miércoles, 23 de noviembre de 2011

PERSÉFONE

De Perséfone se podrían escribir mil obras e interpretar su vida de muchas y diferentes maneras. Alguien tan antagónico como ella, que representa el nacimiento de la vida, la primavera, en la forma de Core y su fin como Perséfone, cuando baja al inframundo, tendría que dar lugar obras muy interesantes.  

De todas las posibles historias hoy he ido a encontrarme con una de las malas.

Me llamó la atención de esta obra que quisieran hablar de la muerte partiendo del personaje de la mitología griega que la representa. Que fuera una creación de Comediants me resultó curioso pero no diría que me decidió para ir a verla.  Recuerdo la serie de humor que grabó esta compañía de teatro para la televisión allá por el año 90. Y recordé que su humor nunca me acabó de gustar. Pues la obra ha sido aún peor que mi recuerdo de aquella serie.

La historia que nos cuentan era simplona, parecía casi cogida con alfileres, una serie de historias que podrían haber sido escritas por niños alrededor de la idea de la muerte y de Perséfone, el personaje que nos las va relatando. No había más, canciones tontas como la obra (sí, era un musical), máscaras para caracterizar a los distintos personajes que van viviendo de diferentes formas la muerte de un familiar, interpretaciones normales sin ningún lucimiento y un audiovisual que hace las veces de escenario, que daba algo de vida y originalidad a la obra. Y eso que considero que poner un audiovisual en una obra de teatro es infravalorarlo, restarle posibilidades y arte.

También podría destacar detalles que me gustaron, la música era en vivo, una especie de hombre orquesta amenizaba de forma continua las actuaciones. La voz de Perséfone adornaba sus actuaciones, cantaba muy bien.

Algo podría contar del argumento, aunque creo que dejará la obra aún en peor lugar.  Rafa ha muerto y sus amigos, mujeres e hijo pasan por el duelo a despedirse. Los personajes muestran sin pudor lo que piensan, y Perséfone recibe distintas peticiones de ellos, entre ellas su hijo pide que le devuelva a la vida "un rato" para que cambie el testamento y sea él el heredero.

Incluso entendiéndola sólo como obra de entretenimiento me parece aburrida. 


lunes, 21 de noviembre de 2011

DENNIS RAFTER: NOCHE MAGISTRAL SOBRE SHAKESPEARE

¡Vaya! Pensé que hoy me salvaría, que no sería necesaria una crónica, que unos pequeños fragmentos no estarían a la altura de una obra de teatro, que no habría nada que contar, que la magia no se manifestaría, que no, que no…

Pero dónde menos lo esperas aparecen los ratos fantásticos, el ángel del teatro que hace volar la imaginación y puede ocurrir cualquier cosa.
Y cuando digo que es donde menos lo esperas, es algo literal. Hoy el Teatro Español abría sus puertas a todos y nos invitaba a jugar al juego del teatro, enseñaba las entrañas del actor, y con un maestro de ceremonias inmejorable nos hacía parte del escenario y de la creación. Denis Rafter es una especie de El Brujo en versión irlandesa españolizada, que interpreta los personajes de Shakespeare, pero no como un actor más, él nos cuenta qué tiene que tener cada personaje para transmitir lo que el autor quiso decir, cuál es su magia, su razón de ser, le pone música, nos mete en su obra, ahora somos todos parte de ellos, Julio César, Ricardo III, Hamlet… Somos el Antonio al que Shylock no quiere prestar el dinero porque nos detesta, nos hemos convertido en notas de jazz que sonarían a Julieta si ella fuera música,  somos parte del cuarto soliloquio de Hamlet, donde se pregunta por el suicidio y el sentido de la vida, estamos en el senado romano con Julio César y Bruto, escuchando a Marco Antonio y gritando algo que suene italiano, algo así como spaguetti!, escuchamos al portero borracho de Macbeth contar el asesinado del rey, participamos de los 55 segundos de un soneto, su medida perfecta, o hablamos de amor con Troilo y Crésida, partimos a luchar a la guerra contra Francia guiados por Enrique V y acabaremos con las siete edades del hombre de Cuándo gustéis. Todo sin descanso, como esta crónica.

Todo amenizado con música, canciones populares irlandesas, bromas y reflexiones profundas, y como único acompañamiento, un mínimo atrezzo, una máscara, una sábana, un gorro…

Es un lujo disfrutar de alguien que adora tanto el teatro, vive para él, lo siente y lo transmite para que nosotros  podamos entenderlo y disfrutarlo como él. Puede que Dennis Rafter fuera, de todos los que estábamos allí, el que más disfrutó.



domingo, 20 de noviembre de 2011

LOS EMIGRADOS

Compartimos unas horas con dos inmigrantes, dos emigrados de su tierra que podrían ser parecidos pero que, al contrario, tiene orígenes y vidas muy diferentes. Y esas grandes diferentes les hace a veces no entenderse, discutir, juzgarse y criticarse, y de todo ello somos testigos.

Comparten una casa que más bien se diría que es un cuchitril, un sótano lleno de humedades y tuberías que suenan, allí más bien viven las vidas de sus vecinos y sobreviven  a las suyas.

Ambos abandonaron su país, de uno se conoce el motivo, dejó a su familia para conseguir dinero en un lugar mejor con un trabajo mejor. Y allí se deja la vida en la construcción sufriendo enfermedades y sin gastar nada, ¿para qué? Sueña con un futuro en su tierra que nunca llegará.
El otro es un hombre culto que abandonó su país y su buena vida allí por la falta de libertad. Quería dejar de ser esclavo en su tierra, un mono enjaulado. Huyó para ser libre y poder explicar su rabia y la situación que se vivía en su país. Pero una vez superado, una vez fuera de la jaula, también se fue su motivación para escribir y luchar.

Sus vidas se cruzan en ese sótano húmedo, el inframundo. Y allí charlan de ellos, mezclan historias banales con la profundidad de la vida. La simpleza del obrero, su esclavitud por el dinero y por ser alguien y volver a su tierra con regalos para todos, y construirse la mejor casa del pueblo, exaspera al hombre culto, que quiere conseguir un compromiso, una meta superior para él, una reivindicación contra el sistema, la libertad! Pero él tiene también mucho de lo que arrepentirse, perdió la furia por luchar y ahora sólo ve en su compañero su misión en la vida.  Porque él no dejó a nadie, no tiene ningún objetivo, no sabe hacia dónde va y ahora no tiene un sitio que sienta como suyo y al que quiera volver.

Los regímenes, las dictaduras, el dinero, todo nos esclaviza, nos hace aceptar un régimen que nos oprime, no nos representa y nos hace infelices, somos nosotros los que no debemos aceptarlo. La liberación no viene con la riqueza, es una nueva forma de opresión.

Los actores son geniales, es complicado representar una obra larga y densa en una habitación como único escenario y sin saltos en el tiempo, y conseguir transmitir a la vez tantos sentimientos, tensión, lástima, comprensión.  Es ese tipo de obras complejas, con muchos mensajes, que necesitan toda la atención durante la obra, y una dura reflexión después.


viernes, 18 de noviembre de 2011

PURGATORIO

El título ya nos da una idea de que la obra va a ser algo desasosegante. El Purgatorio no va a ser un sitio de risas y alegría. Desde que se entra al teatro, a la sala, hay un ambiente particular, de asfixia, se respira algo turbio. Estamos dentro de un despacho, una consulta o una celda, alguien está allí retenido y somos testigos de la conversación entre esta mujer y su supuesto médico.

Todo empieza aquí. Cuesta poner en pie la historia, nos va contado pinceladas de una vida trágica y unas consecuencias que nunca encontraron arrepentimiento. La mujer retenida amó mucho y abandonó su pasado, su familia, su vida anterior por esa pasión, y por sus celos y el despecho de ser abandonada hizo lo peor que se pueda hacer: mató a sus  dos hijos. Pero lo volvería a hacer porque sigue queriendo al hombre que le hizo tanto daño.

En otra celda muy cerca otro personaje vive la misma historia, es el hombre que ocasionó el despecho, el padre de los niños asesinados. Él también murió, se suicidó y ahora debe de purgar sus penas en este lugar, como la que fue su mujer. Él quiso a su mujer por encima de todo, pero siempre supo que estaría mejor con una mujer más tranquila, menos apasionada,  que no lo supiera todo de él con sólo mirarle. Su pecado, su error, fue otro, el de abandonar a sus hijos por una vida mejor, cerrar los ojos a la verdad, sólo pensar en él, pero el asesinato de sus hijos le hizo suicidarse, porque él llegó a creerlo posible. Ahora busca el perdón en el purgatorio, una nueva vida en la tierra, un nuevo papel que disfrutar, pero su osadía, su forma pretenciosa de engañar a los jueces pueden devolverle al infierno en la tierra, le pueden reencarnar en uno de sus hijos y vivir nuevamente su muerte, esta vez de manos de su madre, su mujer.

No es sencillo afrontar la vida así, el reto, la condena, los errores cometidos, todo tiene un precio.  Y el precio de su redención total va a ser el más difícil de todos, conseguir el arrepentimiento de la que fue su mujer, a la que tanto conoció y quiso. Y de la que sabe que nunca se rendirá. Y así, vestido de médico deberá día tras día dirigirse a la celda de ella y conseguir un avance, una muestra de cordura para que los dos sean liberados. Pero esa fuerza y convicción que nunca la abandonará es lo que realmente le hizo unirse a ella para siempre y nunca les permitirá separarse ni conseguir el perdón, pero, como dicen, tienen una eternidad para intentarlo y no hay otro sitio a dónde ir, siempre se quedarán allí.

La obra habla de convicciones, de la fuerza de los principios, del abandono y de los celos, y del arrepentimiento y la venganza, que cada personaje interpreta y prioriza de una manera.
El texto consigue mantener siempre el alma en vilo, cada frase puede ser extraída de la obra y analizada, es una sentencia, una forma de proceder sin ninguna duda.
Los dos únicos actores consiguen hacen muy creíbles sus personajes, estamos ante la revisión de los cargos del Purgatorio, es complicado encontrar fallos a un texto un una interpretación tan limpios, directos, emocionantes. 


EL PERRO DEL HORTELANO

Quizá sea una de las comedias más conocidas del Siglo de Oro Español, puede que se deba a Pilar Miro una buena parte de su fama, lo que estaba claro es que teníamos alguna idea de lo que íbamos a ver, y si a esto se le une que la representación era de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, todo tenía que salir bien.

Realmente la compañía no era estrictamente ésa, sino la Joven CNTC y esos años de experiencia se notan. Hacen un trabajo muy bueno pero de momento inigualable al de sus mayores, que con su sola presencia llenan el escenario. Y esas pequeñas diferencias se aprecian, no llegan a ser determinantes, pero perturban la atención y el placer del teatro.

La historia del perro del hortelano es conocida, ni come ni deja comer, con esto ya podemos imaginar los derroteros por los que nos llevará la historia.
Una dama de título, pretendida por aristócratas necios y tontos, realmente ama a su secretario, un joven instruido pero humilde que nunca soñó con ser querido por alguien así. Él quiere a otra, una doncella de su misma posición. La señora juega con él, se insinúa, le muestra sus sentimientos y cuando éste acepta de pleno y se ve en su nueva vida, ella le devuelve a la realidad. El juego desconcierta cada vez más al joven y lleva a la dama a un nuevo extremo, como una veleta. Cada nuevo vaivén cambia el ritmo y la vida de todos: Teodoro vuelve a aceptar a su futura novia y la dama acepta a un necio noble por esposo. No hay un momento de tranquilidad, de sosiego, entre tanto extremo.
Sólo algo salvaría el honor de la dama, que él fuera noble y sólo el asesinato del secretario salvaría a los necios nobles de perder a la dama que quieren. ¡Qué lío!
Y así ambas posibilidades se van a dar, y como debe de ser, acaba triunfando el amor, gracias a que un supuesto abuelo noble da título al joven secretario que descansa feliz con el engaño.

La historia es contada de forma graciosa, los criados de los nobles, más exagerados que ellos, animan la actuación.
Pero sigue fallando algo, la dicción no es muy buena, no tiemblan las paredes cuando hablan los actores, falta algo de fuerza. Los escenarios tampoco acompañan, los actores se esconden y ya me había acostumbrado a verles sentados alrededor del escenario, disfrutando de la actuación de sus compañeros, entre los músicos, como si de verdad estuviéramos en un antiguo corral de comedias.


viernes, 11 de noviembre de 2011

TRES AÑOS

La mezcla es perfecta, difícilmente mejorable: una obra de Chejov interpretada por la compañía de la sala Guindalera. Todo apunta bien, un auténtico valor seguro. Y se cumple.

La representación tiene sus pequeñas sorpresas porque realmente se trata de una adaptación de una obra de Chejov, y además no es una de sus famosas obras de madurez, pero tampoco de las comedias cortas de juventud. Así que Chejov se intuye pero no es tan fácil de reconocer como en otras.

La historia es más simple que en otros casos, no muestra el convulso momento social y político de Rusia, es más, la obra es bastante atemporal, de no ser por el vestuario y algún mínimo comentario. Tampoco se desarrolla obligatoriamente en Rusia, aunque sí mezcla el ambiente rural con la gran ciudad.

La historia trata básicamente del amor, y de lo que buscamos y encontramos con él. Se cuestionan y resuelven estas dudas a través de las vivencias de los personajes.

Alejandro, un hombre rico de ciudad, tímido y apocado, va al pueblo a ver a su hermana enferma y allí encuentre el amor en la hija del médico, una chica alegre y sencilla, y muy bella. No es la primera vez que se enamora, pero nunca ha sido correspondido y una vez más parece que ése será el resultado. Pero animado por su cuñado, un caradura aprovechado y conquistador, le pide matrimonio. Ella le rechaza pero piensa en lo que perderá de no aceptar la proposición, una vida en la ciudad, óperas, lujos, dinero, frente a convertirse en una vieja soltera. Se casan pero muy pronto llegan los problemas cuando nada más que el interés la une a él. La desdicha de no ser correspondido o el rechazo por un hombre que la toca y al que no ama, lo inunda todo de dolor. El recuerdo de lo perdido, la vida rural o la ciudad libre les hace replantearse la decisión tomada y ver como felicidad lo que ya no puede volver. Él tuvo una mujer que le amó, idealista, con principios, orgullosa, pero fea, y antepuso la belleza a su compañía y amor.
Pero el tiempo pasa y calma la sensación de frustración de ambos y empiezan a respetarse y a compartir momentos. El amor deja de verse como algo imprescindible para la felicidad, incluso los atisbos de pasión por otros son rechazados frente al cariño de saberse juntos. Y los malos momentos que podrían ser causa de ruptura se superan juntos y acaba surgiendo el amor a partir del recuerdo de lo que llevan vivido, especialmente de todo lo malo pasado y superado. Al final dicen que lo acertado no es tomar la decisión correcta, sino decidir y vivir a partir de ahí.

La historia está contada de la forma clásica, pero sobre ella los personajes salen del escenario y pasan a debatir, a expresar cada uno lo que siente como el amor (un misterio, una reacción química, algo imposible de juzgar), la felicidad, lo perdido, el valor de las decisiones y animan la obra, aunque ésta ya sola tiene un bonito mensaje.

En conjunto, vemos una reflexión sobre nosotros y nuestras vidas, y esos momentos de felicidad que a veces pasan desapercibidos.