jueves, 13 de diciembre de 2012

DOÑA PERFECTA

La nueva temporada del Centro Dramático Nacional nos trae al director Ernesto Caballero. Una época prometedora empieza, después de varios años  con Gerardo Vera. Con las referencias del Sr. Caballero ya una anima: viene de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, con los que disfrutamos de grandes historias. Ahora podrá dar un giro al CDN, representando obras de autores actuales o dirigiendo versiones existentes con su punto de vista. 

Para el estreno ha elegido a un gran escritor que ha frecuentado poco los escenarios de Madrid: Benito Pérez Galdós. Nunca leí ninguna de sus obras pero siempre he escuchado que sus textos siguen tan vigentes como en la época en la que fueron escritos. Puede que la España actual se parezca más de lo que pensamos a la de 1898. 

Doña Perfecta es la historia de un pueblo y de sus gentes; de las personas que no están dispuestas a aceptar nuevas corrientes críticas con sus costumbres. En la sociedad de finales del s. XIX el pensamiento progresista iba contra todos los derechos adquiridos por los caciques y la iglesia. Ahora sólo pequeñas diferencias nos separan de ese tiempo. 

 La historia transcurre en Orbajosa, concretamente en el salón de la casa de Doña Perfecta. A ella llega desde la capital  su sobrino Pepe Rey, un joven culto y moderno, con nuevas ideas. Su padre y su tía han concertado la boda entre los primos. Aunque no se conocían, entre ellos surge el amor. El joven comienza por revolucionar a uno de los estamentos más arcaicos del pueblo, la iglesia. Mantiene que su dominación se basa en la superstición y  el sometimiento. El cura, que pasa el día en la casa de Doña Perfecta, no tiene argumentos para rebatirle y sólo consigue mofarse de él, acompañado por las chanzas de toda la familia.


Aquí empieza la pesadilla del joven, que intenta no molestar pero tras varios ataques acaba expresando todo lo que piensa de ellos. Así consigue poner a su dominante tía en contra. Ésta se toma la justicia por su mano y decide finiquitar el compromiso. Encierra a su hija y hace la vida imposible al sobrino. Éste es despedido de su prestigioso puesto estatal, es denunciado por vecinos del pueblo por un litigio de sus tierras, es conducido mediante engaños a la casa de unas jóvenes de vida alegre... Todo está permitido por la loable tarea de conseguir separarles. La tía toma estas medidas por el bien de los dos, imparte justicia sin contar con los sentimientos de los demás. no quiere a un ateo en su familia y sabe que su sobrino nunca se adaptaría al pueblo.

Mientras tanto, los rumores corren por el pueblo y todo se sabe. El joven, desesperado, acaba amenazando y haciendo confesar a su tía. Doña Perfecta reconoce que no quiere ver a su hija mezclada con un hombre como él y por este motivo urdió el plan. Desesperado y sin salida, Pepe parte, pero sabe que volverá a por la mujer que ama. 

Ortigosa es un pueblo tradicional y rebelde, no está dispuesto a aceptar dictados de modernidad de la gran urbe. Así declara un levantamiento contra el poder central y desde allí son enviados los ejércitos para reprimirlo. Al mando está un general amigo íntimo de Pepe Rey. La familia de Doña Perfecta teme represalias, pero se pone en manos de Dios que sabrá protegerles. Y por si acaso, también en manos de un labriego conocido por su brutalidad. En medio de la batalla, el joven llega a la casa para llevarse a su amor, pero una bala disparada por el lacayo y ordenada por Doña Perfecta y el cura, acaba con su vida. Es el día más feliz y se convirtió el más triste en la vida de ambos enamorados. 

La historia es interesante, clásica pero aplicable a la actualidad. En su segunda lectura Galdós nos está contando la situación de España, un país retrogrado con tintes de modernidad que siempre fueron reprimidos por los poderosos, con más miedo que otra cosa de perder sus privilegios. 

La obra está bien representada aunque no llega a entusiasmar o alcanzar grandes momentos. Incluso en ciertas escenas llega a hacerse aburrida, seña clara de que la puesta en escena es mejorable. 
Entre los actores hay variedad: los protagonistas trabajan bien, Alberto Jiménez especialmente (como suele pasar). Otros son de calidad mediocre. 
El escenario es original; gira y con su movimiento nos sitúa en diferentes ambientes y momentos, siempre dentro de la casa.


En general es una obra entretenida por ser un clásico muy actual, aunque habría podido dejar un mejor recuerdo con algo más de trabajo. Espero acertar con la próxima del CDN. 

viernes, 30 de noviembre de 2012

EL JURAMENTO

Tales fueron las buenas sensaciones que me dejó Los Niños se han Dormido/La Gaviota, que no he podido evitar volver a pisar un teatro pocos días después. Hice una lista con todas las obras que quería ver antes de fin de año, entre ellas apunté una un tanto especial.Sin rodeos, una zarzuela. Cada cierto tiempo me gusta disfrutar de una obra así, es curioso teniendo en cuenta que detesto los musicales. Pero las zarzuelas están muy cerca del teatro, incluso podría decir que comparten muchos rasgos con el teatro clásico. Por supuesto no es comparable a las grandes obras de Lope o Calderón, aunque sí cuentan con los enredos típicos del siglo de Oro, las confusiones y equivocos y el final feliz para todos.
Y entre los rasgos comunes de las zarzuelas está el ambiente costumbrista, las piezas cantadas por tenóres y sopranos y la poca profundidad de los personajes. Así que asistir a una zarzuela cada seis meses es una frecuencia óptima.

El Juramento ya cuenta algún detalle en su título: un juramento debe de ser mantenido pero éste a su vez no permite desenmarañar el lío montado.

La historia transcurre en el palacete de campo que pertenece a un rico noble. Éste piensa casar a su hijo,  Don Carlos, con una joven rica y de buena familia, desoyendo sus deseos. Pero el hijo quiere a la joven huérfana, María, que su padre recogió siendo pequeña. Además el chico no es capaz de oponerse a la orden de su padre y acepta su destino. Ella se siente abandonada porque su querido no ha sido capaz de luchar por su amor.

En éstas llega al palacio un amigo del hijo, un capitán al que éste salvó la vida. Tras conocer la historia decide ayudarle con la condición de que deberá marcharse inmediatamente de allí. Rápidamente el capitán, que también es marqués, elabora un plan para salvar a la linda María de su paso por el altar con Sebastián, un chaval simplón del pueblo con el que el marqués también ha concertado una boda. Sólo hay un problema: para evitar que María se case con Sebastián, el marqués pide su mano.

Dicho y hecho, la boda se celebra días después. Tan pronto ésta finaliza, el marqués comienza a ignorar a su actual esposa y a tontear con otras mujeres. Viven en casas separadas y nunca se les ve juntos, no hay quien entienda qué ha hecho a este hombre cambiar tanto de la noche al día. María le rechazó en un principio pero tampoco entiende ese desdén del que es víctima y no está dispuesta a verle con otras mujeres y convertirse en el centro de las habladurías del pueblo. Y entre celos y admiración empieza a enamorarse de ese hombre que la esquiva. Ese sentimiento surgió ya en él la primera vez que la vio, pero se debe a su amigo, no puede revelar que la quiere y por eso huye de ella.

Y como tenía que ser, Don Carlos vuelve a aparecer. Confía en su amigo y en que el entuerto esté solucionado pero la furia le corroe cuando se entera de que su supuesto amigo se ha casado con su amada. Todo tiene una explicación y el marqués le cuenta que se batió en duelo y mató a un hombre pero fue condenado injustamente a morir. Por su posición se le permitió que su vida acabara en el frente, para lo que se le dio un permiso de cuarenta de días que finalizarían la mañana siguiente. Esto quería decir que el partiría a la muerte y su mujer enviudaría heredando una gran riqueza. Así ellos podrían casarse sin oponerse a los designios del padre. Pero este juramento nunca debería de ser rebelado a su mujer, al igual que su amor.

Cuando Don Carlos ve a María descubre que ésta ya le dejó de querer, ella ama a su marido. Se enfada y les culpa, disfruta pensando que él morirá. Pero alguien viene a abrirle los ojos, a mostrarle que él es el único culpable de su desgracia, que fue un cobarde ante el amor. Así que decide devolver el favor a su amigo que siempre actuó de buena fe. Consigue una confesión que salva al marqués de la sentencia de muerte y bendice su amor, que está por encima de todo.


La historia es sencilla pero se ve complementada con un vestuario muy original (de Jesús del Pozo) y unos alegres decorados en tonos cálidos que reconfortan el espíritu. Realmente el montaje en conjunto es un gran espectáculo, hasta los cantantes de ópera trabajan bien cuando actúan. Un estupendo rato en el que viajamos a otros tiempos de nuestro país.


martes, 27 de noviembre de 2012

LOS NIÑOS SE HAN DORMIDO

Y con ésta van cuatro representaciones de Chejov, según me dijo Isma. Cuatro en el recuento parcial (realizado por el blog), en total seguramente sobrepaso las diez obras vistas. Y no me canso de ver a Chejov, sobre todo si la historia y los actores se combinan en una simbiosis perfecta. Lo digo sabiendo de lo que hablo, porque quizá la peor representación que he sufrido fue de esta misma obra, la Gaviota. 


Aunque el texto era éste, la obra vista hoy se presentaba con otro nombre: Los Niños se han Dormido. No es la primera vez que esto sucede, que La Gaviota es anunciada con otro título. Dicen los directores que representar La Gaviota es tan complejo que es pretencioso suponer que se pueda hacer. Por eso se acercan a ella con adaptaciones en torno a su obra. 

Esa complejidad de la que hablan se percibe en los personajes, Chejov nos los describe en todas sus facetas, les conocemos, llegamos a intuir lo que piensan y en este análisis descubrimos al ser humano. 

El contexto de las obras de madurez de Chejov es siempre parecido: la escena transcurre en una lujosa casa de la época de los zares, en una zona rural de la Rusia de principios del s. XX. Los personajes reflejan los diferentes estamentos sociales: señores y criados.

En este palacete tendrá lugar hoy una representación teatral. El hijo de la señora, Konstantin, ha adaptado una obra que interpretará su alegre novia, Nina. El joven está expectante por conocer la opinión de su madre, la famosa actriz Irina. Además pretende recuperar así la admiración de ésta por él, que perdió en favor de su novio, un famoso crítico y escritor, Boris Trigorin. Boris es un autor famoso, ha triunfado y vive cómodamente, y es encantador, especialmente con las mujeres. A la actuación también asistirán los sirvientes de la casa, el hermano de Irina y su médico, amigo de la familia. 

El estreno será un desastre porque la madre ridiculizará a su hijo, dejándole en evidencia ante todos. Irina siempre pretende quedar por encima del resto y un hijo escritor es un desafío a su profesión de actriz. Además la obra que Konstantin eligió era Hamlet, con lo que el papel de Ofelia quedaba "demasiado grande a esa niña". Elegir Hamlet no fue un capricho de Konstantin sino un intento de hacer ver a Irina lo que está pasando en su propia familia. 

Pero esta confrontación no es la única que veremos. A través de los diálogos se muestran las distintas relaciones entre los personajes, todos desean aquello inalcanzable y rechazan lo cercano y asequible con desprecio. Con esto sólo consiguen sentirse desgraciados y convertir en infelices a aquellos que les quieren. Nasha, la hija del ama de llaves, ama desesperadamente al joven Konstantin que la rechaza. Sin embargo desprecia al maestro, un chico soñador que la haría feliz. El ama de llaves desea al médico y le declara su amor delante de su propio marido en un acto de desprecio hacia éste. Los comportamientos se repiten y pasan de una generación a otra, las sirvientas, madre e hija, tienen que aceptar a un hombre que no aman para acceder a una vida mejor.

Todos los seres viven y sufren en una especie de equilibrio inestable que es roto por un acontecimiento: Boris, el crítico, y la joven Nina se enamoran. El dilema está servido, dejarse llevar por el amor o renunciar a éste y vivir en la comodidad del día a día. Boris es débil y es arrastrado por Irina, pero la juventud e ingenuidad de Nina consiguen que él vuelva a ella. 
Vivirán un romance con trágico final cuando ella pierde al bebé nacido de su amor y con éste, la fuerza para actuar. Boris acaba abandonándola y vuelve con Irina.

Pasan los meses y la familia vuelve a reencontrarse tras tantos acontecimientos. Pese a las demostraciones de alegría, todos siguen escondiendo sus desdichas y vergüenzas. Quizá porque no pueden guardarlo dentro más tiempo o porque piensan que tienen derecho a ser felices, acaba llegando el momento en que confiesan su verdad. Pero con esto lo único que consiguen es volver a enfrentarse a su soledad sintiéndose más ridículos que antes. Otros, los cobardes, se ocultan tras una máscara. 
De entre todos ellos sólo Konstantin muestra su tormento,  ha triunfado como escritor pero perdió el amor de Nina y no es capaz de soportar este mundo falso. 
Y en esa gran noche de reencuentros Nina aparece en la casa. Se fue siendo una niña y ahora es una mujer, ha sufrido y ha entendido que la vida consiste en aceptar el dolor que te toca vivir. Desvaría, se llama a ella misma Gaviota, como esa gaviota que Konstantin mató "por hacer algo", cuando empezó el fin de su juventud. Esa gaviota muerta era ahora ella. 
Y cuando Konstantin le confiesa que la sigue amando, aparece Boris, el crítico, que ignora por completo su presencia. Ella no puede sentir más dolor al verse rechazada por el hombre que sigue amando y sólo le queda huir y aceptar su cruel destino de soledad. 
Igualmente Konstantin entiende que ese mundo en el que no encaja no es para él. Perdió la última esperanza de ser feliz y decide acabar con su vida, mientras los demás ríen y festejan su infelicidad.  

Esta historia está completada con todos los personajes que rodean a la familia, de cada uno entendemos sus sentimientos y nos preguntamos cómo han podido llegar a ser tan infelices. Esta es la magia del teatro intemporal de Chejov, ya sea en la estepa rusa o en el s. XXI.


miércoles, 21 de noviembre de 2012

EL TRAJE

La última vez que estuve en la sala galileo disfruté de una entrañable obra (Elling). Eso fue allá por primavera. Aquella representación me viene a la memoria porque uno de los actores vuelve a estar aquí, Javier Gutierrez. Otro parecido es que son solo dos personajes los que nos acompañarán esta noche.

El texto es español y actual, así que no las tengo todas conmigo. Prefiero obras ya consagradas, aunque en ellas se pierde el factor sorpresa.

Con los primeros minutos la obra muestra un guión original. Dos hombres discuten en el sótano de unos almacenes. Uno es el jefe de seguridad, el otro es un cliente. Estamos en el primer día de las rebajas y una avalancha de gente entró en la tienda en tropel, se pisotearon y aplastaron, y de entre todos, dos de ellos -un hombre y una mujer- consiguieron alcanzar una misma prenda, un traje. Una lucha fraticida por la pieza les ha conducido a la reclusión en ese sótano. La señora está herida en la sala contigua (nunca la veremos) mientras que el otro implicado es interrogado por el jefe de seguridad. Éste intenta aclarar los hechos y quién tuvo la culpa, pero parece que las acusaciones son mutuas y ninguno se responsabiliza de lo ocurrido.


La escena se vuelve cada vez más absurda, el interrogatorio gira hacia lo personal y el guardia jurado pretende averiguar los problemas familiares del cliente. El despiadado comprador está perdiendo los estribos, insulta y suelta tacos, tema que pone especialmente nervioso al interrogador, que pertenece a una iglesia evangélica. Para colmo la sala está cerrada con llave, lo que pone más frenético al arrestado. Y con los nervios las confesiones van surgiendo: "sí la llamé zorra", "si le di un puñetazo fortuito", "sí lancé su cabeza contra el están con todas mis fuerzas". La cosa se complica para el caballero porque la situación le ha superado y no sabe ni qué dice. Además una grabación parece inculparle definitivamente. Por si esto fuera poco, el guarda jurado, que cada vez desvela más su locura, le cuenta que la señora está herida grave, para pocos minutos después comunicar su muerte.

"Hay que esconder el cuerpo, total, es una vieja y nadie la reclamará", y el pobre cliente se siente sobrepasado y acepta cada nuevo desproposito del empleado como algo natural. Al parecer, el guarda intenta ayudar y encubrir al señor, pero a cambio le pide un favor, que sea su amigo. Desesperado y asustado, el otro acepta, quiere acabar con esto, salir de ese sótano y volver con su familia. Él sólo quería comprar un traje para regalarlo a un político con el fin de conseguir algún contrato y así mantener su empresa abierta. No es tan malo buscarse medios para sobrevivir.  

Cuando intentan sacar el cuerpo para llevarlo a una obra y enterrarlo entre sus cimientos, descubren que no hay otra salida más que pasando por la tienda, todo se ve negro y sin salida. En este momento un rayo de lucidez muestra al cliente la verdad: nadie murió en la avalancha, la disputa por el traje no ocasionó ningún herido grave. El muerto que intentan sacar es una víctima de la locura del guarda, él es el asesino y mató a la señora para forzar a la amistad al otro cliente  haciéndole creer un criminal y él su encubridor. Pero esta verdad llega demasiado tarde, cuando ya se encuentran en un camino sin salida.

El argumento es original pero la historia se puede contar en cuarenta minutos y alargarla hasta 1h 30 minutos la hace a veces aburrida y repetida. Es una lástima porque los actores interpretan a sus personajes con mucha sabiduría.


jueves, 8 de noviembre de 2012

IVAN-OFF

Ha llovido desde mi última función, allá por julio. Muchos han sido los acontecimientos vividos desde entonces.Hoy asisto a una obra muy diferente de las que suelo frecuentar. Este tipo de teatro está surgiendo recientemente, pequeñas salas representan nuevas obras de autores jovenes o adaptaciones alternativas, y donde el publico asistente es muy escaso.
La idea me gusta, una actuación muy personal para ser disfrutada por unos pocos de afortunados.

Desde el primer momento se observan diferencias. Entramos a un piso que recrea el ambiente de los años 50: paredes empapeladas, lámparas de araña, muebles rococó, una ornacina con una virgen dentro, cuadros de pavo real o perros humanoides o la misma duquesa de alba.

Entramos a una sala y nos situamos en un banco continuo que recorre las cuatro paredes. En el centro un actor nos mira fijamente esperando su momento. A partir de aquí comienza la historia de Ivan-off.

Ivan es un hombre desgraciado, infeliz, amargado. Se casó hace cinco años pero poco después dejó de querer a su mujer y ahora se siente atrapado en una vida que no le llena. Sin embargo ella le ama más que nunca y por culpa del rechazo que sufre, vive enferma. Pero ni esta culpabilidad puede hacer que en Ivan surgan sentimientos de cariño. Además sus negocios empeoran y le llevan a la ruina. Debe dinero a una importante familia de la región a la que visita cada día aparentando ante su mujer que se siente obligado por los favores recibidos. En realidad es su única válvula de escape, que tampoco le hace feliz porque Ivan dejó de sentir ilusión. Ese mismo hastío le hace ser cruel con todos, especialmente con su esposa.

En la casa de sus protectores los sentimientos hacia Ivan son bien diversos. Mientras que la señora reclama el pago de la deuda, el marido se desahoga con él y a la vez hace de mensajero de su mujer, es un pelele en sus manos. La hija es la joya de la corona, un ser dulce e inocente que conoce la triste vida del joven y pretende salvarle de su amargura. Le declara su amor y él ve en ella una tabla de salvación, igual a otras anteriores. La mujer de Ivan descubre la relación extramatrimonial y su enfermedad se agrava. Su médico es se autodenomina como un ser "honrado", que siente asco ante la crueldad humana. Pero acusa a los personajes creyéndose con autoridad para ello, cuando lo que así consigue es convertirse en el ser más despreciable. Castiga continuamente a Ivan con sus palabras con el único fin de sentirse superior.

Cada personaje se ve encerrado en una vida que no le llena y sin salida posible, deseando lo que el tiene. Su felicidad depende de los otros y éstos,seres crueles, nunca se la concederán. Y con esta tesitura la historia no podrá acabar bien. La esposa acaba falleciendo e Ivan parece que rehará su vida con la hija de sus acreedores, la familia adinerada. Pero poco antes de que se celebre la boda, él acabará siendo consciente de que perdió completamente la ilusión por ser feliz, la alegría de vivir y lo único que provocará es la desdicha de su joven prometida. Antes de arrastrar a más personas a su infierno, el día de su boda se presenta en casa de la novia y tras expresar su reflexión hace lo único que le devuelve la dignidad: pegarse un tiro.

Lo más interesante de la obra es cómo ésta se desarrolla. Está estructurada en cuatro actos y cada uno de ellos transcurre en una sala distinta. Al finalizar un acto, un personaje nos invita a pasar a la siguiente sala, nos introduce en la obra, nos invita a la fiesta del salón contiguo, nos reune en otro lugar para contarnos un secreto...

El único aspecto negativo se centra en la adaptación del texto. La obra original se llama Ivanov, del gran Anton Chejov. Pocas adaptaciones son necesarias en una pieza de este autor. Pero entre todos los posibles cambios, intentar meter con calzador conflictos actuales no producen un buen resultado. Al final nos perdemos en un texto clásico con toques modernos que a ratos chirrían.

Lástima porque todo apuntaba a que la tarde de teatro podía salir redonda.


sábado, 14 de julio de 2012

LA MUJER POR FUERZA


La estación de verano no es prolija en obras de calidad, pero hay que aprovechar y ver todo aquello que suene bien, ya que en esta época tan convulsa no podemos garantizar que lo que está por venir en otoño sea mejor. La subida de impuestos en espetáculos llevará irremediablemente a la disminución de venta de entradas y por ello también caerán los ingresos de los teatros. Esto supondrá que en un corto periodo de tiempo se eliminarán muchos espectáculos no rentables, especialmente aquellos que antes estaban subvencionados y esos que aportan una visión seria y crítica, pero no muy comercial.

Hay pequeñas salas que milagrosamente parecen ajenas a estos problemas. Hoy la sala Guindalera colgó el cartel "NO HAY LOCALIDADES PARA HOY". No es difícil debido al tamaño del teatro, pero sorprende que siga ocurriendo. 

A nivel personal asistir a esta obra era un pequeño desafío para la compañía,que ellos mismos desconocían. Acostumbrada a disfrutar de los autores del Siglo de Oro de manos de sus mayores expertos, la Compañía Nacional de Teatro Clásico, era una prueba de fuego ir a ver a esta pequeña sala una obra del gran Tirso de Molina. 

La mujer por fuerza es un espectáculo de enredo, divertido, pero en su día fue una obra transgresora y reivindicativa. Finea, una mujer de clase alta, hermana de un noble de Hungría, es escondida por éste durante la estancia en su casa del conde Federico venido de Nápoles. El hermano intenta salvaguardar el honor de su apellido evitando que ambos se vean. En parte lo consigue, pero sólo en parte. La hermana ha podido ver desde su cárcel al noble y quedó enamorada de él. Por otro lado, el noble napolitano se siente agradecido con su anfitrión y le anuncia antes de su marcha que estaría dispuesto a casarse con su hermana sin conocerla. Un mero formalismo de cortesía que no es olvidado y que tendrá sus consecuencias. 

La joven está entregada a conseguir el amor de su hombre y cuando éste parte de vuelta a su tierra, la mujer decide vestirse de paje y ofrecer sus servicios al noble... como hombre, claro! La mujer inventa y enreda, tiene claro su objetivo y no le pesa usar todas las artimañas existentes para conseguir su fin. Así hace creer a la actual prometida de su amado, Florela, que él-ella es un noble español con más patrimonio que el joven napolitano, y le declara amarla perdidamente y por si a ella le quedaran dudas, le presenta a una mujer, supuesta hermana del noble húngaro, es decir, una farsante que hará su papel, que le cuenta a la ingenua novia que se han casado durante su viaje y que la tiene escondida de todos. Y al conde napolitano habla de las bondades de la joven hermana del anfitrión. 
Pero como siempre ocurre en estos casos, la historia se complica cuando el noble hungaro aparece para reclamar el rapto de su hermana. Esta denuncia llega hasta el rey, un curioso personaje que se deja convencer por todos. El conde Federico insiste en su inocencia, grita a los cuatro vientos que nunca vio a la hermana del noble, pero tanta confusión, enredo y testimonios en contra le hacen dudar de sus actos, acepta lo que no ha hecho por miedo a lo que puede haber hecho y olvidado. Nunca podemos estar seguros de nuestros actos. Así que acepta casarse con la joven mancillada, aunque ni la conoce ni sabe donde la tiene escondida supuestamente.
Cuando el enfrentamiento no tiene otra salida que un duelo entre ambos nobles, la joven-vasallo cuenta la verdad, el embrollo orquestado con la única excusa de conseguir un amor correspondido. Y, ¿cómo resolver el entuerto creado, con la solución más ventajosa para todos? El rey tendrá, por una vez, que decidir. Y éste decide premiar la astucia, porque se merece ser recompensada con el amor. Federico y Finea quedarán unidos para siempre.  Y para que nadie quede descontento, el noble húngaro unirá también su vida con Florela, la joven despechada. Por orden del rey.

La obra es muy moderna para su tiempo, nunca se había visto una mujer con tanta iniciativa y menos aún que obtuviera recompensa por tal capacidad de decisión y por tomar las riendas de su vida. A su vez la obra es divertida y está contada de una forma amena, introduciendo pequeños trucos y gags que consiguen la risa ingenua y la conexión con todo tipo de público.  
Las actuaciones son magníficas, profesionales que no salen en ninguna película que les haya convertido en caras conocidas pero que saben transmitir un clásico como pocos actores pueden hacerlo. 


jueves, 5 de julio de 2012

VIEJOS TIEMPOS


Me presento en mi adorado teatro español, en su "sala pequeña" para más inri. Vuelvo a degustar y a dejarme enredar en un Pinter, repito el autor de la última vez. El reparto suena inmejorable: Enma Suarez, Ariadna Gil y el magnifico José Luis García-Pérez. De éste último, a nadie le suena el nombre, así que deduzco que soy su fan número uno, la más  incondicional. El escenario es sencillo, como en todas sus obras, una habitación es suficiente para el desarrollo de toda la trama. Siempre interiores, y siempre personajes comunes, anónimos que se ven envueltos en situaciones que sin otro calificativo mejor, podemos llamar "pinterianas". 

El argumento es realmente difícil de explicar, en buena parte porque no se llega a comprender al completo. Las interpretaciones posibles son muchas y también los flecos que quedan después de buscar un sentido a lo visto.

Una pareja acomodada, Kate y Deeley, habla tranquilamente en su salón de la visita que recibirán en unas horas. Anna, vieja amiga de Kate, vendrá a su casa. Deeley, el marido, es un hombre despierto que empieza a descubrir que no conoce  muchas partes de la vida de su esposa, pero se siente seguro en su relación y busca divertirse con la visita de la desconocida. Su mujer es callada, un ser reservado que nunca explicó gran cosa de su pasado. Esta visita parece incomodarla.

Tan pronto como llega la amiga la situación se tensa, la conversación es una continua lucha por mostrar quién conoce mejor a Kate, su marido o su vieja amiga.Y entre tanto enfrentamiento dialéctico él empieza a entrever algo que no le agrada: la relación entre las mujeres pudo superar la barrera de la amistad. 
La amiga cuenta historias del pasado que protagonizaron las dos, y para ello, relata detalles, intimidades, parece conocerlo todo de ella y haberlo experimentado todo con ella. El marido se siente desplazado, atacado, intenta defender su terreno, mostrar lo auténtico de su amor. Pero en su furia pretende por encima de todo salvar su hombria, y olvida e hiere a su mujer, la trata como un ser que no está presente, del que puede contar cualquier cosa por salvar su honor. La esposa se convierte en un trofeo y a la vez es un ser lejano, del pasado, se siente tratada como alguien que ha muerto.

Pero en la batalla empazamos a perdernos con los hechos relatados, las historias comienzan a mezclarse, algo no encaja, alguien miente, algo falla. La película que proyectaban en la sala de cine donde el matrimonio se conoció, "larga es la noche", aparece en la vida de las amigas muchos años antes.

Al extraño juego de la amiga se ha prestado el marido y ahora no sabe cómo salir de él. Sobre cada hecho ambos quieren tener el protagonismo, robarse los recuerdos, sentir que ese pasado lejano fue bueno y que cada uno fue el protagonista de este tiempo mejor. La verdad del pasado es particular, cada uno tiene la suya propia, y al creer que ésta fue la verdad, esto se convierte en realidad. 

Anna adoró tanto a Kate que su personalidad se mezcló con la de su amiga, se ve como ella, cree haber  vivido lo que ella vivió, le roba los recuerdos. No importa conocer su relación, si fueron amantes o amigas, sólo que de aquello queda una sombra que no deja ver lo ocurrido. Por otro lado, el marido siente que hace mucho perdió a su mujer, su alegría, su risa, quizá nunca la tuvo. Ahora empieza a intuir la razón de su triste vida juntos, y es algo que no le gusta y querría no haber sabido nunca. Demasiado tarde para olvidar lo ocurrido en ese salón esa noche. 

Difícil seguir explicando el resto, hasta aquí son interpretaciones posibles, de lo demás no me atrevería ni a aceptarlo como conjeturas. Pero allá voy:
Parece ser que el marido conoció a la amiga en el pasado, se fijó en ella, ligaron. Ésa es la verdad de la vida de la chica que sólo recuerda fiestas interesantes, teatros, óperas, tertulias. Anna fue una chica más, buscando un hombre que le pagara las copas en los bares, a cambio de un rato con ellos. Pero todo eso lo olvidó, sólo guarda en su memoria aquello que le gustó ser. En cambio Kate lo recuerda todo, recuerda aquella noche en que ella llegó a casa con aquel chico, y después fue él el que quiso estar con ella, la eligió, la salvó de una vida que a ella realmente no le gustaba. Y así Kate cuenta su visión de la verdad de lo vivido,  en la que ella está con aquel chico, Deeley y su amiga yace muerta en el suelo de la habitación, la olvida, la elimina de su vida.

La obra dura poco más de una hora, más sería un castigo para las neuronas. Sus obras son cortas pero de una intensidad y complejidad que difícilmente se encuentra en otros autores. Supongo que para los actores el esfuerzo de interpretar un texto de este tipo debe de ser enorme. Un lujo disfrutrar en una pequeña sala (no podría ser de otra manera) de esta representación.

Triste pasado que nos hace infelices en el presente. 



sábado, 23 de junio de 2012

CENIZAS A LAS CENIZAS


El genial Harold Pinter vuelve a la carga con una de esas obras de estilo tan característico que buscan convulsionar, revolver al público. Nos plantea historias sencillas desde puntos de vista complejos, lleva las situaciones al límite con el fin de mostrar la miseria humana. Todo esto en un autor inglés que vivió sus últimos años ya en el s. XXI y que fue reconocido con un Nobel. 
Son unas cuántas las obras de Pinter que he visto, en ellas todo el peso recae sobre el texto, los diálogos y por tanto sobre el trabajo de los actores.

Cenizas a la cenizas es un diálogo entre dos personajes, una pareja madura. Empiezan a recordar el pasado, en una especie de interrogatorio, el marido quiere conocer lo que ella vivió con su amante. Los recuerdos no encajan, la historia que nos cuentan entre ambos tiene muchas lagunas y solo con estos pequeños retazos no podemos entender lo ocurrido. Él quiere saberlo todo, como era el hombre, qué dijo, qué sintió ella. Y su mujer sólo parece recordar trozos inconexos, “una mano en su cuello, la otra en su garganta, una fábrica llena de trabajadores que mostraban máximo respeto hacia este hombre, su amante. Y entre los recuerdos surge un andén y mujeres con niños, y ese hombre que le apretaba el cuello estaba robando a los niños de los brazos de sus madres. Las imágenes del pasado ya no vienen acompañadas de dolor, quizá nunca lo estuvieron, porque hay dolores tan insoportables que son ocultados tras muchas capas, son tergiversados para que se pueda seguir viviendo. 

El díálogo es un ejercicio continuo de recuperaración de todos aquellos momentos no superados, enmascarados en una mentira más aceptable, como la imagen de aquellos hombres caminando con sus maletas hacia el mar y hundiéndose en él. Junto a éstos también surgen recuerdos recientes, los del día a día actual, son problemas sencillos y casi banales que se contraponen a esos lejanos y dolorosos. Éstos momentos superficiales les hacen volver a sentirse humanos, con sus esperanzas, problemas e incongruencias. 

La sensación era de desconcierto a cinco minutos del fin de la obra, y más aún, no eramos capaces de distinguir si todo lo contado ocurrió en realidad o era una invención, como parte de un juego macabro.
Pero un último recuerdo viene a aclarar lo que la historia esconde: mujeres, ancianos, niños iban por las calles, ella misma iba por esa calle con un hatillo y en él envuelto, su pequeño. Llegaron al andén, el bebé escondido echó a llorar, fue descubierto y un hombre se lo arrancó de los brazos. Ahora tendría que montar sola al tren que la llevaría lejos de allí. En el trayecto encontró a una vecina que le preguntó por su hijo y ella sólo pudo responder que no sabía de quién le hablaba.

Todo empieza a encajar, las piezas cobran sentido, pasan a ocupar su espacio y su tiempo. Todo ocurrió hace mucho, su pequeño fue robado, ella fue conducida en los trenes a un campo de concentración, allí sufrió continuas violaciones de uno de los generales del campo y deseó morir, ser asfixiada, acabar con las torturas, poner fin a esa pesadilla. Pero sobrevivió a la barbarie, o al menos su cuerpo sí pudo soportarlo. Su mente tuvo que inventar una historia para poder vivir después de aquello: olvidó al pequeño e imaginó al torturador como un amante. Y su marido pretende que ella recuerde y saque ese dolor que tiene dentro. Así al final de la revelación, él le pide que vuelvan a empezar pero ella contesta que lo único que puede hacer es volver a terminar, que no hay otra solución, echar cenizas a las cenizas es lo único que le queda.

En una obra como ésta, el papel de los actores es vital, lo ocupa todo . Más aún cuando se representa en una sala, el Teatro de la Puertas Estrecha, que cuenta con una única fila de butacas. Los actores están situados a escasa distancia del poco público (15 butacas!), lo que es un regalo para los espectadores. Sólo que con obras como ésta y unido al tipo de sala, los sentimientos, la asfixia consiguen calar mucho más hondo. 

martes, 12 de junio de 2012

FOLLIES


Hoy la obra era un musical con mayúsculas, nada que ver con las comedias/musicales, como en la última ocasión. No es que mi gusto haya dado un giro de ciento ochenta grados, tampoco es que esté agotada de ver obras reivindicativas, dramas sociales y económicos, o autores americanos de la primera mitad del s. XX. El motivo de haberla elegido es que siempre hay excepciones y entre tanto musical corrientucho, alguno tiene que ser bueno. Éste viene avalado por el Teatro Español, es decir, por Mario Gas, lo dirige él mismo, y tiene un gran reparto de actrices y actores difícil de encontrar, y menos en una única obra. Y aunque esto no sea muy relevante, todos los días cuelgan el cartel de "No hay localidades".

El musical es típicamente americano, la idea es original de allí, y así también son la película y las mil representaciones que se han llevado a escena. El texto no ha sido adaptado, por lo que la historia tiene lugar en un teatro en Nueva York y los personajes vienen de ciudades y estados del mismo país. 

Un teatro viejo cuenta sus últimas horas antes de su derrumbe. Allí se construirá un aparcamiento. Son los años 70, una nueva era en la que los teatros de varietés ya perdieron su lugar. Pero vinculados a este teatro hubo muchas artistas en los años 40. Su antiguo director decide organizar una fiesta con todos los que vivieron sus momentos de gloria, todas las cantantes que soñaron con saltar desde su escenario a la fama. Asistimos al reencuentro de esta gran familia, muchos no habían tenido contacto desde hace 30 años. Algunos se quieren, otros se odian, y otros recuerdan viejas historias olvidadas. 



Entre todas las vidas que nos cuentan, unas toman especial protagonismo, las de dos parejas que en su tiempo fueron muy amigos. Ninguno de los cuatro es feliz, ninguno se siente querido, piensan que han desperdiciado su vida con la persona inadecuada. Una de las mujeres, Sally, estuvo locamente enamorada de Ben, el actual marido de su amiga. Hace 30 años él decidió quedarse con la otra, con Philips. Pero ahora tiene que reconocer que nunca la quiso, porque nunca quiso realmente a nadie, sólo se quiso a él. Así que pasa su tiempo alternando con las mujeres que se prestan a su juego. Por otro lado su mujer también liga con jovencitos. Sally charla con Ben y revive su amor, le convence de éste y él incluso está dispuesto a dejarlo todo por sentirse querido pero finalmente entiende que lo único que quiere alimentar es su ego y da marcha atrás, reconoce que no la quiere. Ella herida vuelve con su marido, sabiendo que la quiere y que un amor que pasó hace décadas no puede revivir, porque tuvo su oportunidad y no la aprovechó. La mujer de Ben, Philips sabe que él no podría estar lejos de ella porque tantos años juntos les ha hecho entenderse y quererse a su manera. 
La historia está contada de forma amena, ya que junto a los ancianos reunidos para la fiesta, jóvenes actores representan las historias que vivieron los jóvenes. Y sólo en el momento que se enfrentan a la verdad, los actores del mismo personaje se miran a los ojos y se preguntan por lo que han hecho con sus vidas, por la decisión que tomaron y les condicionó para siempre. Este recurso hace que la historia quede más poética, dentro de su simplicidad.
  
Además los viejos actores representan números de aquella época, hacen coreografías, se lucen como lo habrían hecho hace años. Las canciones son de todo tipo, cómicas, románticas, desesperadas, muchas canciones, demasiadas para mí. Pero es que para esto hemos venido. 


En conjunto diría que lo he pasado bien disfrutando de un musical pero que hasta la próxima vez que repita, pasará bastante tiempo. Lo que realmente no acaba de llenarme de este género es que la historia suele ser simplona, poco trabajada o ñoña, y es que cuando se va a ver un musical se piensa en disfrutar de las canciones, bailes, cabaret y el argumento sólo intenta conectar las piezas sin mayor importancia. Claro que cuando yo voy al teatro voy pensando en escuchar historias interesantes.

domingo, 10 de junio de 2012

EL INSPECTOR

Podría decir que la obra que he visto hoy es en conjunto una de las mejores del último año. Cuenta una historia interesante y reivindicativa en un contexto de comedia/musical muy divertida. El tema es el mismo de las últimas entregas, aunque no por eso se hace pesado y puede que, a base de tanto repetirlo, nos acabe calando hondo. Aquí nos hablan de la avaricia de los poderosos, de los delitos cometidos por los que ostentan el poder aprovechándose de su posición. 

En un pequeño pueblo el alcalde y sus secuaces dirigen el ayuntamiento, pero a su vez sacan todos los beneficios posibles aprovechándose de sus conciudadanos. Los personajes son caricaturescos pero en ellos descubrimos a personas reales que en poco se diferencian de éstos inventados. Todos los delitos, apropiaciones indebidas, cohecho, sobornos se muestran aquí, como copia de nuestro mundo. Y eso que la obra fue escrita por el ruso Gogol en el s. XIX, parece que no hemos cambiado nada.

La vida transcurre cómodamente para estos aprovechados de la sociedad, viven entre inauguraciones y fiestas, y todos los actos a costa del erario público. Los problemas empiezan cuando se enteran de que un inspector aparecerá de incognito en el pueblo a revisar si las subvenciones se han destinado adecuadamente a los proyectos previstos: sanidad, educación, obras públicas. Con el miedo en el cuerpo, alcalde y concejales intentan esconder en un día lo que no hicieron en 10 años. Para colmo, atan cabos y deducen que el extraño inquilino que lleva dos semanas en la pensión del pueblo tiene que ser el funcionario mandado desde la capital. Y qué mejor para salir airoso del entuerto que ir a presentarle los respetos y tantear las posibilidades de un soborno. El joven es un don nadie, un vividor que pasa mucha hambre y tiene mucha cara. Subsiste con el dinero que le pasa su padre, que tan pronto como recibe, se gasta en juergas. Pero ve el cielo abierto cuando descubre la confusión: está siendo tomado por un alto cargo de la administración. Así que intuyendo los beneficios, decide aceptar su nuevo rol y demandar sobornos en metálico a todos los concejales, alcalde, y hasta al pueblo llano, que también pasa por allí a contarle la explotación a la que son sometidos. No sólo recibe dinero, también otros favores, como ser acogido en la casa del alcalde y el derecho a roce con la mujer de éste, que rápidamente se le insinúa. Todos valoran su educación y conocimientos, reconocen en él el porte de la capital, todos son elogios para este aprovechado. En el colmo de su engaño y jeta, pide la mano de la hija del alcalde, lo que toman todos por el mayor regalo que le hayan podido hacer a éste.
La nueva situación, estar emparentado con un alto funcionario que se codea incluso con el rey, hace a todos soñar con las ventajas que podrán obtener de la nueva situación. El alcalde llegará como mínimo a ministro, si no a presidente, sus concejales ocuparán altos cargos en la capital, ya que tienen mucha información comprometedora que les asegura un buen puesto a cambio de su silencio. La ambiciosa mujer del alcalde se lucirá como primera dama ante su país. 

Todo va sobre ruedas para el supuesto funcionario, y como colofón anuncia que tiene que partir unos días pero pronto volverá para cerrar la fecha de la boda. Así consigue huir con todo el dinero recogido, los bolsillos llenos de billetes a cambio de nada. Ha disfrutado tanto con la farsa que antes de marchar escribe una carta a un amigo describiéndole las personalidades de cada uno de los paletos concejales, alcalde y su señora y confesando lo que se ha reído de ellos. El departamento de comunicaciones, que se dedica únicamente al cotilleo, la intercepta y lee, pensando encontrar ahí un buen informe de su pueblo. A cambio lo que descubre es el timo que ha sufrido. No sólo se sienten heridos por el robo, también porque un ser simple como ése ha descrito a la perfección las mezquindades de todos y cada uno.

Ninguno se salva de quema en la hoguera, todos los personajes se mueven por su propio interés intentando obtener el mayor beneficio personal, engañando a todo el que se les ponga delante. Dice Gogol que lo único ingenuo aquí es la risa, y es verdad que ésta sale espontanea, aunque también es una risa amarga porque acabamos divirtiéndonos y arrancando una carcajada de nosotros mismos, de lo caricaturesco que podemos llegar a ser. El problema es que nos cuesta verlo en nosotros y parece que contado desde fuera nos resulta más sencillo de entender. La obra recuerda a las del italiano Eduardo de Filippo, y su Arte de la Comedia. También recuerda a las noticias del telediario.

La obra es del s. XIX, pero como tema universal, en su adaptación  evita toda mención  a esa época, tampoco se ambienta en la Rusia original. Sí se incluyen algunas pequeñas referencias a nuestro país y al momento actual, que no me suelen gustar pero aquí quedaban estupendamente, como son la construcción de un futuro casino y el regalo de los trajes.

La obra es estupenda, como decía, lo tiene todo. Va a ser verdad que Miguel del Arco es un director genial, todo lo que toca lo convierte en grandes representaciones.

miércoles, 30 de mayo de 2012

LA LOBA


Una vez más, y ya casi pierdo la cuenta, asisto a una obra de un autor (autora en este caso) americano del s. XX. Sin ánimo de repetirme, sólo diré que parece que esta época es favorable para recuperar a aquellos escritores y dramaturgos. Ellos contaron las desgracias de un mundo hipócrita en el que todo se creía posible pero lo único real era una vida de miseria. Por ello fueron investigados por el Comité de Actividades Antiestadounidenses.

Todas llevan a un mensaje final parecido pero cada obra sigue su propio camino para llegar hasta él. En este caso Lillian Hellman retrocede unos años respecto a sus coetáneos, para contar su historia. Ella entiende que los acontecimientos que ocurrieron durante el siglo XX tuvieron su origen en los primeros años de ese siglo.  En algunos puntos parece que volvemos al gran Chejov, la época, la historia, los personajes, los dramas, nos recuerdan su obra. Tan sólo que no estamos en Rusia sino en Estados Unidos.

Estamos en un lujoso salón de una casa victoriana, la residencia de Regina Hubbard. Allí se reúnen los tres hermanos y sus familias. Los Hubbard pertenecen a una familia de trabajadores que fueron enriqueciéndose a costa de la explotación de los esclavos negros en sus campos de algodón. Ya pasó el tiempo del esclavismo, la guerra de la Secesión dio la razón al Norte, pero el Sur sigue dominando y explotando a sus trabajadores y lucrándose gracias a ellos.
Un nuevo negocio con altos rendimientos se les ofrece: las fábricas de algodón. La industria algodonera ya era rentable en el Norte, traerlas al Sur aumentará los beneficios ya que los salarios aquí son realmente bajos. Para entrar en el negocio los Hubbard sólo deben de invertir una parte del capital. Los hermanos Oscar y Ben cuentan con el dinero, pero Regina debe de convencer a su marido para que aporte la cantidad necesaria. Éste, James, lleva meses ingresado en el hospital, no tiene trato con su mujer porque sólo recibe odio y rechazo de ella. Pero la situación y la posibilidad de ganar mucho hace que ella use sus armas para conseguir que él vuelva y acepte participar en el negocio. Así, manda a su hija Alex en su busca. La joven es un ser cándido y puro, ha sido siempre la debilidad de su padre.
James regresa con su hija, esperanzado en que la situación familiar cambie pero vuelve a encontrar el rechazo de su mujer, y entiende que su dinero es el único motivo por el que ha sido llamado. Además, descubre que los tres hermanos, intentado que nada escape a la alcance, han pactado la boda de su hija Alex con su primo hermano, un Hubbard de los pies a la cabeza. Esto supera y encoleriza a James. Él también empezó a escalar posiciones desde la mayor pobreza pero nunca se aprovechó de la explotación de las personas para lucrarse. Su profesión, banquero, le ha convertido en una persona rica, pero su mujer le considera un ser blando, que no sabe aprovechar suficientemente las oportunidades económicas con el dinero que ha acumulado.
James se casó enamorado, pero Regina nunca le quiso, sólo vio en él la posibilidad de salir de su vida triste y solitaria en los campos de algodón. Con los años ha aumentado su odio y repugnancia por su marido.
Él, como todos los que se han acercado a la familia, sufre el desprecio de los Hubbard. La familia sólo admira la codicia, el enriquecimiento lícito o ilícito, los perjudicados no importan. Sólo actúan cuando saben que a cambio van a obtener ventajas. Así, Oscar, uno de los hermanos, se casó con la hija de un aristócrata empobrecido para conseguir sus tierras y su posición social. Y ella es continuamente ridiculizada por los hermanos porque su familia quedó arruinada, por ser un ser culto, por seguir soñando con aquellos tiempos pasados. Pero ella reclama que, al menos, su familia aristócrata jamás maltrató a sus trabajadores, ellos utilizaron el dinero para vivir y disfrutar, no sólo para acumularlo sin más. La mujer de Oscar es infeliz, nunca sintió que era querida, sólo fue utilizada y relegada a una posición inferior, el hazmerreír de los hermanos.  Así que se refugia en el alcohol y sólo cuando está con James y su hija consigue ser medianamente feliz. Incluso su hijo heredó las formas de su padre, es una copia mala de éste. Y ahora le quieren casar con su prima, la dulce Alex.

James tendría dinero suficiente para entrar en el negocio de las fábricas de algodón pero no quiere participar, no quiere verse mezclado en ningún negocio con los hermanos, tampoco quiere colaborar en la explotación de los negros. Pero su dinero está depositado en el banco, al que tiene acceso su sobrino, el hijo de Oscar Hubbard. Tan fácil como “tomarlo prestado” y devolverlo en unos meses. Así el negocio queda entre los dos hermanos varones, ni James lo sabrá ni Regina participará. Ésta incluso quería obtener más ganancias que su hermanos, ya que la codicia es tan mezquina que no tiene límites con nada ni con nadie, ni tan si quiera con los de su propia sangre.

James está muy enfermo y quiere dejar sus planes atados antes de su muerte. Sospechando que sus bonos depositados en el banco han sido utilizados para el negocio, lo confirma y decide cambiar su testamento: el dinero robado será la herencia de su mujer, el resto pasará a ser de su hija. Así se lo hace saber a ella, ésta es la consecuencia de todo el odio que ella le ha proferido, pero la exaltación le produce un ataque al corazón. Su mujer, fría como siempre, le deja morir sabiendo que ella se ve beneficiada con su final. Ahora podrá reclamar a sus hermanos el dinero robado, podrá pedir grandes beneficios a cambio de no denunciarles, podrá vivir como siempre quiso.

Pero en este camino recorrido, Regina ha dejado a muchos, ha perdido a todos los que tenía a su lado, su marido muerto, su hija le odia y se marcha de su lado. Y ahora sus hermanos, los que podrían entenderla, se sienten chantajeados, su propia hermana les ha robado. Regina conseguirá su sueño, irá a vivir a Chicago, la gran ciudad, pero estará totalmente sola.

Ésta es la historia que cuenta la deshumanización que trae el capitalismo, la codicia que provoca el dinero, la necesidad de poseer cada vez más, sin límite ni sentido.

Contada de una forma clásica (tiempo lineal sin saltos, único escenario para todos los actos) y con actores de tanto nivel la obra se hace amena y entretenida. Todo lo amena que puede ser una representación tan dura como ésta, donde los sentimientos de cariño desaparecen.

Tantas representaciones sobre el mismo  dejan entrever una cierta preocupación por estar convirtiéndonos en lo que contamos con horror.Empiezo a sopesar apuntarme la próxima vez a ver una comedia sin mucho trasfondo.  

miércoles, 23 de mayo de 2012

UNA LUNA PARA LOS DESDICHADOS


Parece que el teatro del siglo XX está más vivo que nunca, será la época que es propicia para reponer esas obras de autores tan buenos que no pasan de moda. El teatro de nuevas tendencias, el del emergente s. XXI, queda relegado a un segundo plano, sólo visible en festivales.
Primero fue Chejov, que para celebrar el 150 aniversario de su nacimiento estuvo cinco años formando parte de la cartelera de muchos teatros y pequeñas salas de la capital. Con él descubrimos el subtexto, la maravilla de los sentimientos no dichos, los mensajes sobreentendidos. Ahora son los autores americanos de la primera mitad del s. XX los que nos deleitan y ensombrecen con sus historias desoladoras y llenas de fuerza. Será este tiempo de crisis el que hace que este teatro esté más vivo que nunca. Hay otras corrientes que dicen que “al mal tiempo buena cara”, y pasan obras divertidas con el fin de que olvidemos los problemas. Raramente me interesa ese teatro, prefiero aquel que cuenta la realidad aunque se sufra con su visión, y es porque también se disfruta con ese sentimiento, se aprende con él.

El autor de la obra de hoy es Eugene O'Neill, uno de tantos que no pudo callar lo que vivía y veía a su alrededor. El falso optimismo y una ciega creencia en que las oportunidades estaban al alcance, escondían un día a día de supervivencia en la máxima miseria y con condiciones de explotación inhumana. Y el alcoholismo como única salida. Sus historias siempre dejan un triste sabor de boca, una sensación de que no hemos hecho todo lo que estaba en nuestra mano para que esos personajes tuvieran su oportunidad de ser felices.

En unas tierras de un estado americano malvive una familia rota y separada. Las diferencias del padre con sus hijos han provocado que todos acaben huyendo y busquen su oportunidad lejos de allí. Sólo su hija Josie es capaz de lidiar con él y ser inmune a sus continuas vejaciones.  Comparten una vieja caravana y un campo yermo donde pasta su ganado. Un antiguo amigo de la familia es el dueño de las tierras. Él es Tyrone, un hombre que tiene una posición desahogada y así les permite pagar una renta baja y seguir allí. A cambio tiene a su compañero de borrachera siempre dispuesto, porque en esta tierra no hay más que hacer que emborracharse en el bar y dejar que el tiempo pase “y se lo lleve a uno”. Aunque todos parecen aceptar su vida sin más, los sentimientos no se pueden evitar y Tyrone, vive desesperado, perseguido por sus fantasmas, sin esperanzas de tener más oportunidades de ser feliz. Quiere a la hija de su amigo pero no la ve a su alcance. Josie es una mujer de mala reputación, se dejó ver con todos los hombres del pueblo pero no se casó nunca. También ama locamente al hombre que la quiere pero es incapaz de hacer algo por conseguirlo porque su fama la persigue. Pero todo es falso, nunca estuvo con un hombre, una pantalla más para protegerse de un mundo sin escrúpulos que solo les acepta si juegan al mismo juego.
El padre es un hombre rudo y cruel, pero sabe del sufrimiento de su hija y su amigo, e intenta darles una última oportunidad a los dos. Decide engañarles y monta una argucia aprovechando un litigio con un vecino. Cuenta a su hija que Tyrone ha aceptado una oferta y faltando a su palabra, vende las tierras a un vecino que las quiere para echarles. La única salvación es que su hija engañe a Tyrone, le emborrache y lo meta en la cama con ella, así se verán obligados a casarse. Josie ha sido incapaz de mostrar su amor, pero ese plan le da una excusa para hacerlo, aunque sea engañando nuevamente, escondiéndose tras su papel de mujer poco seria. Y ella lo único que quiere es estar con él, quitarse la careta de dura y disfrutar con el hombre que ama de la gran luna llena que cubre su cielo. 
Tyrone llega demasiado borracho para recordar nada, confunde a Josie con alguna de sus prostitutas, pero sabe que no faltó a la palabra que dio a sus amigos. Y así Josie descubre el engaño de su padre, pero con éste, los sentimientos y la nobleza del hombre al que quiere. Siente que puede ser la oportunidad que él necesita para superar sus fantasmas, expiar sus pecados y volver a la vida y a la felicidad junto a ella. 
Pero Tyrone murió hace tiempo cuando dio por perdida la felicidad, es un desdichado que ya no cree que pueda merecerse la oportunidad que ella le ofrece y aún sabiendo lo que pierde y el daño que hace, prefiere olvidar la oportunidad vivida y seguir como un muerto en vida. 

La historia es sencilla, pero tiene como variante que uno de los temas principales es el amor, nada típico en las historias de la época. Además éste está contado con una tremenda dulzura, porque los personajes, ya maduros, siente que para ante ellos la última posibilidad de ser felices. La sencillez y la buena interpretación hacen que la obra pase volando, se vive deseando alcanzar esa historia que nunca llega a ser. Hemos pasado un día con ellos, en su caravana, un día en que el futuro pudo cambiar.

El escenario es simple, muy del estilo de las obras que se representan en el Teatro Español, elecciones de Mario Gas. 
Los actores son muy buenos, cada uno a su manera. Eusebio Poncela hace una interpretación muy particular de su personaje, muy moderna (menos mal que no era del Siglo de Oro!) que me encantó. Y es que todo se le perdona cuando han conseguido que en dos horas hayamos vivido esta tremenda historia con ellos. Nos hemos sentido queridos y perdidos sin futuro, como Tyrone y Josie. 


jueves, 17 de mayo de 2012

ORQUESTA CLUB VIRGINIA

No suelo ir a ver este tipo de obras, pero hoy era una ocasión especial, iba al teatro acompañada de mi madre. Así que quise elegir una representación que le gustara, una comedia distraída y divertida con muchos actores famosos, una ocasión única para ver tantas caras conocidas juntas y en acción. 
Por allí han pasado Antonio Resines, Pepón Nieto, Enrique San Francisco, Guillermo Montesinos. Sólo por el hecho de verlos valía la pena ir, así que allí nos plantamos las dos el día mismo del  estreno, junto a invitados y críticos, dispuestas a llevarnos las primeras impresiones de la obra. 


No puedo decir que la representación sea bastante buena, tanto por el montaje como por la historia. Quizá por estar hecha a partir de un guión de película y porque el director del film  es el que ahora se ha embarcado en convertirla en teatro, utiliza recursos que recuerdan mucho el cine. Así, la historia sufre continuos cambios de escena, y en muchos casos su duración es muy corta, quedando convertidos en pequeños gags. Esto hace que la historia quede interrumpida y no se consiga ver el sentido que busca o su hilo conductor. Por otro lado el argumento es tremendamente sencillo, por lo que tampoco llegamos a perdernos. 
Una vez comentado lo malo, es de justicia recordar lo bueno. El reparto es genial, todos los actores (actores porque los protagonistas son todos hombres) son hombres del mundo de la representación en todos sus medios: teatro, cine y televisión. Su trabajo es muy natural, actúan con total maestría, se mueven por el escenario mostrando que éste es su medio habitual. 


Como decía, la historia es sencilla. Una orquesta pueblerina decide embarcarse e ir a ofrecer su repertorio a los mejores hoteles de una exótica zona: el Oriente Próximo.  En teoría van al gran hotel Hilton de Beirut, pero parece que lo prometido nunca llega y se tiene que conformar con malas actuaciones en salas mediocres y hoteles de mala muerte. 
En parte saben que nunca llegarán al destino soñado pero juegan a creérselo, porque así se creen grandes artistas.
Los músicos son esterotipos muy claros, el jefe aprovechado y ligón que tiene un amor en cada puerto e hijos varios junto a sus amores; el pelota del jefe que defiende lo imposible ante sus compañeros; el ligón chulito y muy broncas; el homosexual, que lo intenta con todos; el viejo borracho, sabio en consejos y muy bruto en la forma de expresarlos; y el jovenzuelo, aprendiz de músico, sangre nueva y también hijo del jefe, al que prácticamente acaba de conocer.  Así recorren ciudades, viven historias, se pelean, se ayudan, ligan y sueñan con el hotel Hilton de Beirut. 
El joven es nuestro narrador. En la voz de Mario Gas la historia comienza echando la vista atrás y recordando aquel viaje como el comienzo de su vida como músico y como persona, una experiencia iniciática inigualable. Él acabará conociendo a todos los del grupo y cogiéndoles cariño, pero con el que menos conectará será con su padre, aunque de todo se acaba aprendiendo. Y el chaval descubrirá allí el amor y con éste, el dolor de perderlo. También perderá a un amigo y sufrirá la falta de esa persona tan importante para él. 
Así con su aventura conocemos a todos y vemos lo importante que fue ese gran viaje para él, al igual que para cada uno de nosotros lo es esa primera experiencia que nos marca para siempre.


La obra consigue su objetivo: distraer, hacer reír, contar una historia agradable y disfrutar de buenas actuaciones y de caras conocidas. Objetivo cumplido, no esperábamos más. 



sábado, 5 de mayo de 2012

DE RATONES Y HOMBRES


Ir al teatro es un acto de fe en las personas que te han llevado hasta allí, director, actores, autor, pero también es un auténtico goce, una sensación muy especial. El momento en que las luces se apagan y lo único que existe es la representación, y toda la concentración se fija en aquello que los actores nos cuentan, esa magia es imposible de expresar.


De ratones y hombres sigue la línea que a Mario Gas tanto le ha gustado contar durante el 2011, una América de dos caras, la real de opresión, pobreza y sometimiento, y la del sueño americano, en la que todo es posible, se es capaz de conquistar el mundo. John Steinbeck contó esta historia en un libro y más tarde en una película, como ya harían otros autores similares como Arthur Miller o Tennessee Williams.


Dos amigos, George y Lennie, buscan su futuro juntos. Ambos esperan vivir una vida mejor y mientras trabajan de lo que les sale y ahorran lo que pueden. George es inteligente, despierto, sabe cuidar de sí mismo pero no puede prescindir de su gran amigo, su compañía, Lennie. Éste es fuerte como un toro, apto para trabajos de carga pero con un cierto retraso intelectual. Lennie necesita de George y a su vez tiene una confianza ciega en él.


Ambos se hacen compañía y se cuidan, aunque esto choque con el individualismo provinciano y egoísta de todos. Lo normal en esa sociedad es luchar para sobrevivir aunque sea a costa de los demás. George es consciente de que junto a Lennie se mete en líos y pierde oportunidades, pero nada es comparable a tener a su lado a alguien que le necesite y cuide y entienda como él.


Así ambos amigos llegan a trabajar a unas tierras donde la adaptación no será nada fácil. El hijo del patrón intenta demostrar su posición dominante con sus empleados, mientras que su mujer alterna con ellos. Todo se mantiene en un equilibrio inestable que no gusta nada a los dos amigos, pero necesitan el trabajo y el dinero. Frente a esto, también conocerán a buenos compañeros que a pesar de gastarles bromas sobre su dudosa relación, acabarán congeniando y apoyándose. Los personajes solitarios en público se ríen de ellos pero en privado envidian el tener a alguien con quién hablar, a quién querer y cuidar. 


Pero a pesar de su intento de huir de problemas, todo les persigue. Y esas personas que perdieron la costumbre de la amistad traerán la desgracia hasta los braceros. Y así la mujer necesitada de hablar y de sentirse querida, llegará hasta Lennie, que no es capaz de hacer daño a nadie, pero tampoco de medir sus fuerzas. Y éste, atraído por los juegos de la mujer, querrá también jugar pero en cambio acabará con su vida.
Triste final para la pobre chica, pero también para el pobre grandullón que sólo quiso soñar los sueños de su amigo. George se encontrará en la situación más dura de su vida, elegir entre escapar con él y vivir como proscritos o decidir continuar sólo. En este caso sabe que su amigo no podría soportarlo, no sobreviviría. Así que no encuentra más solución que ser él mismo el que acabe con la vida de su amigo, evitarle el sufrimiento de que sean otros de una forma mucho más cruel, los que le maten. Una muy dura decisión ha debido tomar para continuar.


La obra habla de la sociedad destructiva, opresora, sin oportunidades, sin valores y de la soledad. También del racismo, porque si trabajar cargando sacos era duro, mucho peor era el trabajo del negro, olvidado y despreciado por todos, al que únicamente Lennie tenderá la mano, como muestra de su bondad.


Los actores, inmejorables. Fernando Cayo y Roberto Álamo llenan todo el escenario con su texto y su actuación. La representación es bastante clásica, pero es que  la obra no necesita artificios para llegar al público. El texto es duro y mantiene la atención en todo momento. Y el tema es tan actual que es difícil asistir a una obra más adecuada que ésta, como despedida de Mario Gas. 


NUESTRA CLASE


Empiezo a escribir mi crónica cuando aún no ha acabado la obra, no es lo típico. Pero quizá por haber venido sola a esta representación, es una buena solución aprovechar el descanso para contar mis impresiones de lo ya visto.
La historia es un drama con final conocido, no hay sorpresas ni guión original, asistimos a una obra sobre un genocidio más, como tantos. Además, éste es uno de los más difundidos de la historia, el asesinato de judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Pero aquí algo es diferente de la mayoría de historias, algo mínimo pero muy importante para los implicados, porque provoca la vergüenza de muchos países: los asesinos y los asesinados pertenecían a un mismo pueblo. Esta situación se repitió en muchas zonas ocupadas de toda Europa y muestra la magnitud de la barbarie porque nos recuerda hasta dónde puede llegar la maldad humana.

“Nuestra clase” comienza con jóvenes compañeros de pupitre que comparten su vida, entre los que surge amistad, amor, y ciertos recelos, todo ello en un pequeño pueblo polaco. En una época de cambios y desarrollo, la vida pasa para los jóvenes sin mayor relevancia, solo surgen pequeñas diferencias entre compañeros de distintas costumbres y religiones, diferencias más bien impuestas que naturales.
Todo empieza a cambiar cuando en 1939 esta tierra es ocupada por la Rusia de Stalin. La iglesia es reconvertida en cine, la modernidad, la igualdad y el ocio llegan a esta tierra, pero con ella, la nacionalización. Los judíos oprimidos con el régimen anterior, se hacen partidarios del comunismo, y esto acaba creando nuevas desigualdades. Y con éstas surgen los grupos de resistencia, y a su vez, las detenciones ilegales y la tortura.
Cada personaje vivirá unas circunstancias diferentes y tomará su propia postura. Algunos judíos aprovechan las ventajas y obtienen grandes beneficios, otros en cambios se arruinan, porque pierden lo poco que tenían con la nacionalización. Entre los chavales cristianos, algunos pasa a formar parte de grupos armados que combaten a los rusos, otros trabajan para la NKVB como soplones. Poco a poco la situación se agrava, las posturas se radicalizan.
Y uniéndolos a todos sigue el vínculo a través de uno de los amigos, aquél que emigró muy joven a los Estados Unidos y periódicamente les escribe y les cuenta y sobre todo pide noticias de ellos.

Y en esta época convulsa, un nuevo giro lo cambia todo, en el 41 llegan los nazis a Polonia. Los que antes estuvieron oprimidos ahora recuperan su posición dominante, además han guardado toda esa rabia contenida. El primer acto de los jóvenes polacos cristianos es buscar a todos los judíos, detenerles, denigrarles, violar a las mujeres y finalmente quemarles en el granero. Mil seiscientos judíos polacos, la mayoría mujeres y niños murieron allí. Una de las alumnas, Dora, muere junto a su hijo después de ser violada por sus compañeros de clase. Jakub, un chico abierto y tolerante es asesinado en primer lugar con palos y piedras, para mostrar que ningún judío será perdonado. 
El horror y el odio lo ocupa todo, solo aquellos que fueron escondidos por cristianos han podido sobrevivir. Nashenka consigue conservar su vida convirtiéndose al cristianismo y casándose con su compañero de clase, un chaval envejecido que siempre la quiso. A cambio llevará una vida de vejaciones y rechazo por parte de sus vecinos que la culpan por haber nacido judía.

El tiempo pasa, la guerra se acaba, Polonia vuelve a ser independiente pero los odios no se olvidan y los delitos no se pueden perdonan. Uno de los compañeros, el más criminal de todos, ocupa un alto cargo en la policía polaca, pero aún queda gente que recuerda lo que hizo. Será denunciado y juzgado pero el miedo sigue presente en muchos y los testigos no quieren hablar, tienen que seguir viviendo allí. Los veredictos son penas menores, comparado con todo el daño que han provocado, pero el país quiere olvidar, pasar página, sabe que si se remueve todo, las bases del país temblarán, porque los horrores permitidos fueron imperdonables. 
Los años pasan, pero los compañeros que quedan vivos no podrán olvidar lo que les ocurrió y como les marcó la vida, como vieron el odio y la venganza entre sus propios amigos. Y cada destino les reencontrará con su pasado, no aceptaron lo ocurrido y éste volverá en forma de desgracia, vidas truncadas de forma trágica, serán personajes malditos.
Los personajes más extremos de ambos bandos, judíos y cristianos, pierden a sus hijos, como en una especie de pago por lo hecho, no hubo perdón para ellos.    
Y así vamos acompañando a cada alumno de la clase hasta su muerte, hasta el fin de la última etapa de sus vidas.

La obra es muy completa, muestra como cada personaje y cada vida va marcándoles y llevándoles a un extremo, una posición de incomprensión hacia los demás.  Los actores trabajan de una forma impresionante, imposible señalar algo a corregir. Y el escenario no puede ser más sencillo y expresivo, una aula con mesas, sillas, archivadores, que sirven para simular no sólo su clase, también cualquier espacio, y a su vez se utilizan para hacer ruido para ser lanzados y así mostrar la rabia contenida. Los actores nunca nos abandonan, los muertos siempre nos acompañan en la mente de sus compañeros y en el escenario, lo que nos da más sensación de estar embargados por la obra.
En conjunto todo es perfecto, solo algo me molesta y es que siempre vemos a los judíos como almas cándidas que son denigradas y asesinadas y cosa que tampoco es real. Para el humano siempre es más sencillo identificar a los buenos y los malos pero no creo que se pueda calificar con tanta simplificación sin equivocarnos. Solo una pequeña mención a la Israel actual, aunque está claro que ése no era el tema de la obra.