viernes, 11 de noviembre de 2011

TRES AÑOS

La mezcla es perfecta, difícilmente mejorable: una obra de Chejov interpretada por la compañía de la sala Guindalera. Todo apunta bien, un auténtico valor seguro. Y se cumple.

La representación tiene sus pequeñas sorpresas porque realmente se trata de una adaptación de una obra de Chejov, y además no es una de sus famosas obras de madurez, pero tampoco de las comedias cortas de juventud. Así que Chejov se intuye pero no es tan fácil de reconocer como en otras.

La historia es más simple que en otros casos, no muestra el convulso momento social y político de Rusia, es más, la obra es bastante atemporal, de no ser por el vestuario y algún mínimo comentario. Tampoco se desarrolla obligatoriamente en Rusia, aunque sí mezcla el ambiente rural con la gran ciudad.

La historia trata básicamente del amor, y de lo que buscamos y encontramos con él. Se cuestionan y resuelven estas dudas a través de las vivencias de los personajes.

Alejandro, un hombre rico de ciudad, tímido y apocado, va al pueblo a ver a su hermana enferma y allí encuentre el amor en la hija del médico, una chica alegre y sencilla, y muy bella. No es la primera vez que se enamora, pero nunca ha sido correspondido y una vez más parece que ése será el resultado. Pero animado por su cuñado, un caradura aprovechado y conquistador, le pide matrimonio. Ella le rechaza pero piensa en lo que perderá de no aceptar la proposición, una vida en la ciudad, óperas, lujos, dinero, frente a convertirse en una vieja soltera. Se casan pero muy pronto llegan los problemas cuando nada más que el interés la une a él. La desdicha de no ser correspondido o el rechazo por un hombre que la toca y al que no ama, lo inunda todo de dolor. El recuerdo de lo perdido, la vida rural o la ciudad libre les hace replantearse la decisión tomada y ver como felicidad lo que ya no puede volver. Él tuvo una mujer que le amó, idealista, con principios, orgullosa, pero fea, y antepuso la belleza a su compañía y amor.
Pero el tiempo pasa y calma la sensación de frustración de ambos y empiezan a respetarse y a compartir momentos. El amor deja de verse como algo imprescindible para la felicidad, incluso los atisbos de pasión por otros son rechazados frente al cariño de saberse juntos. Y los malos momentos que podrían ser causa de ruptura se superan juntos y acaba surgiendo el amor a partir del recuerdo de lo que llevan vivido, especialmente de todo lo malo pasado y superado. Al final dicen que lo acertado no es tomar la decisión correcta, sino decidir y vivir a partir de ahí.

La historia está contada de la forma clásica, pero sobre ella los personajes salen del escenario y pasan a debatir, a expresar cada uno lo que siente como el amor (un misterio, una reacción química, algo imposible de juzgar), la felicidad, lo perdido, el valor de las decisiones y animan la obra, aunque ésta ya sola tiene un bonito mensaje.

En conjunto, vemos una reflexión sobre nosotros y nuestras vidas, y esos momentos de felicidad que a veces pasan desapercibidos.


1 comentario:

  1. Muy bonito. Y muy valiente por parte de Chejov el contar una historia así; decisiones que hay que tomar, y que no siempre son acertadas. Pero efectivamente hay que aceptarlas y vivir con ellas, y sacar el mejor partido. Muy interesante.

    Me ha gustado mucho el párrafo
    Pero el tiempo pasa y calma la sensación de frustración de ambos y empiezan a respetarse y a compartir momentos. El amor deja de verse como algo imprescindible para la felicidad, incluso los atisbos de pasión por otros son rechazados frente al cariño de saberse juntos. Y los malos momentos que podría ser causa de ruptura se superan juntos y acaba surgiendo el amor a partir del recuerdo de lo que llevan vivido, especialmente de todo lo malo pasado y superado. Al final dicen que lo acertado no es tomar la decisión correcta, sino decidir y vivir a partir de ahí.

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