Espeluznante. Podría usar adjetivos más acordes a la tremenda calidad de la representación, pero creo que este calificativo encaja más aquí que en ninguna otra obra que haya visto.
Llegó a mí de una forma poco habitual: la vi en un anuncio de instagram, y ya con los dos primeros segundos del video supe que quería estar sentada en su butaca. Saqué las entradas con varias semanas de antelación confiando en que nada se cruzara en el camino. Allí nos presentamos el día acordado, con temporal de verano, a tiempo para disfrutar.
La primera impresión, esa que nos espera cuando se levanta el telón, esa ya nos dejó pegados a la silla, expectantes. Con el paso de las escenas y los minutos la sensación se convirtió en una opresión en el pecho, una falta de aire, un dolor agudo. Y no es para menos, porque este teatro se inscribe dentro de la corriente "in-yer-face" (en tu cara), heredera del teatro de la crueldad, obras incómodas que exponen crudamente la violencia, la realidad más desagradable del ser humano.
Comencemos. En un espacio algo sórdido una mujer con los ojos tapados espera sentada en una silla. Mientras, dos policías se mofan de ella, le hablan con cierto desprecio y ella, asustada, solo puede aceptar las bromas y humillaciones e intentar colaborar.
Ella es Katurian, una mujer que trabaja limpiando en el matadero y en su tiempo libre se dedica a escribir relatos. No sabe cuál es el motivo de que la mantengan retenida aunque ve que a la sala han traído junto con ella sus carpetas de cuentos. Tan pronto como el informal interrogatorio empieza, ella es atacada verbalmente y en algún caso también físicamente. Cualquier comentario que hace sirve para que los policías den la vuelta a sus palabras y busquen interpretaciones que la inculpen. Katurian comprende que algo relacionado con sus relatos es lo que la mantiene allí. Estos suelen tener elementos en común: niños maltratados, historias trágicas, finales horribles, pero ella no se centra en esas similitudes ya que sus relatos son su vida pero no son su autobiografía y, como ella dice, las historias evolucionan por caminos distintos para finalmente contar lo que quieren expresar.
Los policías analizan sus cuentos buscando alguna pista. Repasan personajes, piden que la escritora explique cómo llegó a escribir esas historias tan dantescas. Solo uno de sus relatos contiene parte de su vida, aquel llamado “la escritora y su hermano”.
Una niña pequeña escribía historias dulces y extraordinarias hasta que cumple 7 años, día en que en una habitación de su casa unos ruidos comienzan a atormentarla. Gritos y golpes transforman sus cuentos dulces en horrores, pero de una genialidad magnífica. A los 12 años la niña entra en la habitación de la que surgen los ruidos y descubre que sus padres han hecho un experimentado con ella produciendo estos sonidos atronadores y viendo cómo influían en su estilo y en su obra. La niña gana premios de escritura y agradece a sus padres el esfuerzo. Años después la niña ya convertida en una mujer famosa por sus obras, vuelve a la casa y encuentra el cadáver de su hermano muerto en la habitación. Lo entierra y nunca vuelve a hablar de ello. El experimento ha sido un éxito.
La historia real que hay detrás del relato es recordada seguidamente por Katurian: en la habitación contigua sus padres torturaban a su hermano que llevaba 5 años encerrado. Katurian tiene 12 años. Esa misma noche la niña pondrá una almohada sobre la cabeza de sus padres y les asfixiará y liberará a su hermano, el cual ha sufrido daños irreversibles en su cerebro.
De repente el interrogatorio gira hacia preguntas sobre tres niños asesinados, tema del que la escritora solo tiene noticias por la prensa. Las dos primeras muertes sucedieron con bastante similitud a dos relatos de la escritora: la primera niña, que era maltratada por su padre, le mata accidentalmente, pero ésta después se traga un objeto lleno de cuchillas y se desangra; un niño sufre la amputación de todas las yemas de sus dedos de un pie, lo que acaba produciéndole la muerte. El relato en que se describe esa amputación era el origen del cuento de Hamelin, ese niño sobrevive y será el que salvará al pueblo de la plaga de ratas y de la desaparición del resto de niños, al no poder seguirles por su cojera. Sin embargo el niño en la vida real murió.
Katurian explica que ella no es culpable de lo ocurrido, sus relatos no son una incitación a cometer asesinatos. Sin embargo los policías creen que va más allá, que ella y su hermano retrasado son los autores de las muertes. En este momento la mujer aumenta su nerviosismo y miedos al descubrir que su hermano, con una dificultad para entender, también está considerado sospechoso. El policía la asusta diciendo que va a buscarle e instantes después le asegura que está siendo interrogado en la sala contigua y si no confiesa será torturado. Katurian suplica que le dejen, el chico es un joven con una percepción diferente de la realidad y teme que le hagan mucho daño. Para que le permitan estar con él, ella les amenaza con no volver a hablar hasta que no le vea, aunque sea torturada.
El hermano en la sala contigua escucha en total calma a su hermana gritar debido a las torturas. Finalmente dejan a Katurian estar con Michal, le abraza feliz por verle bien y comprueba que lo dicho por el policía es falso, su hermano no ha sido torturado. Katurian le pregunta qué ha contado y él dice que lo que querían escuchar, para evitar que le pegaran. Ha confesado los asesinatos. La hermana se desespera, sufre porque sabe que eso significa su ejecución. Le pregunta si éste ha hecho algo a los niños y él dice que no. Pero instantes después, como por descuido, confiesa a su hermana que los niños murieron de forma diferente a como estaba previsto en los cuentos. En ese momento su hermana se siente desencajada, le grita, le increpa! Pero Michal es retrasado y no ha sido capaz de distinguir la realidad de la ficción. Él insiste en que ambos juntos han cometido los asesinatos, según su percepción, recreando las magníficas historias. Ella huye de esas palabras, le llama asesino, se siente abatida por lo ocurrido, pero quiere tanto a sus cuentos que no se arrepiente de ellos. Michal va a ser ejecutado por los asesinatos esa misma noche y también va a arrastrar a Katurian a la muerte a pesar de que ella solo es culpable de las palabras, a sus ojos no ha hecho nada incorrecto. ¿Pero eso es correcto? ¿Se puede ser culpable solo con las palabras? ¿O se es inocente sean cuales sean las ideas si no llevan actos detrás?
Michal quiere el reconocimiento de su hermana, en el fondo él solo pretendía revivir lo que ella tanto necesitaba contar. Él le pide un cuento, ese que tanto le gusta, el del hombre almohada.
Él fue un hombre con una vida horrible que tiene como misión reconocer a todos los adultos con vidas desgraciadas, ir hasta su infancia, al momento en que todo se torció y convencerles para que se suiciden. Y para no dejar a sus familias desamparadas sin saber el motivo de los suicidios, simularán una muerte accidental. Los niños morirán acompañados del hombre almohada. Con su fin evitarán el dolor y el daño en ellos y en los que le rodean.
Michal es feliz volviendo a escuchar la historia de labios de su hermana, le reconforta su compañía, sus palabras, sentirla tan cerca.
Un último cuento antes de abandonar el día es suplicado por el hermano, ese del cerdito verde.
Un cerdito verde se sentía realmente especial por ser tan diferente, lo que provocaba todas las críticas y envidia de sus congéneres. Un día hartos en la granja, le pintaron con un producto indeleble que le hacía de un rosa muy normal. El cerdito se sentía triste y desamparado. Esa misma noche cayó una lluvia que convirtió a todos los animales en seres de color verde, una especie de lluvia ácida con efectos imposibles de eliminar. Todos los animales acabaron siendo de ese color excepto el rosa, que nuevamente volvió a ser único y a sentirse feliz.
Michal se irá a descansar un rato sabiendo que esa noche su vida acabará, le atormenta pensar que su hermana no va a estar junto a él. Pero no será así. Cuando Michal duerme Katurian pondrá una almohada sobre su cara acabando con su vida, acompañándole hasta las puertas de la muerte. El tercer acto se abre con un cuento, aquel en el que está basado el tercer asesinato, ese del que ni han hablado los periódicos. Se trata de "La niña Jesús".
La niña Jesús estaba convencida de ser Jesucristo en la tierra. Y como tal actuaba. Sus padres la rechazaban y sometían a todas las penalidades y humillaciones, que ella aceptaba sin ninguna protesta. Le impusieron una corona de espino, fue crucificada, le clavaron una lanza en el costado y fue enterrada en vida. Ella aseguraba que resucitaría porque se trataba del Mesías. A los tres días alguien pasó cerca de la tumba donde fue enterrada y algunos ruidos seguían saliendo de la caja, pero no fue escuchada. Al cabo del tiempo la niña apareció muerta dentro de su ataúd.
Cuando Katurian supo que su hermano era el asesino de niños quedó destrozada pensando en la muerta de la pobre tercera víctima. Los periódicos no habían publicado su desaparición y ella no había podido arrancar a su hermano los detalles de la muerte antes de acabar con la vida de él.
Pero ella ya ha decidido qué es lo que mueve su vida y con su hermano muerto, único testigo y artífice de lo ocurrido, ella es libre para elegir su final. Va a confesar los asesinatos a cambio de que sus relatos no sean destruidos, solo guardados durante cincuenta años y después sacados a la luz.
Katurian confiesa los cinco asesinatos, tanto los de los tres niños como los de los padres de ella (a los que con 12 años asfixió con una almohada al saber el sufrimiento que habían inflingido a su hermano). Los policías redactan la confesión orgullosos por tener el caso resuelto y por haber arrancado esas ansiadas palabras a la detestable escritora. Curiosamente solo han puesto el foco en la confesión y no han prestado atención a que desconocen si la tercera víctima está viva o muerta. Cuando son conscientes del error acuden al lugar donde supuestamente está enterrada la pequeña y reciben la mayor sorpresa: la niña está viva... y aparece completamente pintada de color verde. En la supuesta tumba sí están los cuerpos de los padres, asesinados hace años.
La confesión de Katurian queda totalmente desmontada tras la aparición de la pequeña. Ahora saben que ella no tenía ninguna idea de los asesinatos y ha decidido sacrificar su vida a cambio de la posteridad de sus historias. Ambos investigadores se sienten engañados por la mujer que amaña sus palabras para conseguir lo que quiere. En ningún momento contemplan la justicia o los motivos que hacen a alguien actuar así.
Pero a la vez los duros y sarcásticos policías que al principio odiaron a los hermanos, van poco a poco descubriendo que los relatos cuentan partes horribles de sus vidas, y leerlos en cierto modo les reconcilia con ese pasado al que no quieren volver. Sus sentimientos de odio van tornando a ser acompañamiento, aunque también traen una frustración por reabrir esas heridas, por esa capacidad de Katurian de indagar en lo más profundo de nosotros. El policia maltratador a su vez fue maltratado por sus padres, la dura mujer perdió a un hijo. Explicar lo que llena sus días de horror les hace débiles ante esa mujer despreciable.
Ahora que saben que ella no cometió ningún asesinato y sin embargo da su vida para que sus relatos sigan existiendo, solo les queda atacarle donde más le duele, decirle que no van a cumplir su palabra y tan pronto como sea ejecutada sus relatos serán quemados. Ella llora y grita, condena la injusticia pero en un estado autoritario poco se puede hacer. Antes de que alguien decida reabrir la investigación, la mujer policia se toma la justicia en su mano y ejecuta de un tiro a Katurian. Su compañero juzga que no es correcto lo que han hecho y aunque le encargan acabar con todos los textos, decide guardarlos como habían pactado con la víctima. La justicia se hace de la forma más injusta y enrevesada que podían imaginar.
Katurian vuelve a contarnos algo más de la historia de Michal. Cuando ella le preguntó si habría querido que el hombre almohada fuera a visitarle a los 5 años antes de empezar todo su sufrimiento, Michal, con su pequeña lucidez respondió: "No, sin todo mi sufrimiento nunca habrías podido escribir tus maravillosas historias".
Los actores son sublimes, no puedo imaginar un reparto mejor. El escenario ocupa su papel, mínimo, irrelevante, muy importante para que nos centremos en la palabra, en el texto.
Son dos horas y media de frío y dolor, en los que desearías dar una oportunidad a los personajes o que al menos viniera el hombre almohada a acompañarles hacia un camino mejor. Quizá el sufrimiento tiene un sentido, como eligió Michal, quizá sea solo el consuelo de los que están aquí. Y puede que todo ese dolor de los cuentos nos ayude a aceptar nuestras heridas, sea la forma de acompañarnos.