El malentendido deja una triste sensación de perdición, de triunfo de todo los malos sentimientos que nos corroen. El único fin posible para esta humanidad sería su extinción. Pero no es lo que Camus quiere, él espera que nos reconozcamos y reneguemos de ese ser que puede sacar lo peor de su ser. Quiere que volvamos a plantearnos como humanos, de los que tampoco dimos muestra durante el siglo XX.
La obra necesita ser vista con cierta atención y positividad. Sin ellas el mensaje es demasiado destructivo. Quizá me faltó un poco de cada para disfrutarla. Por eso a la salida me sentí algo decepcionada, esperando algo que no encontré. En su descargo diré que creo complicadísimo llevar una obra de Camus a escena.
A pesar de que el reparto es bueno creo que tampoco estuvo a la altura de la obra. Sólo Cayetana Guillén Cuervo hizo un buen trabajo. Alicia Hermida creo que no estuvo en su mejor día, hablaba de forma poco natural, se atascaba en algunas frases.
Puede que el cansancio me haga ser más puntillosa, pero por el corto aplauso del público sentí que era una apreciación general.
En cualquier caso fui feliz consiguiendo ver esta obra y así opinar y añadirla a mi estupendo blog crítico.